El Ayuntamiento de Oviedo paraliza la puesta en marcha de las nuevas líneas de autobús
Justifica el retraso por las «consecuencias derivadas de la pandemia» y el «drástico» descenso de viajeros e ingresos
No fue en agosto de 2019 como estaba programado -el cambio de gobierno frustró su puesta en marcha- y tampoco será inminente. El departamento de Servicios Básicos del Ayuntamiento emitió hace días un informe por el que paraliza, de nuevo, la puesta en marcha de las nuevas líneas de autobús de TUA. Según pudo saber ayer este diario, el Consistorio justifica el nuevo retraso en la modificación del servicio por los evidentes problemas que arrastra el transporte público de viajeros debido a la pandemia.
«Debido a las consecuencias derivadas del COVID-19, (paralización durante el estado de alarma de la tramitación de procesos administrativos, descenso acusado de ingresos por reducción drástica de la demanda de viajeros, etc.) no se pude dar una fecha de puesta en marcha de las modificaciones previstas en la red de transporte urbano de Oviedo», indica el informe del servicio.
Concluida la fase de alegaciones, sobre la propuesta inicial se aceptan las demandas de los vecinos para mantener la cabecera de la línea A en Llamaoscura (La Manjoya) y no en el Centro Médico, como defendía el comité de empresa de TUA, y la línea K proseguirá con sus paradas en Montecerrao y poco más.
El contratiempo supone una nueva paralización del plan de mejora del transporte que, durante su tramitación ya sufrió reveses y trabas burocráticas. Al afectar al contrato con la empresa TUA, con su modificación se regularizarán las modificaciones anteriores y que no se habían incorporado al acuerdo.
Con todo, y cuando sea, la reordenación supondrá extender la red otros 48 kilómetros más. El nuevo mapa sumará 241,65 kilómetros de rutas, frente a los 193,75 del actual, implantado en 2014. Se trata de la mayor expansión del servicio, un 24,7%, desde su creación. Y se hará con un coste mínimo, apenas 200.000 euros.
A grandes rasgos los cambios en la red supondrán llevar el autobús a sitios donde no llegaba, a cambio de ajustar o reducir las frecuencias de algunos de los recorridos actuales. Solo así se mitigan los costes de una línea como la I, que añade, por sí sola, 21,3 kilómetros a la red, aunque sea con frecuencias de 75 minutos y microbús.
De las catorce líneas del servicio, nueve sufrirán cambios de cierta importancia y se crearán otras dos: una circular entre Llamaquique y Fabarín, que dará servicio a la falda oeste del Naranco con microbuses, y una línea rápida, la R, que unirá La Corredoria con los campus universitarios: solo funcionará los días laborales, contará con una veintena de paradas y dará servicio también a los trabajadores del polígono del Espíritu Santo. La línea nace con vocación universitaria y se espera que absorba parte del flujo de usuarios de la saturada línea C por su atractivo para llegar a las facultades y el HUCA con un 60% menos de paradas que la anteriormente citada. De hecho, los técnicos esperan que la línea R de beneficios. El cálculo era que captaría 1.2 millones de viajeros al año generando cerca de un millón de euros. Todo eso antes de la pandemia, claro está.
El plan de movilidad
El anterior equipo de gobierno, el tripartito de izquierdas, separó la modificación de las líneas de autobús, que asumió Infraestructuras, de la redacción del Plan de Movilidad, negociado de Urbanismo. Tras renegar del plan, PP y Ciudadanos acabaron asumiendo el documento de trabajo justo antes del confinamiento. Tendrá también que responder a las nuevas necesidades de espacios públicos. Y al escenario y enjuagues entre concejalías habrá que sumar al liderazgo que ha tomado Seguridad Ciudadana en cuanto a las peatonalizaciones en el centro de la ciudad.
Mientras, las nuevas líneas de autobús seguirán esperando. Para su puesta en marcha hace falta una campaña de difusión, obras en las nuevas paradas y compra de vehículos. Que, de nuevo, se retrasan.
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