El ecologismo ha cambiado mucho en los últimos veinte años. Antes, un ecologista era el que sacrificaba sus fines de semana en ir a recoger basura al campo; hoy, el rostro de la naturaleza es una niña que cruza el Atlántico en un catamarán para no emitir dióxido de carbono. El primero era transversal, el segundo es cosa de la izquierda. Hemos pasado del ecologismo anónimo al de las superestrellas verdes, y esto no ha hecho más que empezar.
En este nuevo escenario, la derecha española no ha encontrado su sitio. A diferencia de Francia, Alemania o Inglaterra, donde existen fuerzas conservadoras con mucho predicamento verde, en España el ecologismo está dominado por dos organizaciones, Ecologistas en Acción y Greenpeace, de corte progresista, y un partido, Equo, que confluye con Más País en las elecciones.
¿Por qué no hay ecologismo de derechas? Abre fuego Luis Quiroga, socio de una gestora de fondos de inversión en Londres especializada en infraestructuras medioambientalmente sostenibles y miembro del Partido Popular: "El ecologismo no debería ser un arma política, porque la necesidad de proteger el medio ambiente es consecuencia de una realidad cientifica. La izquierda ha abanderado el tema con gran sagacidad, convirtiéndolo en un debate ideológico agravado por la pasividad de la derecha española. Se debe en parte a que en las últimas décadas, el conservadurismo español ha mirado más a Estados Unidos que a Europa, y no ha sido un acierto, porque en Norteamerica históricamente la relacion con el medio ambiente ha sido en términos diferentes a Europa”.
Continúa Quiroga, que encuentra las raíces del antiecologismo norteamericano en la conquista del Oeste: “Les viene de la doctrina del destino manifiesto. Creen que el territorio estadounidense es suyo por mandato divino y que pueden hacer con él lo que les dé la gana, incluso meterle fuego. Es el ‘land grab’: llego a una tierra y me la quedo. Si hay petróleo en el subsuelo, todo mío. A diferencia de en Europa, donde lo compartes con el Estado. Eso explica que Estados Unidos es el país avanzado con mayores tasas de negacionismo del cambio climático del mundo”.
"En Reino Unido, los conservadores siempre son los primeros en oponerse a que se desarrollen urbanísticamente zonas naturales, tienen una gran tradición conservacionista, y son los partidos de izquierda los que suelen defender una nueva construccion para abaratar el acceso a la vivienda. En España la problemática es diferente, pero esto muestra que la preocupacion por el medio ambiente no es patrimonio de ninguna ideologia ”, sigue Quiroga.
En los últimos años, la derecha española ha mirado más a EEUU que a Europa, y no ha sido buena idea en términos ecológicos
"La derecha española se desacopló de la europea a comienzos del siglo XX y no se abrió hasta la llegada de la democracia”, le complementa Toni Timoner, también de los Populares en Reino Unido y economista en una entidad financiera internacional en Londres. Su investigación reciente se centra en riesgos medioambientales globales y su impacto macrofinanciero. Timoner, que trabaja con los principales bancos y universidades, considera que existe una percepción errónea del ecologismo en su sector: "El mundo financiero empieza a sentirse cómodo con el escenario de un menor consumo de carbono. Creo que esta idea no ha permeado en la conciencia de la izquierda española. En Londres estamos reconfigurando los marcos de análisis de riesgo centrándonos en una realidad: sabemos que existe el cambio climático y que va a haber que mitigarlo. Muchos de los principales inversores se están implicando y es una actividad en torno a la cual bullen las ideas. En resumen: el sector privado no solo no niega que exista el cambio climático, sino que está centrado ya en cómo financiar la transición ecológica".
