domingo, 22 de diciembre de 2019

De Eton al...Soho.

"Debes elegir entre comedia o política". Se lo dijo Michael Portillo a Boris Johnson hace dos décadas, cuando Portillo era un 'tory' alfa y Boris un periodista travieso cuya carrera política estaba estancada. Boris no solo no hizo caso a Portillo, sino que redobló su apuesta por la guasa. Hoy nadie se acuerda de Portillo, y Boris lidera lo que algunos consideran la gran broma/pesadilla política del siglo XXI: la secuencia Brexit, Donald Trump, propagación del populismo de derechas.
¿Por qué Boris decidió obviar el consejo de Portillo y seguir siendo fiel a sí mismo? El poderío (y las debilidades) de Boris se explican mejor observando su trayectoria previa a la política, como si todo lo que hizo después (parlamentario, alcaldía de Londres, Brexit, primer ministro) fuera un mero apéndice de sus años de aprendizaje, juventud y despegue. Bienvenidos a la vida de Boris como si fuera Jesucristo: todo el merengue se cocinó en los primeros 33 años.

El Pilar es un antro

Boris Johnson estudió en Eton, colegio/residencia para caballeretes (de 13 a 18 años) fundado por, 'ejem', Enrique VI en 1440. Está cerca del castillo de Windsor y tiene unos 1.300 alumnos.
Lo más parecido a Eton que tenemos en España es el Pilar, colegio madrileño donde se formaron varios ministros y directores de periódico. Pues bien: el Pilar es un antro comparado con Eton. Eton es el Pilar multiplicado por mil. Por sus aulas han pasado 20 primeros ministros, pero también George Orwell, Aldous Huxley, Hugh Laurie, John Keynes, Ian Fleming y hasta un hijo de Haile Selassie y descendiente del rey Salomón. Y también Boris Johnson, que amenaza con superarlos a todos, como el primer ministro que sacó al Reino Unido de la Unión Europea.
Eton es un hito folclórico del sistema británico de clases. O cuando el patio de recreo se convierte en el primer hilo de una red de contactos y aventuras políticas y empresariales.
Crecí rodeado de chicos arrogantes de Eton, pero Boris era el mayor de todos. Es un oportunista hasta la médula
"Crecí rodeado de chicos arrogantes de Eton pero la arrogancia de Boris trascendía cualquier cosa que hubiera conocido. Boris es el producto 'etoniano' definitivo, un oportunista hasta la médula", según un antiguo alumno. Pero la principal característica del Boris de Eton no era la arrogancia, sino el humor. "Era un figura del humor, pero no nos reíamos de él, sino con él. Tenía un gran 'timing' cómico. ¡Era una estrella! Era un figura del mismo modo que lo es ahora. No reconozco grandes cambios en ese sentido", cuenta otro etoniano.
Los testimonios de los antiguos alumnos de Eton salen de 'Just Boris' (2011), extraordinaria biografía crítica de Sonia Purnell que sirve de hilo a este artículo. Purnell conoce a Boris de primera mano: compartieron corresponsalía del 'Daily Telegraph' en Bruselas en los noventa. Poco después de su experiencia (y mucho antes de escribir la biografía) alguien le preguntó qué clase de persona era Boris: "Es la persona más despiadada y ambiciosa que he conocido nunca". En el arranque de su biografía, da otras dos pistas básicas para entender al personaje: "Es el arquetípico inglés excéntrico de clase alta". O: "Es un maniaco de la autopromoción. Veamos por qué.
Boris en Oxford: lo que debería haber sido el lugar ideal para la introspección académica, se convirtió en un remake de 'Porky’s' rodado en ESADE
En Eton ya estaba formando el yin y el yang de Boris: el jeta encantador, el oportunista arrogante cuyo único interés real es él mismo, pero te acaba llevando al huerto con una mezcla de humor y seducción. El caprichoso que te gustaría arrojar a un pilón con alquitrán y plumas, pero te acaba liando para irte de fiesta y pagarle las copas.

