lunes, 28 de septiembre de 2020

Aniversarios, recordatorio de una Joya mortecina....

Una historia de 277 años en el paseo del Bombé La Fuentona.Lleva seca y sin aguas desde 2017. / PIÑA Efemérides. Esta semana se cumple el 110 aniversario de la muerte de Juan Miguel de la Guardia, el kiosco de la música celebra 132 años y la Fuentona sopla 145 velas ROSALÍA AGUDÍN Lunes, 28 septiembre 2020, 01:08 Tres efemérides en una semana que es de las más importantes para Oviedo: la del día grande de las fiestas de San Mateo. La tradición manda que cada 21 de septiembre hay que comer, siempre que el tiempo y la situación sanitaria lo permita, el bollo preñao en el Campo junto a la correspondiente botella de vino. También se celebra el cumpleaños de dos de los monumentos más relevantes del paseo del Bombé. Suman 277 años. Siendo más vieja la Fuentona (145 velas en la tarta) y un poco más joven el kiosco de la música (132). A estos aniversarios hay que sumar un tercero: los 110 años de la muerte de Juan Miguel de la Guardia Ceinos. Considerado el arquitecto burgués por excelencia de Oviedo, nació en Cantabria en 1849. Fue nombrado arquitecto municipal, siendo durante toda su vida un gran trabajador. Por la mañana supervisaba las obras y por la tarde se encerraba a dibujar en su estudio, ubicado en el número 12 de la calle Uría. Sobre una mesa de color negro, trazó cada rincón del palacete de Villa Magdalena, la casa del Conde, la plaza de toros o el kiosco de la música. Hasta trescientas edificaciones firmó por todo Asturias. Murió siendo joven, a los 61 años, un 27 de septiembre de 1910. Sus restos descansan en el cementerio de El Salvador y en este largo siglo no todas sus obras han tenido la misma suerte. De hecho, el palacete de Policarpo Herrero en la plaza de San Miguel, el palacio del conde de Rodríguez-San Pedro en la esquina de la calle Uría con Toreno o la antigua casa de José González Herrero, en González Besada, no pudieron resistir al paso de la piqueta. Otros, en cambio, fueron remodelados hasta casi desaparecer, como el Banco Asturiano (reformado por su sucesor, Julio Galán Carvajal, tras el incendio de 1911 y su devastación en la Revolución del 34). Villa Magdalena, junto a la casa del Conde, tienen un buen estado de conversación mientras que la plaza de toros y el kiosco de la música esperan una ansiada reforma que les devuelvan su esplendor original. El coso taurino fue declarado en ruina hace doce años. La última corrida la protagonizaron El Cordobés, Rivera Ordóñez y Jesulín que salieron a hombros el 21 de septiembre de 2007. Tras dar buena cuenta de los seis astados de Peralta y las Monjas, cerraron la puerta de la plaza de toros de Buenavista y, sin mirar atrás, tiraron la llave dentro para nunca más volver a abrirla. Su estado desde entonces no ha dejado de degradarse. El equipo de gobierno tiene una idea. Manteniendo su estructura original, quieren que se convierta en un recinto para 4.000 personas. El visto bueno final lo debe de dar el Principado al estar el edificio catalogado como Bien de Interés Cultural, pero aún no hay proyecto ni se ha intentado contratar. Una vez culminadas las obras, y según informaron ayer la plataforma Los Franciscanos, llevará el nombre de Juan Miguel de la Guardia. Una idea «peregrina» que viene, añaden, a suplantar su proyecto de que el arquitecto sea declarado hijo adoptivo de la ciudad. Cuentan con el apoyo de su bisnieto, Ángel Martínez de Azcoitia de la Torrre, su tataranieta, Águeda Martínez de Azcoitia, así como de muchas personalidades relevantes de la ciudad. Entre ellas los exalcaldes Gabino de Lorenzo y Antonio Masip, entidades como el Colegio de Arquitectos o la cronista de Oviedo, Carmen Ruiz-Tilve. Su sello en el Bombé El sello de Juan Miguel de la Guardia en el paseo del Bombé lo lleva el kiosco de la música y aún hoy la familia guarda una fotografía en blanco y negro al poco de su inauguración. Se produjo un 21 de septiembre de 1888 y donde se celebró un gran baile para la ocasión. Ahora espera su restauración tras años andamiado, mientras que la Fuentona aguarda por volver a tener agua. Se inauguró el día de San Mateo de 1875 siendo alcalde de la capital José Longoria Carbajal, y su estructura es un homenaje a los cuatro manantiales del Naranco -Fitoria, Ules, Boó y Lillo-, cuyos nombres lleva esculpidos.

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