miércoles, 24 de febrero de 2021

Amazon y....Pinín.

¿Qué va a suponer realmente Amazon para Asturies? La llega a Bobes multilplicará forzosamente el tráfico en el área central de Asturies, pero los 2.000 empleos anunciados por la multinacional están por demostrarse. Por Ekaitz Ekaitz Cancela Periodista e investigador independiente. Es autor del libro 'El despertar del sueño tecnológico' (Akal) y del estudio 'La economía política del capitalismo digital en España' (Instituto 25M). Si hubiera de extraerse una lección sobre el estado de la economía post-covid, esta sería que las tecnologías digitales han salido al rescate de las cadenas de valor globales, reforzando así las lógicas estructurales más extractivas del capitalismo y acentuando la lucha de clases. Ante esta abrupta transformación, Asturies se encuentra sumida en los cantos de sirena de los apóstatas ortodoxos del libre comercio. La creación de 2.000 empleos ha sido enarbolada desde los medios para justificar la llegada a un polígono de Bobes, Siero, del segundo centro logístico de Amazon más grande de España. Cabe esperar poco más que precariedad, evasión fiscal y un drenaje constante del valor producido en la economía local hacia los accionistas del leviatán tecnológico. La empresa de Jeff Bezos, uno de los hombres más ricos del mundo al ganar 716.0000 euros cada 5,56 segundos gracias a Amazon, es probablemente la multinacional más poderosa del planeta, con enormes márgenes de rentabilidad anuales. El pasado año alcanzó un nuevo récord de ingresos, 386.064 millones de dólares en 2020, un 37% más que el año anterior, lo que supone unos beneficios de 24.178 millones de dólares, un 72% más que 2019. Siempre según el propio resumen financiero de la empresa, analizado por Yago Álvarez para El Salto, la empresa ha pagado porcentualmente en impuesto de beneficios un 7,08%, inferior al que pagaría cualquier pyme asturiana, quienes además han tenido que pedir una moratoria para las obligaciones fiscales más inmediatas y aplazar pagos de IRPF, IVA y Sociedades. Nada nuevo bajo el sol: estas desigualdades son inherentes al capitalismo. Amazon se aprovecha de las Pymes para crecer El éxito de Amazon se asienta en la capacidad para vender productos a un coste más bajos que sus el de competidores, lo cual tiene dos efectos colaterales: eliminar competidores, centralizando en su plataforma cada vez más beneficios, y conseguir un enorme flujo de caja e inversiones a corto plazo, el pasado año de 55.300 millones de dólares. Este es el principal motivo económico por el Amazon puede soportar la pandemia y aprovecharse de la crisis de buena parte de las pymes españolas para seguir creciendo, arrebatarles volumen de mercado e incluso comprar o adquirir competidores. Los datos muestran que desde 1997 Amazon ha realizado 107 adquisiciones y fusiones. Siendo claros, ¿cuántas pymes asturianas pueden competir contra una plataforma de estas características, quien además goza de una ventaja competitiva abismal gracias a su enorme presencia tecnológico? La llegada de Amazon a Asturies en plena pandemia expresa las injustas leyes motrices del capitalismo en todo su esplendor, la extracción y concentración de la riqueza de cada espacio geográfico. También la falta de voluntad e imaginación política para ir más allá de “no comprar en Amazon”, como pidió la alcaldesa de Gijón en pleno confinamiento, y bloquear su acceso tanto físico como digital en Asturias. Los argumentos no debieran ser difíciles de explicar: mientras que se amplía el agujero de 372 millones en el Principado (entre los gastos extra y el descenso en la recaudación), emerge una compañía que ingresa cada año una cantidad cercana al 80% del PIB anual de Asturias y que apenas paga impuestos. Cuando los sindicatos estiman la pérdida provocada por el coronavirus de 14.000 actividades económicas, directa e indirectamente, y hasta los partidos conservadores suplican ayudas para 32.987 autónomos del sector de servicios, como el comercio, Amazon ha tomado la iniciativa al promete invertir 100 millones y crear 2.000 empleos en su nuevo centro logístico de Asturias. Todo ello no son más que declaraciones diseñadas por departamentos de relaciones públicas, quienes también han publicado estudios de impacto (no son otra cosa que notas de prensa) que estiman la creación de otros 20.000 empleos indirectos. Al parecer, la burocracia asturiana gobernante ha picado el anzuelo, obviando el riesgo más importante a la hora de permitirle entrar en territorio local: los bajos costes que ofrece Amazon al consumidor sólo son posibles debido al coste que carga sobre el trabajador. Entonces, ¿cúal es el pacto social que el Principado ofrece a la generación cuyos padres y abuelos levantaron el movimiento obrero asturiano? La respuesta es la forma más depurada de taylorismo digital, métodos automatizados de producción (es decir, quedarse con las tareas menos cualificadas) y adquirir el estatus de ejército de reserva. De nuevo, algo poco novedoso. No obstante, la entrada de Amazon expresa la rapidez con la que la clase proletaria joven de