Alfa, pijo y gamberro

Boris saltó luego a Oxford. Dice Purnell que "no pudo llegar en mejor momento" (Spoiler: Boris es un hombre con suerte. Se dice que es titubeante, pero tiende a estar en el momento justo en el lugar apropiado; y controlar los tiempos es vital en política). ¿A qué se refiere Purnell? A que llegó a Oxford (1983) en pleno sorpaso a Cambridge en términos de influencia, con la antigua alumna Margaret Thatcher reconvertida en Dama de Hierro y la adaptación televisiva de 'Retorno a Brideshead', de Evelyn Waugh, generando una lánguida nostalgia mundial por Oxford. Eso sí: Boris tenía demasiada prisa por triunfar como para recrearse en romanticismos de campiña universitaria.
Especializado en literatura clásica y filosofía, era un alumno inteligente, según sus tutores, pero sin la disciplina necesaria para estar entre los primeros de su promoción. Brillante, disperso e incapaz de entregar los trabajos. No es que perdiera el tiempo o fuera un vago, al contrario, su actividad universitaria fue frenética, pero no por los canales académicos ortodoxos...
En efecto, lo que debería haber sido lugar para la introspección académica, se convirtió en un remake de 'Porky’s' rodado en ESADE. Boris se unió al Bullingdon Club, una Fraternidad Alfa para pijos donde se celebraban las diferencias de clase, se bebían cantidades épicas de alcohol y se hacían novatadas (arrasar las habitaciones de otros estudiantes) y 'sinpas' vandálicos en restaurantes. Aunque Boris tiende a presumir de su pasado de malote universitario, lo cierto es que no era ni el más borracho, ni el más gamberro. Ya entonces le preocupaba más su futuro que su presente etílico. O el club como cantera de contactos. "Muchos pensaban que su pertenencia al Bullingdon era una cuestión de tribalismo, una necesidad de reforzar sus credenciales de clase alta… De hecho, se aplicó más en publicitar su adscripción al club que en seguir sus reglas y rituales", según el libro.
El paso de Boris (y David Cameron) por el Bullingdon fue objeto de un docudrama televisivo hace diez años: 'When Boris Met Dave'.
'Posh' (2010), es una obra de teatro de Laura Wade sobre los excesos del Bullingdon. Ojo al dato: Una hermana de Boris Johnson, Rachel, fue a ver 'Posh' y dijo: "Si obligáramos al país entero a ver la obra, nunca más tendríamos un gobierno conservador".
Pese a sus flirteos con el vandalismo de clase alta, Boris aprendió rápido una valiosa lección: si uno quería tener aspiraciones políticas serias, debía tejer alianzas amplias e interclasistas. Su primer asalto a la presidencia del Oxford Union —club de debate de altos vuelos, invitados de renombre y enorme prestigio cultural— acabó en fracaso por su etiqueta de candidato pijo.
"Boris se dio cuenta de que su red de antiguos alumnos de Eton no era suficiente para colmar sus ambiciones. Era visto como el candidato del 'establishment'… Debía descontaminar su marca personal", resume Purnell. Y no solo eso: las relaciones entre Oxford y Margaret Thatcher se habían agriado (1986) por los drásticos recortes en educación. La universidad votó en contra de condecorarla. Boris debía prescindir también de cualquier rasgo de thatcherismo. Ni pijo, ni thatcherista: estaba ante el primer gran transformismo político de su carrera.
La ministra de Cultura griega, Melina Mercouri, con Boris en Oxford. (Reuters)
La ministra de Cultura griega, Melina Mercouri, con Boris en Oxford. (Reuters)
Nick Robinson, entonces presidente de la Asociación de Estudiantes Conservadores de Oxford y más tarde editor político de la BBC, asegura en el libro que no había forma de saber de qué pie cojeaba Boris. "Si me llegan a preguntar entonces, hubiera dicho que apoyaba a los socialdemócratas o a los liberales. Creo que tomó la decisión de no ser visto como un tory porque sabía que así perdería las elecciones". Tras ampliar su base de amigos, aliados y conocidos, Boris se hizo con la presidencia del Oxford Union.
"Algunos pensaban que, para Boris, el premio fue más la victoria que la presidencia del Oxford Union”, resume el libro. Sospecha con ecos sobre el presente. Boris es un conquistador nato, es decir, quizá esté más interesado en la conquista en sí que en qué hacer logrado el objetivo. ¿Tendrá ahora en depresión postcoital tras ganar las elecciones?
El pelo de Boris. (Reuters)
El pelo de Boris. (Reuters)

