China y Rusia: El turismo emergente que necesita España
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Uno de los pocos extremos en la que prácticamente todos los economistas están de acuerdo gira en torno a la del turismo y las exportaciones en la actual recuperación económica. De hecho, la entrada de turistas ya fue la tabla de salvación el año pasado y este año no será menos. Ya hemos visto en Semana Santa cómo se recuperan cifras previas a la crisis y las previsiones de la patronal Exceltur para el verano son igual de optimistas. Nos encaminamos hacia otro récord.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) prevé para 2014 una aceleración tanto del número de turistas internacionales como del gasto que realizarán. Son noticias excelentes para un país como España, donde el turismo es el primer sector económico y emplea en torno al 12% del total de los trabajadores. Vendrán los de siempre, ingleses, alemanes, franceses, nórdicos. Pero a nadie se le escapa que el futuro está en los nuevos mercados, principalmente en los turistas que llegan desde Rusia y China, un caladero de divisas tan jugoso como vital para la economía española.
Según un reciente informe de La Caixa Research, Claudia Canals explica que estamos ahora mismo en un entorno de "extraordinario crecimiento" en el que el número de turistas internacionales ha superado en 2012 la cota de los 1.000 millones, frente a los 500 millones que había a mediados de los noventa. En este contexto, y lo mismo que ha ocurrido en otros ámbitos, los países emergentes "han ido ganando terreno" a las economías avanzadas.
Así, mientras el número de turistas a nivel global se multiplicó por 1,6 entre 2000 y 2013, en Rusia se multiplicó por 2,3 (pasando de menos de 20 millones a más de 40), y en China la emisión de turistas se multiplicó por 10 (de apenas 10 millones a casi 100). En la misma línea, China se convirtió en 2012 en la primera potencia en cuanto a gasto turístico (102.000 millones de dólares), arrebatando el liderazgo a Alemania y a EE. UU., que habían encabezado la lista durante años.
China, el gigante a conquistar
Tal y como explica Canals, la importancia de China marca y marcará el centro de gravedad de los servicios turísticos en los próximos años. Por un lado, el país lleva creciendo durante los últimos 30 años a unas tasas promedio del 10%, lo que ha incrementado "significativamente" la renta per cápita de los chinos. Igualmente, ha habido una liberalización gradual de las políticas gubernamentales que controlan los viajes de los ciudadanos y se han simplificado los trámites para obtener visados. Además, las líneas aéreas han aumentado sus vuelos directos desde China en conexión con distintos destinos turísticos.
Con todo, el turista chino no es muy diferente del europeo y prefiere destinos cercanos. Así, el 70% de las salidas se producen a las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao, algo lógico por otra parte. Del resto de viajes internacionales, un 90% se dirige a países vecinos, como Japón, Tailandia, Vietnam, Corea del Sur, Taiwán o Singapur, mientras que Europa apenas logra captar a tres millones de los viajeros chinos (un 3% del total) y España no llega ni a los 200.000, una cifra muy pequeña a pesar del fuerte aumento de los últimos años. Por tanto, aunque las cifras son modestas, el margen que tiene España para crecer y captar turistas chinos es inmenso.
De acuerdo con estudio de McKinsey, sobre la evolución de la clase media-alta china, explica Canals, "podemos estimar que, en una década, los cerca de 100 millones de turistas internacionales chinos de 2013 se habrán convertido en 380.3" millones. Los individuos de este grupo, que tendrán cubiertas ampliamente sus necesidades básicas, podrán permitirse viajes al extranjero y propiciarán el incremento previsto del turismo chino, que explicará dos terceras partes del aumento que la OMT estima que tendrá lugar en los próximos diez años en el número total de turistas internacionales. De cumplirse estas previsiones, en diez años el 25% de los turistas internacionales será de origen chino.
El informe de la entidad catalana habla de una clara "asiatización" del turismo, por lo que cree "obligado" intensificar la frecuencia de vuelos directos, agilizar la todavía compleja gestión de visados (en especial, en algunos países europeos como España) y rediseñar la acogida de los turistas para que incluya ciertos servicios propios de las costumbres chinas. Además, es importante conocer el perfil del nuevo visitante chino. La dificultad en este último punto reside en el hecho de que seguramente el turista chino del mañana poco tiene que ver con el de hoy. Ahora mismo, la mayoría de los turistas chinos utilizan fórmula del tipo "diez países en doce días" para visitar Europa; y en este contexto, el turismo de compra es algo cada vez más demandado.
El turista chino del futuro
Pero en el futuro las cosas serán distintas. Los turistas de la Generación-2 (G2), usando la terminología de McKinsey, habrán nacido después de 1985 y habrán crecido en un entorno de relativa abundancia. Igualmente, habrán influido profundamente en las decisiones de compra de sus propias familias (pues un número importante son hijos únicos) y estarán totalmente conectados a las nuevas tecnologías. Así, esta nueva generación de consumidores y viajeros en potencia parece que preferirá visitar menos países en un solo viaje, seleccionar productos más personalizados y obtener abundante información sobre posibles destinos a través de los medios digitales y las redes sociales. Por eso, explica Canals, será crítico entender al «nuevo turista» y adaptarse a sus necesidades para seguir atrayéndolo.
Por el contrario, Europa sí se ha beneficiado del aumento en el turismo de procedencia rusa. Los destinos preferidos por la mayoría de turistas rusos se ubican en los países fronterizos (Finlandia, Kazajistán o la actualmente convulsa Ucrania), pero otros polos de atracción como Francia y España han sido escogidos por las clases más acomodadas del país. En varios destinos turísticos europeos como Italia, Países Bajos o Grecia, el aumento de turistas rusos durante estos años de crisis ha sido capaz de compensar el debilitamiento en el número de viajeros procedentes de otros mercados más establecidos.
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