Timoner, que sostiene que lo importante no son más impuestos, sino emplearlos más eficazmente para paliar el cambio climático, considera que no se debe poner todo el peso sobre los gobiernos: "La izquierda se equivoca al pretender que un gobierno marque completamente y sin consultas la agenda de la transición ecológica, porque será un proceso de varias décadas, que para su éxito necesita un crecimiento orgánico típico del sector privado que no puede estar dirigido por una comisión ni un gobierno. Será un proceso flexible en el que cometeremos errores y habrá que hacer correcciones".
Le responde Héctor Tejero, diputado autonómico y responsable de Ecologismo en Más País: "La responsabilidad de la lucha contra el cambio climático recae en primer lugar en los gobiernos y en las empresas, pero sobre todo en los gobiernos. Ellos son quienes tienen que fomentar, incentivar o en último caso, obligar al sector privado a tener comportamientos ecológicos”.
Para Tejero, que la derecha asuma los postulados ecologistas es cuestión de tiempo: “En este aspecto, los políticos conservadores españoles van por detrás de la sociedad. En un país donde izquierdas y derechas están prácticamente al 50%, tenemos unos índices de negacionismo bajísimos, lo que significa que estamos todos de acuerdo, izquierdas y derechas, en que hay un cambio del clima y que hay que hacer algo. Entiendo que es cuestión de tiempo que los partidos de derechas asuman el movimiento, y se me ocurre el caso del Estado del Bienestar, que a comienzos del siglo XX fue percibido como algo de izquierdas, pero que después se admitió por todas las ideologías y a nadie se le ocurrió desmantelarlo… hasta que llegó Thatcher. Y algo parecido sucede con el impuesto al carbono, que está descontado entre economistas y empresarios, aunque algunos partidos quieran instrumentalizarlo para hacer política”.
En España ha existido una derecha conservacionista, pero no ecologista
El diputado de la Comunidad de Madrid cree que nunca ha existido un ecologismo de derechas en España: “Más que ecologismo de derechas, lo que ha existido es el conservacionismo, el de los parques naturales y la caza. Este ecologismo es más asumible desde la derecha, aunque no desde toda, porque hay muchos que querrían construir campos de golf y urbanizaciones en los parques naturales (risas), pero en general está superado”.
“Lo que sucede es que la batalla ahora está en el modelo de crecimiento, y una buena parte del ecologismo consiste en proteger el entorno, lo que choca con las teorías del libre crecimiento económico. Las soluciones del mercado aquí no han funcionado y es lógico que una parte del ecologismo se oponga al modelo liberal actual”, concluye.
Para Isidro López, exinvestigador del Observatorio de la Sostenibilidad, la derecha sí se ha colado en el mensaje ecologista: "Durante años se ha centrado la conservación del planeta en una especie de decisión ética: apaga el grifo, cambia las bombillas por otras más eficientes, recicla… pero si solo pones el peso ahí, en la persona, estás ejerciendo una política conservadora. Te responsabilizan a ti y eso hace que no se hable de nacionalizar las eléctricas para que contaminen menos", dice. "Para la derecha, todo lo que tiene que ver con limitar el capitalismo es tabú. Rechazan que las elites capitalistas tengan que pagar el pato medioambiental. Te dicen que no pueden adaptarse solas porque entonces no pueden competir y así es como se irá todo a la mierda".
López señala a Ecologistas en Acción como la referencia en España: "Greenpeace es muy espectacular en sus acciones, pero políticamente son muy blandos. Sin embargo, en mi opinión, Ecologistas es mucho más importante por dos motivos: primero, porque tienen una red enorme por todo el país. Te vas al pueblo más pequeño y ahí hay alguien de Ecologistas vigilando el territorio. Y luego tienen una capacidad técnica muy grande, con gente como Ramón Fernández Durán, que podría haber sido ministro si hubiera querido. Son los únicos capaces de analizar empíricamente cualquier plan de Gobierno en unas horas, es una gente muy solvente", dice.
