Jugada táctica de Banco Santander. La primera entidad española ha llevado a cabo un ajuste contable histórico, que ha provocado las primeras pérdidas de su registro, con números rojos de 10.798 millones. El grupo cántabro ha realizado un deterioro del valor de activos intangibles que tiene en balance como son los fondos de comercio y, además, ha recortado el valor que da a los activos fiscales diferidos (DTA) que generó en la crisis financiera con las provisiones de 2012 y con la compra de Banco Popular en 2017.
Fuentes financieras próximas a la entidad explican que Santander ha optado por adelantar a 2020 todos los saneamientos posibles, dando el año por perdido, para presentar cuentas más sólidas cuando mejore el panorama. El veto del Banco Central Europeo (BCE) a repartir dividendos durante todo el año habría terminado por convencer al grupo presidido por Ana Botín de ahondar en los saneamientos.
El golpe ha sido de 10.100 millones en el fondo de comercio y de 2.500 millones en los activos fiscales. Son cargos contra los resultados, aunque no afectan a la capacidad de repartir dividendos o al capital, porque en términos regulatorios estos activos valen 0. “Es el resultado de un ejercicio que hacemos todos los años, normalmente en el último trimestre, pero este año por el entorno económico diametralmente diferente lo hemos hecho ahora”, explicó el consejero delegado, José Antonio Álvarez.
Santander está ajustando ahora negocios adquiridos antes de la 'Gran Crisis Financiera', con un valor superior al contable. Algo que ahora parece impensable por el descuento al que cotizan los bancos, pero que hace 15 años era una constante en el sector financiero europeo. Con Reino Unido llueve sobre mojado. Desde 2016, año en el que ganó el Brexit, Santander ha recortado su fondo de comercio en casi un 90%, desde los 8.679 millones hasta los 1.000 millones actuales.
Ya en septiembre realizó un ajuste de 1.500 millones, y ahora otros 6.100 millones (el volumen de los ajustes no coinciden plenamente con la evolución del fondo de comercio por el tipo de cambio). Aún queda margen para que tenga que realizar nuevos recortes en el fondo de comercio, según analistas consultados, aunque Álvarez ha descartado que pueda volver a ocurrir en 2020. De esta forma, Santander borra casi en su totalidad el valor extra respecto al contable que tenía adjudicado al negocio en Reino Unido, adquirido en su momento a través de compras de Abbey, Alliance & Leicester o Bradford & Bingley.
El recorte alcanza el 100% en las filiales Consumer USA y Consumer Nordics, con 2.330 millones y 477 millones de ajustes respectivamente. Por su parte, ha ajustado en 1.192 millones el fondo de comercio de Polonia, reduciéndolo en un 47%. El más importante pasa a ser ahora el de Brasil, con 4.388 millones según el dato del cierre de 2019, por delante de Santander Bank National Assotiation, filial con sede en Boston (1.828 millones); Consumer Alemania (1.236 millones); SAM Investment Holdings Limited (1.173 millones); Portugal (1.040 millones) y España, principalmente por la compra del Popular (1.027 millones).
El fondo de comercio de Banco Santander rozaba los 27.000 millones en 2016, con Reino Unido a la cabeza con 8.679 millones. Este activo intangible estaba heredado de las compras realizadas para expandirse geográficamente por Emilio Botín, adquisiciones en su mayoría con sobreprecio respecto al valor contable. Ya con Ana Botín, la entidad ha reducido casi a la mitad el fondo de comercio con estos ajustes, hasta el entorno de los 14.000 millones. Así, Brasil queda ahora a la cabeza. De hecho, es también el principal mercado del banco, con el 52%. Pero analistas consultados apuntan a que el empeoramiento de perspectivas económicas en Brasil y el nuevo escenario de tipos en Europa podrían provocar futuros ajustes del fondo de comercio brasileño y español.
Créditos fiscales
Lo mismo que con los fondos de comercio ocurre con los activos fiscales diferidos (DTA). Esto son deducciones fiscales generadas por pérdidas en el pasado ligadas a la crisis inmobiliaria que el banco tiene derecho a usar durante los próximos años, mejorando así su factura fiscal. El empleo de estos activos dependen de que el banco genere beneficios en los próximos años, en caso contrario tiene que darlos de baja de su balance. Las peores perspectivas han hecho que Santander ajuste en 2.500 millones su saldo de DTA en España, cerca de la mitad de los 5.089 millones que tenía en activos fiscales no monetizables en España a finales de 2019. Junto a ello, tenía otros 7.422 millones DTA monetizables, garantizados por el Estado.
Esto no implica que Santander renuncie al cobro futuro de estos activos frente a Hacienda, pero sí que ve más difícil hacerlo, como explicó Álvarez. Como ocurre con los fondos de comercio, el banco se ha blindado así de potenciales pérdidas en los próximos trimestres, ante la crisis generada por la pandemia. Se ha adelantado de este modo a muchos competidores, y si por el camino mejoran las perspectivas, sus cuentas saldrán reforzadas por las plusvalías generadas por esta jugada táctica.
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