Un pícaro en Fleet Street

La carrera periodística de Boris empezó del modo más estrepitoso posible: con un despido por inventarse una noticia. Puso palabras falsas en la boca de un historiador para forzar un enfoque, el historiador se enfadó y el periódico le echó. Llevaba apenas unos meses haciendo méritos en el 'Times'.
Lo que para cualquier otro hubiera sido el fin, para él fue solo el principio de sus éxitos periodísticos (una vez más, por una mezcla de suerte y buenos contactos). El escritor Max Hastings conocía a Boris porque le había invitado a dar una conferencia en Oxford. Hastings, que entonces dirigía el 'Daily Telegraph', el otro gran periódico de derechas junto al 'Times', decidió repescar a Boris tras caer en desgracia. En parte por enmendar la plana al 'Times', y en parte porque Boris le parecía un tipo ingenioso con posibilidades. No se equivocó.
Boris es el arquetípico inglés excéntrico de clase alta
Pero Boris no triunfó en el periodismo siendo solo un sinvergüenza con encanto y buenos contactos en las élites. Suplió su falta de dotes para el periodismo clásico (reporterismo e investigación) con polemismo y estilo propio, mezcla de arcaísmos, juegos de palabras y ataques burlones. Y lo más importante vista su trayectoria posterior: sabía lo que sus lectores querían leer. Popularmente conocido como el Daily Torygraph, el 'Telegraph' era el periódico serio favorito de las clases medias conservadoras del interior del país (los tabloides de derechas tenían más lectores, pero más lumpen). Un público con unas paranoias clásicas —nostalgia de la vieja Inglaterra, orgullo de sus tradiciones, desprecio a los franchutes— que no explotarían hasta dos décadas después (de la crisis de 2008 al Brexit). El euroescepticismo empezaba a enseñar la patita, con coqueteos del thatcherismo que dividieron dramáticamente a los conservadores, pero la salida de la UE solo era aún para minorías bizarras. Uno de los primeros en articular políticamente ese difuso malestar contra la UE fue Boris, nombrado corresponsal en Bruselas del 'Telegraph' en 1989. Era la hora del francotirador contra los burócratas de Bruselas.
Sus primeros meses de corresponsal fueron complicados, pese a los contactos paternos al más alto nivel (Stanley Johnson, exempleado del Banco Mundial, ex eurodiputado 'tory' y exempleado de la Comisión Europea; Boris había pasado varios años escolarizado en Bruselas). El problema es que Boris seguía teniendo serias carencias periodísticas, aunque desplegaba todo su encanto para que sus colegas le tuvieran informado. Iba a rebufo. Pero en cuanto encontró el filón, retorcer las normativas de la UE hasta el absurdo, ya no paró. No paró de perpetrar artículos sobre, por ejemplo, pescadores británicos obligados a usar redecillas para el pelo en alta mar... por culpa de los malditos burócratas de Bruselas.
Boris se presentaba en las ruedas de prensa de la UE en Bruselas vestido de "fiesta playera en Malibú"
Lo que hizo Boris en Bruselas fue la versión beta de una de las ideas fuerzas del Brexit y de su propia campaña electoral de 2019: el noble pueblo británico contra el 'establishment'.
Pero no era tanto que fuera un profeta político, como que ir a la contra era bueno para sus intereses. "Su genialidad fue darse cuenta de que... los corresponsales escribían crónicas mayormente amables sobre las actividades de la UE. Boris detectó una oportunidad comercial: la posibilidad de hacerse un nombre haciendo lo que mejor sabía hacer: ser diferente".
El Boris de Bruselas subrayó su singularidad con arabescos costumbristas: en la meca de la burocracia y el muermo oficinista, conducía un Alfa Romeo rayado, escuchaba AC/DC a todo trapo, se presentaba en las ruedas de prensa vestido de "fiesta playera en Malibú" y hacía preguntas a los gerifaltes de la UE con un ridículo acento francés (pese a que hablaba perfectamente el idioma). El show de Boris no era inocente: se trataba de ir a la contra.
'Just Boris'
'Just Boris'