La izquierda no ha sabido responder a las teorías del decrecimiento
"Hay un tema muy, muy delicado para la izquierda ecologista", dice el exdiputado autonómico. "Y es la teoría del decrecimiento, que básicamente sostiene que no hay suficientes recursos naturales para tantos seres humanos y que hay que decrecer poblacionalmente. Es una idea que ya postuló el Club de Roma en los años 70, el maltusianismo, y la izquierda desde entonces no ha hecho más que mirar para otro lado. Y qué duda cabe de que, si sobra gente, lo que sobrarán son los pobres", afirma López. "En Francia están asumiendo estas ideas en el Frente Nacional, porque la izquierda no ha encontrado la forma de rebatirlas".
Tejero, de Más País, lo ve desde otra perspectiva: "Si tenemos en cuenta que el 10% de la Humanidad genera el 50% de todas las emisiones, nos damos cuenta de que el problema no es de decrecimiento, sino de desigualdad. Este es un enorme error de la izquierda, porque la transición demográfica se produce por sí sola: cuando a una persona pobre le das buenas condiciones sanitarias y de educación, automáticamente deja de tener tantos hijos. Pensar que debemos controlar la natalidad para salvar el planeta es una puerta abierta a los ecofascismos". Continúa el diputado: "Garret Harding estableció el dilema del bote salvavidas, que se pregunta si tienes derecho a evitar que alguien suba si eso hará que se hundan todos. Es la misma teoría que se usa para cerrar fronteras con criterios ecológicos. Yo creo que sí cabemos todos, siempre que haya un reparto justo de los recursos".
Ecologistas de ciudad
Uno de los principales escollos del ecologismo en España es que no cala en las zonas rurales. Agricultores, ganaderos y cazadores consideran, en líneas generales, que los movimientos animalistas y medioambientales se diseñan en las ciudades sin contar con ellos. Borja Cardelús y Muñoz Seca fue presidente del Patronato de Doñana con González y secretario general de Medioambiente con Aznar: "No puedo entender este ecologismo ultramontano que se estila ahora y que prohíbe, por ejemplo, limpiar el bosque de matojos y que nos genera unos incendios pavorosos, como sucedió en Yellowstone. El ecologismo extremo es muy peligroso para la naturaleza".
Sigue Cardelús: "Hay un tremendo choque entre los que viven del campo y los que teorizan sobre el campo. Un caso claro es el del lobo: en las ciudades no quieren que se le cace, pero eso es porque no tienen un rebaño al que atacan todas las noches. La gente del campo está harta de que vengan ecologistas de ciudad a enmendarles la plana cuando desconocen por completo los procesos naturales más básicos. No podemos olvidar que los parques nacionales y los parques naturales proceden de fincas cuyos propietarios han mantenido un equilibrio ecológico", dice Cardelús. "La gente del campo se siente completamente ajena a eventos como la cumbre del clima, pese a que ellos han percibido, como el que más, que el clima está cambiando. No sienten que les acontezca porque nadie les pregunta".
Por último recabamos la opinión del periodista César Lumbreras, una de las voces más influyentes del campo español, que va en la línea de Cardelús: "Está claro que se ha instalado una opinión del ecologismo desde una óptica urbana, ahora sería interesante saber qué opina la gente del campo de todo esto", dice. "El día 11 de este mes, la Comisión Europea publicará las líneas maestras de cómo será su futuro, el Green New Deal. Su intención es que en los próximos cinco años, la lucha contra el cambio climático y la preservación del medioambiente tengan un papel preponderante".
"Y le atribuyen un papel fundamental al sector agrario y ganadero. ¿Cómo lo hacen? Pues poniéndoles más cortapisas: les restringen los productos fitosanitarios, les dicen cómo tienen que labrar... pero les dejas en una situación de inferioridad a la hora de competir con las fresas que vienen de fuera, por poner un ejemplo. El 40% del presupuesto de la Política Agraria Comunitaria (PAC) va a tener que estar vinculada con la defensa del cambio climático, pero no se ha contado con ellos", zanja el comunicador.
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