GIJÓN
Reconversión minera, siderúrgica, naval, láctea o industrial. Asturias tiene larga experiencia de décadas en procesos de ruptura económica, y parece que la hostelería va a protagonizar el próximo episodio. Un golpe para el sector que va a causar muchos cierres: así se percibe desde el segmento de bares de copas, pubs y discotecas las nuevas restricciones adoptadas por el Principado para combatir la COVID 19, entre otras el cierre de establecimientos como muy tarde a las dos de la madrugada y la prohibición de atender en barra después de medianoche. Tras el brote de la cervecería Urban’s, en el barrio ovetense de La Corredoria, y los positivos asociados a La Buena Vida, en Gijón, sociedad y autoridades han puesto el foco en un sector en el que se considera que están pagando justos por pecadores. Los propietarios creen que los mayores incumplimientos y negligencias se están dando en los locales más grandes y más orientados al baile con música amplificada.
Tania López es la propietaria de El Patio de Butacas, en Pola de Siero. «Estamos un pelín decepcionados y disgustados con la decisión», reconoce y admite que solo les queda aguardar en calma tensa «lo que puede pasar con el sector». «Sinceramente, esto es un mazazo para la hostelería», lamenta con cierta resignación, ya que cree que «se está criminalizando a la hostelería cuando los brotes pueden salir en cualquier otro sector».
Un segmento de actividad en el que se han tomado «medidas del todo exigentes desde el primer día, desinfectando mesas y sillas cada vez que se levanta un cliente, pomos y puertas, servicios, trabajando con mascarilla las horas que haga falta… lo único que conseguimos a cambio son restricciones cada vez más y más severas».
En este sentido, no puede evitar pensar que la mala praxis de algunos grandes incumplidores del ocio nocturno está arrastrando consigo a todo el sector en el Principado. «Seguramente habrá locales que no lo hayan hecho bien y no acaten las normas», apunta. No obstante señala que la gran mayoría de establecimientos están cumpliendo, «respetando la distancia de seguridad y perdiendo de vender un montón por el aforo».
En su propio negocio tienen que, en muchas ocasiones, impedir la entrada «cada día a personas que vienen a tomar algo y no caben». «Acataremos y llevaremos a cabo las normas», insiste, si bien recalca que «no puede ser que uno de los sectores más restringidos y que más ha sufrido sea al que cada vez se le estén tirando más piedras encima». «Yo ya no sé qué más tenemos que hacer», comenta, ante lo que considera que «es un acoso y derribo. Van a cerrar un montón de locales a los que echaremos en falta cuando dejen de facturar y pagar impuestos».
Esta hostelera lamenta profundamente el daño a largo plazo que se le está haciendo al turismo en la región, con «comentarios despectivos hacia otras comunidades y a través del acoso interno a los propios negocios de hostelería».
Unas medidas pensadas para las discotecas
Fernando Neira, propietario del pub Morrison, en Gijón, reconoce que, en su caso, les «afecta más el tema de la barra, porque tenemos una grande y es una medida medio rara». Y es que no puede evitar preguntarse si «el virus no está hasta las 12 de la noche, pero luego ya puede contagiarse».
Considera, en este sentido, que se trata de una limitación pensada especialmente «por las discotecas» que se ha aplicado a todo el sector «en común». El establecimiento tiene, en circunstancias normales, licencia para cerrar más tarde de las dos de la madrugada, no obstante su propietario considera que «al establecerse un horario de cierre para todos por igual ya va a entrar en juego el sentido común de la gente, ya que si quieren disfrutar de un bar tendrán que ir más temprano».
Cree que «esas horas muertas que había antes a la hora de la cena las tendremos ahora más ocupadas, porque la gente saldrá más temprano». «Si no nos cierran hay que acatar lo que nos dicen», asume y recalca que «si esto beneficia a que haya menos contagios nos sumamos y haremos respetar a rajatabla lo que nos piden».
Horas de más facturación
Miguel es el dueño del Rocket Rock & Roll Bar de Oviedo. Entre las reestriciones al ocio nocturno adoptadas reconoce que «el nuevo horario» es la que más efecto tendrá en su negocio, ya que le priva de «las dos horas de más facturación».
Considera que los clientes «tendrán que empezar a salir antes», algo que ve complejo, ya que «en Oviedo el fin de semana la gente viene tarde a los bares, porque está en la playa, en el pueblo… de lunes a jueves no nos afecta tanto».
Por suerte dispone de «un local amplio con nueve mesas de antes, por lo que tenía el trabajo hecho previamente». Ante la prohibición de atender en la barra a partir de medianoche destaca que va a proceder a implementar esta medida «no ya a las doce, sino directamente». «Si tengo que ponerme a las doce a decirle a la gente que se siente va a haber conflicto», prevé.
En esta línea admite que prefiere «tirar por la calle de en medio y tener a todo el mundo sentado, que además se controla mejor el aforo».
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