Es decir, según su biógrafa, ya entonces, a los 24 años, Boris "pensaba estratégicamente".
Boris explicó su temprana apuesta por el euroescepticismo en una recopilación de artículos ('Lend Me Your Ears', 2004): "En un mercado libre, siempre habrá alguien opuesto a las opiniones convencionales, listo para comprar cuando el mercado está bajo". O el comprar barato, crear demanda y vender caro como orientación profesional consciente. El euroescepticismo como herramienta instrumental para ocupar un nicho periodístico vacío que le permitiera lucirse.
Sus dos artículos más conocidos fueron sobre un supuesto plan de Jacques Delors para convertirse en presidente europeo vitalicio (era una versión exageradísima de una información que había dado 'The Guardian' días antes, pero generó una grave crisis interna en la UE) y otro sobre una presunta imposición de la UE sobre, 'ejem', el tamaño de los condones, que pasaría a ser igual (de pequeño) para todos los europeos. No era exactamente así en ninguno de los dos casos, era Boris retorciendo la realidad, pero marcando la agenda con informaciones más maliciosas y exageradas que 100% falsas.
"Boris desarrolló un nuevo modo de hacer periodismo... que el resto de los medios adoptaron rápidamente", según 'Just Boris'.
Una de las polémicas crónicas del joven Boris desde Bruselas
Una de las polémicas crónicas del joven Boris desde Bruselas
Adiós al reporterismo; hola al 'borisismo'. Un monstruo con dos patas. Pata temática: Los burócratas de Bruselas viven a todo trapo a costa de los contribuyentes británicos y aprueban draconianas medidas restrictivas contra sus costumbres. Pata formal: Agitar el euroescepticismo de "un modo diabólicamente inteligente: con un cóctel de humor y gruesas exageraciones. Entendió rápidamente la importancia de ser hostil y divertido al mismo tiempo. El humor quizá era su arma más devastadora", resume Purnell.
Boris abandonó Bruselas convertido en icono del periodismo británico; para entonces la mayoría de los corresponsales flirteaba ya con el euroescepticismo. El dedo de Boris les había enseñado el camino. El hombre de pelo despeinado podía ser un simpático caradura, pero no era ningún idiota.
Varios corresponsales de la época resumen el método Boris en el libro:
No se inventaba los artículos necesariamente, pero los cocinaba hasta límites deshonestos
1) "Era muy creativo. Lo que decía nunca era del todo falso, sino que estaba en el filo de lo que realmente había pasado… Eran historias difíciles de desmentir directamente, así que nos veíamos forzados a cubrirlas".
2) "No era el mejor de todos nosotros, pero sí el más dado a armar revuelo… Siempre tenía una frase, un ángulo o una información diferente. Pero ¿era porque tenía mejores historias o simplemente porque era mejor vendiéndolas? ¿O quizá era el mejor inventando?".
3) "No se inventaba los artículos necesariamente, pero los cocinaba hasta límites deshonestos".
4) "Como periodista era profundamente irresponsable, y se inventaba las historias".
Tony Blair se convirtió en el primer político 'celebritie', pero Boris fue el primero en hacer reír a la gente
Fuera como fuese: "Su energía, su inventiva, su oportunismo y su testaruda confianza en sí mismo le convirtieron en una fuerza imparable", según Sonia Purnell.
¿Que qué opinaba el gobierno tory? Su figura no era "universalmente popular en los círculos gubernamentales" de Bruselas "pese a su autoproclamado fervor por la causa británica, porque su inteligencia natural, sus travesuras y su ambición le hacían imposible de controlar", según Purnell, pero los coqueteos de Boris con los conservadores ya habían empezado, aunque levantara suspicacias. Un parlamentario 'tory' de la época le calificó de "'enfant terrible' ávido de titulares".
Nigel Farage, líder histórico del UKIP, dice que el logro principal de Boris en Bruselas fue poner de moda el euroescepticismo cuando era una rareza política.
Todo esto lo hizo Boris antes de cumplir treinta años.
Boris con unos amigos. (Reuters)
Boris con unos amigos. (Reuters)

