domingo, 9 de febrero de 2020

Y Arrimadas entra, en el arco de Casado....

Adelantado en 
Solo han pasado tres meses desde que Albert Rivera dimitió. Sin embargo, Ciudadanos afronta su mayor transformación de la mano de Inés Arrimadas que, de momento, se inclina por cambiar el rumbo estratégico del partido. Evitar a toda costa una alianza preelectoral con el PP fue una de las decisiones clave de Rivera. También su apuesta personal por algunas candidaturas autonómicas como la de Lorena Roldán en Cataluña (dando vía libre al salto nacional de Arrimadas), o el rotundo veto a Pedro Sánchez, que le llevó a sus mejores resultados en abril... y a una repetición electoral que firmó su final político. Noventa días en los que la futura presidenta del partido desmonta ese legado: propone pactos abiertos con PP y PSOE (al menos sobre el papel), y quiere listas conjuntas para las próximas tres citas electorales.

Ni hablar de España Suma

Cuando en julio del año pasado dirigentes del PP empezaron a lanzar la propuesta de España Suma, Ciudadanos tardó semanas en pronunciarse. El entonces indiscutible líder y sus dos principales consejeros —José Manuel Villegas como fontanero del partido y Fernando de Páramo al frente de la estrategia comunicativa— tenían claro que no debían entrar en el marco de Pablo Casado. Los naranjas solo veían desventajas: estaban a 9 escaños de los populares tras el 28-A (con 57 diputados, el mejor resultado de su historia) y, sobre todo: aún confiaban en que no habría repetición electoral.
Rivera había rechazado dos reuniones con Pedro Sánchez (en junio y julio) y apostaba por un acuerdo entre socialistas y Unidas Podemos en septiembre. Casado, que sí se vio con el presidente en funciones cuando lo citó, tenía una sospecha muy distinta. Por eso, la maquinaria electoral de Génova empezó a funcionar en pleno verano. Ofrecían replicar el modelo de Navarra Suma al panorama nacional con un único argumento: unir al centroderecha para sumar frente a Sánchez.
Rivera desapareció en el mes de agosto para evitar presiones con la investidura. Sus cuadros trataban de explicar el rechazo a la propuesta: la coalición invisibilizaría a Ciudadanos, acabando con los matices: "Somos un proyecto autónomo, totalmente independiente. Un partido liberal y no conservador". Ya en septiembre, Rivera reapareció firmando la sentencia final a la propuesta: "Hay que sumar con inteligencia. Y la corrupción del PP resta". Solo habría alianzas poselectorales.
Rivera insistía en que España Suma diluiría a Cs dentro del PP y acabaría con los matices. Lo que él rechazó es ahora la apuesta del partido
En noviembre, Ciudadanos se desangró hasta quedarse en 10 diputados. El resto de la historia es de sobra conocida: Rivera dimitió y convocó un congreso, que llegará en apenas un mes y medio y que debería confirmar a Arrimadas como nueva líder. Sin embargo, los plazos pueden alterarse por completo. El probable adelanto electoral en País Vasco y Galicia —y el catalán, que llegará en unos meses— ha provocado que la portavoz parlamentaria active un nuevo modo electoral con la propuesta que siempre rechazó Riveralistas conjuntas con el PP y otras organizaciones constitucionalistas para esas tres comunidades autónomas.

