Repsol, BP, Galp y Total disparan la burbuja de renovables en España
Las petroleras, hambrientas de renovables, se lanzan a comprar proyectos en una carrera donde también irrumpen por primera vez grandes fondos como F2i, CIP, Aimco y OPTrust.
El pasado martes, el gigante de hidrocarburos francés Total anunciaba su irrupción en el mercado español de fotovoltaicas gracias a acuerdos con Powertis y Solarbay para desarrollar 2.000 megavatios (MW), todos ellos aún sin construir y que se espera estén totalmente operativos en 2023.
Es el último capítulo de la frenética carrera de las grandes petroleras para, a golpe de talonario, situarse en primera línea de las energías verdes. Antes que Total, han ido anunciando grandes operaciones todos sus grandes rivales, como Repsol, BP y Galp, alimentando una burbuja sin precedentes. Falta Cepsa, con planes aún por desarrollar. Muchos comparan lo que está pasando en renovables con el enloquecimiento que vivió el negocio del ladrillo en los últimos años del anterior boom económico.
Otra fiesta
Nadie se quiere quedar fuera de la nueva fiesta. Los últimos en entrar irrumpen con estruendo. Y las transacciones se suceden a diario, aunque sea sobre activos intangibles, sobre proyectos en papel y con un futuro sin concretar.
Además de Total, Repsol, BP y Galp, a esa carrera también han llegado grandes fondos (de pensiones, infraestructuras o especializados en renovables). Todos se perdieron el primer festival de las renovables españolas, hace una década. Ahora protagonizan compras de segunda mano, con más deuda, menos rentabilidad, o apoyadas en la idea de fusionar activos y ganar dinero con economías de escala.
Así ha llegado Brookfield, que primero compró Saeta Yield a ACS, y luego compró a KKR y a la familia Riberas, por casi 450 millones de euros, parte de X-Elio, cuya adquisición fue rechazada por Repsol por el precio excesivo que se pedía.
En esa carrera todos miran todo, y todo está en venta si se ofrece un precio alto. Pieza a pieza, muchas van cayendo en manos de grandes fondos, además de petroleras.
Es el caso de Vela Energy y Alten, que han sido engullidas por Sonnedix (JPMorgan Asset Management). El grupo T-Solar, por su parte, fue adquirido por I-Square. Renovalia fue vendida en segunda vuelta por Cerberus al fondo italiano F2i. Y Eolia fue traspasada, también en segunda vuelta, por Oaktree al fondo australiano Aimco. Otros fondos han comprado activos puntuales, como Northleaf Capital, y Helios, que se han hecho, cada uno, con una cartera diversa de megavatios de ACS. Green Investment Group, del grupo Macquarie, OPTrust y Bruc, han comprado activos de Forestalia. Igual que ha hecho Natixis.
La vorágine ha servido para que grandes eléctricas europeas, como el gigante energético galo Engie, que siempre ha deseado tener más presencia en España, aumenten su presencia. Engie, segundo grupo energético en Francia tras EDF, ha comprado megavatios a Forestalia.
Este grupo, y ACS, se convierten así en los mayores comercializadores de proyectos de renovables en España, muchos de ellos derivados de las licencias que lograron en los concursos que realizó el Gobierno hace dos años para reactivar el mercado de energías verdes. Forestalia y ACS fueron los grandes adjudicatarios de esas subastas para desesperación de las grandes eléctricas, que no dudaron en criticarles por su mero papel especulador. Entre 2016 y 2017 se realizaron tres subastas de potencia, una en 2016 y dos en 2017, en las que se adjudicaron un total 4.607 megavatios eólicos y 3.910 MW fotovoltaicos. De las subastas de esos años, el 52% de la potencia fotovoltaica y el 21% de la potencia eólica ha sido objeto de operaciones de venta por parte de los adjudicatarios en las subastas. Y todo ello a pesar de que muchos proyectos están en un limbo legal. Deberían estar operativos antes del 31 de diciembre de 2019 en algunos casos, o antes del 31 de marzo de 2020 en otros. Pero una gran parte no ha podido, o no podrá, cumplir con los plazos.
A 50.000 euros la conexión
En el sector reconocen que está habiendo un sobrecalentamiento del mercado, con todos los ingredientes típicos de una burbuja económica. Como un círculo virtuoso, la expectativa de altos rendimientos o de un futuro prometedor provoca una gran demanda, y ésta dispara los precios, que a su vez incrementa las expectativas. La pregunta es cuánto durará una burbuja totalmente descontrolada.
Por ejemplo, los precios están tan desbocados, que en el sector se están comercializando proyectos que no cuentan con punto de conexión a la red. O se están revendiendo estos puntos a 50.000 euros por megavatio, sin que exista un proyecto detrás. De ahí el aluvión de proyectos que llegan a REE.
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