Un niño grande

Boris regresó a Londres en 1994 convertido en periodista icono del 'Telegraph'... de puertas para afuera, porque de puertas para adentro era el niño mimado del periódico. Sus columnas siempre llegaban las últimas, pasado el cierre, con sus compañeros bramando contra él… hasta que Boris se disculpaba, se fustigaba con una sonrisa… y acababa desarmando a todo el mundo.
Aunque sus excompañeros reconocen su brillantez y originalidad como escritor, varios señalan un rasgo de personalidad que, más allá de las ideologías, resulta inquietante cuando uno es primer ministro: Boris es un niño grande.
Boris no ha logrado aún escapar de la mentalidad de un niño de dos años que cree que el mundo gira alrededor de él
1) "Boris solo parece preocuparse por sí mismo. Es como el niño de la guardería que siempre quiere el helado, no importa de quién sea, quién más lo quiere o si hay heridos en el proceso".
2) "Siempre le vi como un niño superdotado de dos años. Tienes esa cosa de los niños chicos: que son extremadamente encantadores y adorables, pero creen ser el centro del universo con total sinceridad. Según vas creciendo, te das cuenta de que el mundo no gira a tu alrededor, pero creo que Boris no ha logrado escapar aún de la mentalidad de un niño de dos años".
"Usaba a la gente sin ningún tipo de remordimientos", recuerda un excompañero al que Boris sonsacaba las informaciones.
"Con Boris se da una relación a la inversa. Cuanto más te acercas a él, menos te gusta. Pero si solo le conoces de verle [en la tele] haciendo bromas en 'Have I Got News For You', piensas que es un tipo estupendo", zanja otro.
Los votantes pueden estar tranquilos, pues. O no.

El rey de la comedia

En 1997, al fracasar su primer intento de convertirse en parlamentario 'tory', su carrera política entró en punto muerto. Entonces ocurrió algo inesperado que disparó su popularidad: sus apariciones en 'Have I Got News For You' ('HIGNFY'), legendario concurso satírico de la BBC donde se destripan las noticias de la semana… y a los invitados.
Boris fascinó a la audiencia con su rapidez para las réplicas y su capacidad para encajar zascas y reírse de sí mismo (característica clásica del humor británico). Su rol era el de representante despeinado y confuso de las élites. Su fama como personaje excéntrico —tipología adorada por los ingleses— quedó fijada esos días de gloria televisiva. Boris el heterodoxo. Parte de su futuro éxito electoral en Londres —ciudad cosmopolita, multicultural, anti-Brexit y 'progre' en relación al resto del país— nació esos días.
'The Spectator'
'The Spectator'
Algo parecido, en definitiva, a lo que ocurrió con Esperanza Aguirre y 'Caiga quien caiga' esa misma época: el blanqueo costumbrista de un político que no pasaba por su mejor momento, aunque con una diferencia típica entre los humores de ambos países: el de 'Caiga quien caiga' era mucho más blanco y conciliador que el de 'HIGNFY', donde Boris tuvo que aguantar varios chaparrones. Un Boris que, por cierto, se despeinaba con las manos justo antes de arrancar el programa; en efecto, su característico remolino capilar es tan natural como unas lágrimas de cocodrilo.
"Boris dejó de ser Boris Johnson: desde entonces, sería Boris a secas", sintetiza con brillantez Purnell. Poca broma con esto. ¿Cuántos políticos conoce usted al que llamemos por su nombre de pila, como si le conociéramos de toda la vida y fuera uno de los nuestros? Pues eso.
"Tony Blair pudo haberle batido para convertirse en el primer político 'celebrity', pero Boris fue el primero en hace reír a la gente, y le amaban por ello", añade Purnell.
Boris fue incluso nominado a un BAFTA por sus intervenciones cómicas en el programa.
"'Have I Got News For You' hizo el milagro de convertir al producto de un club de élite (de Eton a Bullingdon) en un hombre del pueblo, alguien que parecía pertenecer a las masas, al que los estudiantes chocaban las cinco por la calle", zanja Purnell. Boris no solo se había convertido en un tipo guay, si no que tenía potencial como figura 'antiestablishment' por su heterodoxia.
"Que parte del éxito de Boris se construyera sobre sus 'performances' televisivas nos genera cierto sentimiento de culpa", ha dicho Ian Hislop, cerebro de 'Have I Got News For You' y editor de 'Private Eye', semanario satírico de investigación famoso por la mandanga que maneja: si usted quiere chismorreos potentes sobre el 'establishment' británico (políticos, periodistas, empresarios), 'Private Eye' es su revista. No obstante, Hislop también ha dicho que echar la culpa a 'HIGNFY' del ascenso de Boris es sacar las cosas de quicio.
Boris en 'Have I Got News For You'
Boris en 'Have I Got News For You'