Cuando todo cambia

A lo que se negaba la anterior cúpula naranja... se ha convertido en la principal apuesta de la actual. Han pasado solo unos meses, pero fuentes del partido reconocen que "las circunstancias son distintas y excepcionales". Defienden adaptarse a la coyuntural actual, especialmente en estos tres territorios donde ven una amenaza nacionalista inminente: dan por hecho que el PSOE reeditará los tripartitos y bipartitos tras las citas electorales si la suma da entre las izquierdas y las formaciones nacionalistas (PNV, BNG y ERC, respectivamente).
Si para el anterior líder era una prioridad evitar diluirse en las siglas del PP, el núcleo duro naranja ahora apuesta por la supervivencia del partido, también en las dos comunidades en las que no logró representación institucional en 2016. Igual que en Navarra, Ciudadanos insiste en que no tiene nada que perder en Galicia y Euskadi. Su principal condición pasa por pactar una marca común —aunque esté liderada por los populares— a cambio de hacer lo mismo en Cataluña, pero a la inversa.
El presidente del PP, Pablo Casado, junto a la portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo (i), y el secretario general, Teodoro García Egea (d). (EFE)
El presidente del PP, Pablo Casado, junto a la portavoz, Cayetana Álvarez de Toledo (i), y el secretario general, Teodoro García Egea (d). (EFE)
Arrimadas lanzó la propuesta catalana cuando Quim Torra confirmó que convocaría elecciones en unos meses, y decidió extenderla a las otras dos comunidades previendo que el adelanto podría llegar. El 'pack' permite a los naranjas un equilibrio de fuerzas: el PP les integra en sus dos territorios más hostiles, y Ciudadanos recupera al PP en Cataluña, donde en 2017 se quedaron en apenas cuatro diputados en el Parlament.
La propuesta de Cataluña tiene detractores internos, especialmente los que creen que la marca del PP puede ahuyentar a un votante clave, el del cinturón rojo de Barcelona que hace tres años apostó masivamente por el color naranja. Rivera tampoco fue partidario de tender puentes con los populares en esta comunidad, ofreciéndoles sencillamente que se diluyeran ante una candidatura ganadora que era la de Arrimadas. Tampoco autorizó prestarles un diputado para que formaran grupo propio. El equipo del que se rodea ahora Arrimadas tiene claro que después de ganar unas elecciones y no ser capaces de gobernar —a lo que hay que sumar la debacle que aparece en todas las encuestas— el partido está obligado a liderar una fórmula novedosa que integre todos los sectores constitucionalistas.

La prueba de fuego: Cataluña

Los dirigentes que respaldan la propuesta creen que en Cataluña funcionará para la mayoría de votantes que quieren unión y que reclaman una fórmula común como la que tuvieron los independentistas bajo la marca 'Junts Pel Sí': "Ellos son capaces de unirse, y nosotros no", insisten. Si la candidatura cuaja, el siguiente punto será encontrar un candidato de consenso con todos los actores implicados en la lista. Aunque la decisión recaerá en manos de los naranjas como principal fuerza, Lorena Roldán —actual portavoz en el Parlament y candidata de Ciudadanos tras superar unas elecciones primarias— tiene muy pocas papeletas para seguir.
En el PP catalán no creen que sea la líder adecuada para el proyecto. Y tampoco en Ciudadanos se disponen a confirmarla, repitiendo únicamente que es la candidata de su partido. Sortean la cuestión y dejan abierto cualquier escenario, amparándose en que los nombres serán "lo de menos" y que lo más importante es que haya acuerdo.
La candidatura de Roldán fue una decisión también de Rivera y su núcleo duro. Cuando el partido y Arrimadas empezaron a estudiar el posible salto de la jerezana a la política nacional, la búsqueda de su sustituta se agudizó. Apuntaba maneras: trabajadora, concienzuda, insistente y buena oratoria. Que la candidata fuera una mujer y reflejara fuerza y beligerancia en el discurso contra el nacionalismo eran otros dos requisitos fundamentales: la dirección naranja quería que se pareciera lo máximo posible a Arrimadas.
Los líderes del PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera. (EFE)
Los líderes del PP y Ciudadanos, Pablo Casado y Albert Rivera. (EFE)
Precisamente, los detractores de la decisión lo criticaron: veían, reconocen a este diario, "una operación de marketing político sin pararse a estudiar otros perfiles y talentos". Los mismos que recordaban que el éxito de Arrimadas sería irrepetible: no solo por la candidata, sino por el momento tan especifico en el que llegaron aquellas elecciones.
Después de lanzar a Roldán, Rivera siguió los mismos pasos que auparon a Arrimadas. Incluyó a la dirigente catalana en la ejecutiva nacional y la nombró portavoz, para que cada lunes los medios nacionales tuvieran su imagen dando una rueda de prensa. Además, Roldán se hizo con la portavocía del Senado, asegurándose una proyección que en la sede de Ventas enseguida aprobaron: ganó soltura, defendía bien las tesis del partido y llevaba a la Cámara de representación territorial de Madrid todos los desmanes del independentismo.
Ahora, en cambio, la líder interina del partido no confirma a su compañera como candidata de una lista transversal y constitucionalista en Cataluña. Arrimadas respaldó a Roldán siempre, pero la apuesta fue de Rivera.
Más allá de la estrategia marcada para las citas electorales, muy alejada de la anterior cúpula, la primera propuesta que lanzó Arrimadas poco después de la dimisión de Rivera ya fue una enmienda a la campaña electoral de su antecesor. Lanzó la 'vía 221' acabando con el veto a Pedro Sánchez y al PSOE. El propio borrador de estrategia política elaborado por la gestora del partido y que deberá aprobar la hoja de ruta de la formación en el congreso de marzo habla de reivindicar un espacio de centro y liberal, capaz de entenderse a derecha e izquierda.

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