Blog Murciego: Italia tiene un tesoro con Jannik Sinner, el rey de las Next Gen ATP Finals
Jannik Sinner conquistó este sábado la tercera edición de las Next Gen Finals, confirmando que a sus 18 años viaja a una velocidad distinta que el resto de jóvenes talentos. “Me centro en hacer mi juego”, confesó después de consolidarse como la gran joya del circuito masculino.
Fueron 64 minutos en los que el viento sopló en una sola dirección. Milan acogía la tercera edición de las Next Gen ATP Finals y en la final repetía el finalista del curso anterior, Alex De Minaur, gran favorito. El australiano, superior a todo el mundo a lo largo de la semana, pensaba que esta vez no se le escaparía el trono, que no habría un Tsitsipas que arruinara sus planes, hasta que puso los pies en la pista y vio ante qué se enfrentaba. “Ha sido superior, no pude hacer más”, declaró tras caer en sets corridos ante Jannik Sinner, el flamante campeón. Un desenlace que, sin embargo, no resultó tan sorprendente pese a que el duelo reunía al Nº18 del mundo y al Nº95. Pero el italiano no respetó el ranking y se impuso de manera clara, dominante, imperial. Fue tal la diferencia que asusta pensar que un chico de 18 años ya sea capaz de lucir estas armas para hacerse dueño de la función. Esta vez, el foco no le quitó luz ni un segundo.
Antes de seguir con el relato, toca responder una pregunta para los más desubicados. ¿Quién es Jannik Sinner? Su historia nace en San Candido, zona norte de Italia, rodeado de más montañas que polideportivos. Nacido en 2001, su hábitat natural le obligó a coger antes los esquís que la raqueta, incluso llegó a ser campeón de slalom en 2008, hasta que la figura de Ricardo Piatti se cruzó en su camino para proponerle un cambio. A los 13 años tuvo que tomar una decisión y el tenis terminó ganando el pulso a las costumbres tirolesas, siendo 2018 su primer año en la élite. Tras un curso sin apenas resultados, el italiano arrancó el 2019 siendo el 549 del mundo, luchando en torneos ITF donde no encontraba la tecla. De repente, un golpe de locura le llevó a probar suerte en Bergamo (febrero), su primera vez en un Challenger, semana en la que salió campeón contra todo pronóstico. A partir de ahí cambió todo, encadenando luego dos Futures de manera consecutiva. La rueda empezó a girar y así llegaron las primeras victorias ATP (Budapest), los primeros cuadros de Grand Slam (US Open) o las primeras semifinales en la máxima categoría (Amberes). La mecha ya estaba prendida.
Jannik Sinner en las Next Gen ATP FinalsGetty Images
En Milan, torneo donde fue invitado con una WC, Jannik aterrizó siendo ya el Nº95 del mundo. La cenicienta del cuadro, pensaron muchos, hasta que empezó a repartir calabazas a sus rivales. No solo fue el primero en asegurar su lugar en semifinales –motivo por el cual se le vio algo más blando en su último partido del Round Robin ante Umbert–, sino que lo hizo mostrando un tenis de rompe y rasga, demoledor. ¿Por qué le gana Sinner la final a De Minaur? Podríamos hablar de su gran servicio, la facilidad que tiene para hacerse fuerte con ese primer golpe. Había que subrayar también su carácter frío, la calma que luce para abordar situaciones de presión, como los 9/9 en break points que salvó este sábado sin pestañear. Pero siendo lo más simplistas posibles, resumiendo todo su tenis en una sola fortaleza, lo que más impresiona es ver lo fuerte que le pega. Son palos de todos los colores y sabores, pero con cabeza, tremendamente estudiados y construidos sobre un nuevo talento, el de utilizar el martillo como si se tratase de una pluma. Puede ser lo que le diferencie del otros perfiles que disparan sin saber muy bien por qué.
¿Qué hago? ¿Cómo tomo la iniciativa?”, comentaba De Minaur tras el primer set a un Adolfo Gutiérrez, su entrenador, que le insistía en no desesperarse y seguir remando en busca de soluciones. Desde fuera, todos entendíamos la impotencia del jugador cuando no ve salida a la tortura, pero también comprendíamos la confianza indeleble del técnico, instando a su pupilo a recorrer el camino pero sin mostrarle la ruta. No era fácil, desde luego, mucho menos después de ver el segundo set. Vale, ya tengo la iniciativa, pero es que le pega palos desde todos los lados”, repetía Alex una y otra vez, mostrando su humanidad, o mejor dicho, quitándosela a su rival, impracticable cada vez que veía la puerta enfrente para tirarla abajo. El australiano, que terminaría con el 23% de puntos ganados con segundo saque, navegaba lejos de su zona de confort, sintiendo la presión incómoda de un Sinner que jugaba continuamente encima de la línea. Ricardo Piatti, mientras tanto, disfrutaba del espectáculo como un aficionado más. Si su jugador hubiera sido mudo, ese día no hubiera representado un problema, ya que no utilizaron los cascos ni una sola vez. En las finales, el discurso mejor hacerlo en la pista.
Me centro en hacer mi juego, nada más ”, resumía Jannik al término del partido. Ya en su día llegó a confesar que su trabajo consistía ‘solamente’ en pasar la pelota por encima de la red el mayor número de veces posibles, reflejando la humildad sobre la que se ha ido edificando la personalidad de este jugador. El boom de Sinner llega en el momento más dulce del tenis italiano, con ocho apellidos dentro de los cien primeros, un método de trabajo que ha dado sus frutos en figuras como Berrettini, Fognini, Sonego o Caruso, todos ellos en su mejor temporada como profesional. Sinner ha sido el último vagón en formar parte del tren, aunque tiene pinta que acabará siendo la cabeza de un transatlántico que llevaba décadas echando de menos ser potencia en el circuito masculino. Un ascenso de más de 450 puestos en el ranking representa la carta de presentación de un Jannik Sinner al que muchos esperan verle dentro de un año defendiendo su título en Milan. Quizá suene algo atrevido, pero viendo el talante de este chico, quizá el próximo mes de noviembre le tengamos luchando por otros objetivos. Peleando por los tesoros más prestigiosos del reino.
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