El Principado metió ayer un nuevo color en el mapa regional del coronavirus, el naranja que marca a aquellos concejos con una tasa de incidencia creciente, que ya ha alcanzado los 64 casos por cada 100.000 habitantes, más del doble que la media asturiana. Son Cabrales, Parres, Ribadesella, Llanes y Cangas de Onís. Hasta ahora los azules marcaban aquellos con más diagnósticos, los verdes a los que se encontraban mejor y el blanco a los que estaban limpios de COVID-19. Sobre el plano de Asturias todavía se pueden encontrar islas blancas en las que la pandemia solo ha llegado a través del teléfono o de los medios de comunicación. Los últimos datos del Observatorio de la Salud demuestran que todavía hay 16 municipios sin un solo positivo desde el inicio de la pandemia. Son estadísticas correspondientes al 18 de agosto, es decir, tienen algo más de una semana.
Manchas blancas
Esas manchas blancas se concentran, fundamentalmente, en el occidente y en los Valles del Oso. En la zona oriental solo quedan dos reductos, Peñamellera Alta y Caravia. En la cuenca, resiste Sobrescobio. En el suroccidente, hace lo propio Degaña. El resto son San Tirso, San Martín de Oscos, Villanueva de Oscos, Santa Eulalia de Oscos, Taramundi, Pesoz, Grandas de Salime y Villayón, cerca del límite con Galicia; y Teverga, Yernes y Tameza, Proaza y Santo Adriano. Ni siquiera la movilidad recuperada tras el final del estado de alama ni tampoco la actividad turística ha modificado la situación de estos concejos para los que el Principado, en su día, ya pensó solicitar una aceleración de la desescalada. Comparten algunas características, además de ese color blanco que los distingue por no tener ni un caso. Son rurales. Todos, con la excepción de Caravia, del interior. Todos, salvo Villayón y Teverga, con un padrón inferior a los 1.000 habitantes. Todos con una población muy envejecida.
Hay un listado paralelo de municipios con una presencia residual de casos, que se mantienen con uno desde hace semanas. Esa es la situación, por ejemplo, de Illano, Somiedo, Quirós, Sariego, Caso y Onís. Con dos diagnósticos positivos aparecen Boal, Riosa, Illas, Cabranes, Ponga y Amieva. Esto confirma que un largo listado de la Asturias rural está manteniendo el virus alejado, pese a que los positivos han crecido de manera considerable y a la declaración de diferentes brotes, a lo largo de la región.
El perfil de la población que en esta nueva etapa de la epidemia se está infectando no coincide con el perfil que aflora del padrón de estos concejos. La edad media actual de los diagnosticados en Asturias es de 39 años. Por tramos de edad, se ha confirmado la presencia del virus en nueve bebés de menos de un año y en otros 56 niños de menos de 14 años. Hay 81 jóvenes de menos de 18 diagnosticados y otros 80, entre los 18 y los 24 años. La franja contraria de edad, la de los ancianos, aparece ahora casi desierta. Solo se ha diagnosticado la COVID-19 en seis mayores de 90 años y en otros 15 más que tenían más de 80.
La zona en alerta
Ayer mismo, a primera hora del miércoles, el Principado decidía activar la alerta naranja después de que en el área sanitaria VI, el que engloba a estos cinco concejos, se haya detectado una incidencia de 64 casos por cada 100.000 habitantes. Esto es más del doble de la media asturiana. Además, según detalló Mario Margolles, director del Observatorio de la Salud del Principado, en la zona hay activos cuatro brotes, en Cabrales, Parres, Ribadesella y Llanes; y se han cerrado a las visitas tres residencias de mayores. Dos de ellas son por prevención y la Ulpiano Cuervo de Colombres por el positivo de un residente.
Solo en agosto, se estudiaron más 250 contactos estrechos en esta área sanitaria y eso sin incluir los llamamientos públicos realizados ni los contactos del cribado comunitario que se puso en marcha en Poo de Cabrales. El director general de Salud Pública, Rafael Cofiño, explicó la importancia de esos datos «Eso significa muchísimo. Muchos tienen múltiples contactos, incluso entre sí. Es una exposición en red. Esto es mucho peor porque es más difícil de controlar y no podemos cortar un único hilo», argumentó.
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