Asturias pierde toda oportunidad de encontrar trabajos decentes. Ante las promesas sobre la creación de empleo de Amazon, principalmente trabajos logísticos o de reparto, huelga fijarse en las “innovaciones” en el puesto de trabajo de esta compañía. Amazon está implementando en Estados Unidos cámaras de vigilancia con inteligencia artificial en 30.000 camionetas de reparto que registran el 100% del tiempo de trabajo y permiten tomar fotografías al trabajador durante su jornada. Ante ello, conductores y activistas que luchan por la privacidad han denunciado esta tecnologías como un avance hacia un sistema de vigilancia móvil masivo. Los documentos obtenidos por la revista The Verge muestran una carta firmada por un abogado que representaba a Amazon reconociendo haber despedido a “cientos” de empleados en una sola instalación entre agosto de 2017 y septiembre de 2018 por no cumplir con las cuotas de productividad. De hecho, un portavoz de la compañía reconoció que aproximadamente 300 personas a tiempo completo fueron despedidos por ineficiencia durante ese tiempo. Un diagnóstico heterodoxo y empírico sobre el capitalismo digital que el gigante representa permite identificar una serie de patrones en Asturies. De un lado, como hemos visto, la reestructuración económica acelerada de la ecúmene norteña en las líneas de las décadas anteriores: desindustrialización, pérdida del tejido productivo o de servicios autóctonos ante la imposibilidad de competir con gigantes extranjeros. La falta de desarrollo de las empresas Asturies es la pura expresión del desarrollo de Amazon, cuyas inversiones se esperan como maná en el desierto. De otro, un nuevo y despiadado ataque contra los trabajadores de la zona, obligados a desempeñar su tarea en un estado de miseria crónica. Pero no sólo, pues se vislumbra una fuerte competencia entre las clases más bajas, afectadas esa insaciable búsqueda de rentabilidad sin tener en cuenta ninguna otra consideración que Amazon abandera. Por ejemplo, libreros como los que en Gijón mantienen la Revoltosa, asfixiados con facturas e incapaces de abrir, no pueden competir con la venta electrónica de Amazon y, si las cosas no cambian, deberán cerrar. No obstante, parece entreverse en la religión del Principado, a cambio nacerán otro trabajos precarios que formen en las nuevas fábricas de Amazon y además muchas personas, azotadas por la crisis, podrán comprar en esta plataforma a un coste más bajo. No olvidemos que uno de los principales éxitos de estas empresas es hacer creer a los Gobiernos que pueden solucionar todos sus problemas regionales tan sólo dejando paso al capital norteamericano. Desde luego, este es un buen ejemplo de cómo operan los imperios y la manera en que se han extendido de manera histórica. Antes gracias a bases militares, ahora a través de centros logísticos. Polígono de Bobes, Siero. Foto: Sogepsa. Por eso, los marcos para afrontar el debate no es tanto una dicotomía entre los beneficios y amenazas de Amazon, sino cómo disrumpe esta empresa la vida en sociedad tal y como la conocíamos. También, si la solución a la crisis del sistema capitalista que está ensayando no genera más problemas, o si continuar con los procesos de acumulación tiene costes que no debiéramos asumir. ¿A nadie le preocupa que la apertura de Amazon en Bobes genere más de medio millar de viajes al día al área (casi 30.000 movimientos diarios, más del 50% desde Oviedo)? ¿La llamada Industria 4.0 debe implicar per se la primacía del coche y las emisiones para llegar al trabajo? Y qué hay del hecho de que la llegada de Amazon, como ocurrió en Gipuzkoa disparará las carambolas de fondos de inversión, o el interés por el suelo en la zona? El paradigma de los trabajos que impone Amazon nos impide hacernos dichas preguntas. Desde luego, siguiendo el ejemplo anterior, podemos especular con que si después de cerrar esa u otras librerías locales, los avances tecnológicos de Amazon (empresa orientada a la reducción de costes laborales mediante la automatización) desembocarán en que los trabajos que habían nacido desaparezcan en pocos años o se precaricen aún más. No obstante, mientras seguimos atrapados en este debate, el capital sigue su curso: las instituciones culturales mueren, aquellas que dan vida a una ciudad, y en su lugar quedan toda una retahíla de streamers actuando en Twitch, plataforma de Amazon, para que la juventud asturiana desconecte un rato de la alienación provocada por un mundo real cada vez más insufrible. La estrategia de Amazon es colonizar cada aspecto de la vida, crear centros logísticos para controlar el consumo humano, el ocio, mientras sienta los avances digitales más desarrollados de la historia para controlar el polo opuesto del mercado, la producción, el trabajo… La utopía de Amazon sobre la creación de empleos oculta una distopía presente. Lejos de ser una oportunidad para salir de la crisis, las inversiones que traerá a Asturies, como a cualquier región azotada por décadas de neoliberalismo, condenarán a la próxima generación.

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