Boris tenía entonces 33 años. Poco tiempo después daría el salto a la política, pero ya se había convertido en el personaje que es hoy.
Lo que vino después —ya en el siglo XXI— alcaldía de Londres, salto al gobierno de David Cameron, apoyo al Brexit (con puñalada por la espalda al primer ministro incluida). Su decisión fue clave para que la campaña del Brexit cogiera velocidad. Clave y tortuosa. Boris no la tomó hasta el final, a cuatro meses del referéndum, cuando todo apuntaba a una derrota del Brexit. Sus dudas llegaron al punto de preparar una columna para el 'Daily Telegraph' desvelando su apoyo al Brexit… y otra defendiendo lo contrario. Doble ejercicio de estilo con vehementes argumentos a favor y en contra. ¡Por algo había sido el rey de los clubs de debate en Oxford! Me da lo mismo/lo mismo me da. Las dos columnas demostrarían su oportunismo, según muchos analistas, o el político vacío de ideología cuya única preocupación es su carrera, pero lo cierto es que Boris tomó la opción más arriesgada.
'Private Eye'
'Private Eye'
El 'Telegraph', por cierto, le pagaba entonces 275.000 libras anuales (333.000 euros) por una columna semanal (sale a 6.400 euros por columna). Boris, según Purnell, tiene una obsesión patológica con ganar dinerete.
Volvamos al día en que Portillo le dijo a Boris que debía elegir entre comedia y política. "Boris no entendía por qué tenía que elegir. Para él bromear era un recurso para alcanzar la audiencia más alta posible. 'El humor es una herramienta que puedes usar para dorar la píldora y colar así tus principales objetivos', dijo Boris en una entrevista… También le ha servido para desarmar a sus oponentes. Y le ha librado de sonar demasiado derechista, demasiado ambiguo o demasiado duro. Sabe que es 'esencial' para alguien con sus antecedentes y su amor propio no 'parecer demasiado ambicioso'”, cuenta Purnell en el libro.
Si la campaña del Brexit debería estudiarse en las facultades de políticas, la vida del joven Boris debería estudiarse en las escuelas de negocios. La creación de la exitosa marca Boris.
Boris Johnson con un simpático conejo. (EFE)
Boris Johnson con un simpático conejo. (EFE)
La paradoja es irresistible: el niño pijo de Eton y Oxford, adicto al dinero y bufón de la flor y nata, convertido en la voz del pueblo contra el 'establishment'. Impostura parecida a la del millonario Trump triunfando como candidato de las clases populares (en parte por incomparecencia de la muy 'mainstream' Hillary Clinton, todo sea dicho). Tomar a Trump y Boris por dos payasos/minusvalorarlos no ayudó a medir el nivel de amenaza. La élite rebelde pastorea ahora el malestar ciudadano.
Es probable que Boris sea un simpático golfo sin escrúpulos, pero su olfato político, su capacidad para leer la época y su encanto para atraer al electorado es innegable. También ha tenido suerte, a veces el contexto lo es todo, y se ha subido a la ola populista buena contra la que aún no hay antídotos claros. Y mientras muchos lloran ahora por su triunfo, Boris sigue riendo. Quien ríe el primero, ríe mejor.

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