Los duros de la Coordinadora d’Unitat Popular (CUP) ganaron el pulso interno sobre la investidura de Artur Mas como nuevo ‘president’. El líder convergenteno contará con su aval: la CUP se abstendrá en la investidura, lo que coloca a Mas a las puertas de un monumental fracaso si no consigue dos votos de otra formación. O eso o se aparta de la circulación y permite que haya otro presidente de consenso, opción que no ha pasado por su cabeza. La tercera posibilidad que le queda es dejar pasar el plazo y convocar elecciones, que serían a primeros de marzo.
“Lo malo es que Mas se piensa que el proceso es él y nadie más que él. La CUP se lo dijo de todas las maneras durante los últimos meses: hay que encontrar a alguien que no sea Artur Mas. Pero tanto él como sus socios, como si oyesen llover”, explica a El Confidencial una fuente cercana a la cúpula de la organización radical.
A media mañana de ayer domingo, ya se sabía lo que iba dar de sí la asamblea. Haciendo una extrapolación de los resultados territoriales, daba la votación final: 30 votos a favor de la investidura, 36 en contra y una abstención. De hecho, en las fichas que habían confeccionado había un error que daba un voto de más a las delegaciones territoriales, contabilizando un total de 68 sufragios, cuando en realidad eran 67 los presentes con derecho a voto. “Los delegados venían a la reunión con un mandato, no a emitir su voto particular. Lo que se estuvo discutiendo desde que comenzó la reunión del consejo político era cómo plasmar el no, si con la abstención de los 10 diputados o con la fórmula de cinco votos a favor y cinco en contra”, explica otra fuente cupera. Al final, se decidió que se abstendrán.La CUP no investirá a Artur Mas presidente de la Generalitat catalana
Con la victoria de los ‘duros’, sin embargo, se abre un futuro repleto de incógnitas. En los documentos internos de la formación, se apunta a que una de las primeras consecuencias (que, además, califican de positiva) de esta negativa es “la probable ruptura de JxS ante unas nuevas elecciones autonómicas, lo que abre un escenario de debilitamiento de CDC, que podría perder la hegemonía política en Cataluña a favor de ERC”.
El segundo punto fuerte es “la ruptura con el chantaje político de CDC de ‘sin Mas no hay proceso’, debido a su influencia en la pequeña y mediana burguesía catalana”. El tercero, el “previsible crecimiento electoral de la CUP por el flanco izquierdo por el mantenimiento de uno de sus principales activos, la coherencia discursiva, a pesar de la presión política y mediática”. Otro argumento positivo es “la oportunidad de ensanchamiento de la base independentista por la izquierda”. Y, por último, la “acumulación de fuerzas en torno al espacio de launidad popular creado a partir de las luchas por los derechos sociales, contra la corrupción y la defensa de la sanidad y la educación pública, universal y gratuita”.
Coalición de izquierdas
Pero desde las filas de Convergència, Esquerra e incluso de la mal llamada ‘sociedad civil’, o sea, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), o de Òmnium Cultural, la decisión supo a cuerno quemado. En las organizaciones de las que echó mano Artur Mas para movilizar a los ciudadanos, la prioridad ahora será que no se rompa JxS, aunque en Esquerra una parte de su militancia nunca vio con buenos ojos la alianza con Artur Mas. Consintieron la coalición para el 27 de septiembre en aras de la “unidad” del independentismo, pero vistos los resultados, será difícil que quieran repetir coalición.
La CUP, sin embargo, no cierra la puerta a abandonar sus siglas y presentarse en una coalición con Podemos. Además, creen que esa coalición podría ganar las elecciones, quedando por encima de ERC (si se presenta en solitario) y relegando al tercer puesto a Convergència Democràtica (CDC). Es más, los cuperos creen que la ruptura de JxS les reforzaría, porque la no reedición de esa coalición “ayudaría a clarificar la mayoría de izquierdas. El mantenimiento del voto de estas opciones por separado y un aumento del voto de la candidatura donde participase la CUP reafirmaría la opción de ruptura en clave independentista y la hegemonía de la izquierda en el proceso hacia la independencia”. El propio Lluís Rabell, líder de Catalunya Sí que es Pot (que engloba a ICV y Podemos), señaló tras conocer el veto a Mas que “la CUP ha mantenido la palabra dada. Es preciso formar una mayoría de progreso que haga posible el rescate ciudadano, el proceso constituyente y el referéndum”.
Los radicales no desdeñan tampoco que, ante el varapalo a Mas, CDC retorne “a posicionamientos moderados y pactistas y de reencuentro con Unió“
En los propios documentos internos de la formación radical, se reconoce que el no a la investidura significa “la invalidación del hecho plebiscitario de las elecciones autonómicas del 27-S”. También se considera negativa la “pérdida de la oportunidad de desplegar la declaración del inicio del proceso hacia la creación de la República Catalana, juntamente con su anexo, y retraso de la aplicación del plan de choque”. Los radicales no desdeñan tampoco que, ante el varapalo a Artur Mas, Convergència retorne “a posicionamientos moderados y pactistas y de reencuentro con Unió, lo que acabaría de deshacer el ‘soberanismo transversal'. Asimismo, existe la posibilidad de “una pérdida de incidencia del Govern si se rehacen puentes entre soberanistas y partidos no independentistas” y una “posibilidad de ascenso mayor de Ciutadans”.
‘Guerra’ entre independentistas
Pero lo que ha provocado la decisión de este domingo es el inicio de una auténtica ‘guerra’ dentro de las filas independentistas, que ya se venía larvando desde hace semanas. El presidente de la ANC, Jordi Sánchez, fue el primero en lanzarse al cuello de los cuperos. “A todos los que confiaron en la ANC cuando pedimos el voto a cualquier opción independentista el 27-S y hoy os sentís engañados, os pido perdón”, dijo en un tuit.
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