No fue, en realidad, el sentido de la oportunidad sino la premura por las imposiciones del confinamiento, los que ha llevado a buena parte de las economías europeas a apostar por el teletrabajo. Y, de hecho, el sistema de empleo a distancia todavía arrastra numerosos problemas sin resolver respecto al reparto de gastos entre trabajadores y empresas y, ante todo, soluciones para la conciliación porque la cuarentena obligó además a suspender las clases en los colegios. En todo caso, la capacidad para asumir este reto varía enormemente entre comunidades y Asturias parte de una posición de ventaja.
Así lo indica el informe Capacity for remote working can affect lockdown costs differently across places, publicado por la OCDE sobre el diferente impacto en las distintas regiones europeas del coste de un confinamiento en función de su capacidad para desplegar el trabajo en remoto. En ese estudio sólo cinco comunidades españolas aparecen en el mapa con la posibilidad de llegar a un porcentaje superior al 30% de teletrabajo dentro de sus economías: Madrid (a mayor distancia del resto, con más del 40%) y en un intervalo de entre el 30% y el 35%, Asturias, País Vasco, La Rioja y Cataluña. En comparación con Europa, España aparece como un estado con menos capacidad para el teletrabajo respecto a las tasas de Francia o Alemania. En un gráfico de comparación regional, la OCDE destaca a Madrid como la comunidad española con mayor posibilidad de dedicar empleo al teletrabajo y a Baleares como la que menos.
En principio, el informe de la OCDE destaca que la capacidad trabajar mantiene una relación intensa con las habilidades de las ocupaciones en función de los estudios; y que «las tasas de trabajo remoto potencial en todas las regiones reflejan la composición de habilidades de la fuerza laboral local» con mayor capacidad a amyor porcentaje de población con estudios superiores. Pero no siempre es así, y de hecho en España señala que hay muchas comunidades en las que un amplio porcentaje de la población ocupada no puede acceder al telebrabajo pese a tener tasas de estudios superiores que en otros lugares.
En este sentido, el informe apunta que «la evaluación del impacto económico potencial de las medidas de confinamiento tomadas para frenar la propagación del coronavirus plantea varias cuestiones fundamentales sobre el reparto geográfico de las ocupaciones. Dada la propagación más rápida de la pandemia en las ciudades, es posible que se deban imponer medidas de contención más estrictas. Sin embargo, el mayor potencial para el trabajo remoto observado en las ciudades podría ayudar a compensar el impacto económico inmediato más fuerte de las medidas de contención más estrictas. Además, los cierres son potencialmente más dañinos en las ciudades, donde se concentran la mayor parte de los trabajos del sector servicios. La posibilidad de generar actividad económica de forma remota proporciona una fuente específica de resiliencia, que tiende a ser más fuerte en las ciudades que en las zonas menos densamente pobladas».
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