Oviedo asume la reparación del palacio de Inclán-Valdés ante la inacción del Estado
Desde hace casi un año, el edificio, para el que se quiere pedir su catalogación como BIC, está andamiado para proteger a los peatones
Tras años de abandono, el Ayuntamiento ha acabado por asumir la limpieza de la cubierta y el arreglo de las bajantes del palacio de Inclán-Valdés, en la plaza del Sol. La imagen de este edificio protegido con el tejado poblado de maleza -plumeros de la Pampa, incluidos- a escasos metros de las Casa Consistorial y la inacción del Estado, su propietario, han empujado al equipo de gobierno a acordar la ejecución subsidiaria de los trabajos más urgentes para frenar su deterioro y garantizar la seguridad de los viandantes. La tarea es de conservación estrictamente: «Limpiaremos los canalones, aseguraremos varios tramos que están colgando sin una sola palomilla, retiraremos las plantas de la cubierta y sanearemos alguna cornisa dañada», explicó el arquitecto Felipe Díaz de Miranda, que dirige el tajo para la contratista municipal de ejecución subsidiaria de obras, FCC.
Los trabajos, sin embargo, han dado pie a una iniciativa para su protección. En el curso de las visitas al inmueble previas a las obras actuales, Díaz de Miranda entró en contacto con un funcionario de Prisiones, dirección general que ahora ocupa parte del edificio, «e historiador», que ha recopilado abundante documentación histórica sobre este palacio barroco «de cara a pedir su protección como Bien de Interés Cultural al Principado», explicó el arquitecto. El edificio, obra del arquitecto Manuel Reguera para la familia Inclán en 1759, está incluido en el Catálogo Municipal con el grado de protección Integral Singular y fue incluido en el Inventario Arquitectónico de Interés Histórico Artístico en 1979. Su declaración como BIC podría servir para frenar su deterioro. La de mantenimiento de los canalones ha acabado por filtrar el agua hacia los muros. Si fuesen de sillares de piedra ya sería mala noticia, pero la mayor parte de la obra es mamposte y arcilla, por lo que la penetración del agua puede desagregar las fábricas.
Desde el pasado septiembre, cuando la caída de cascotes obligó a los Bomberos a intervenir, las fachadas a la calle Carpio y a la plaza del Sol están andamiadas para proteger a los peatones.
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