A Nuria le han quitado 10 minutos a la semana. Reconoce que es de las menos afectadas pero cuenta casos de otras compañeras con horarios absolutamente rocambolescos. No quieren dar su nombre y prefieren no decir tampoco la localidad en la que trabajan. Tienen miedo a las represalias. Otra de ellas, asentada en una pequeña localidad de la costa central, tiene una jornada de 20 minutos, tres días a la semana, para limpiar una oficina. Son solo dos ejemplos de lo que ha sucedido con la última subrogación del servicio de limpieza de las oficinas de Liberbank en Asturias. A pesar de que la ley dice que en las subrogaciones deben respetarse las condiciones laborales y económicas, la plantilla denuncia los recortes que ha sufrido. El pasado 7 de enero el Grupo Net tomó el relevo de Acciona, que era la que tenía el contrato. Con ese simple cambio, los horarios han menguado y las retribuciones también. A muchos de ellas los cambios se les han notificado por Whatsapp. No se les ha suministrado ni uniforme ni tampoco material de trabajo, así que están cumpliendo con lo mínimo. Nadie les ha dicho quién va a ser el encargado por lo que no cuentan con un interlocutor. Esto es temporal. Lo que más les preocupa es la pérdida de derechos.
La Corriente Sindical de Izquierdas (CSI) avala esta denuncia. El sindicato explica que «de manera ilegal, el Grupo Net pretende modificar las condiciones laborales de las trabajadoras que llevan años realizando la limpieza de las oficinas de Liberbank, aplicando severos recortes de horario de trabajo y sueldo y eliminado la antigüedad, sin respetar sus derechos, como debe hacerse en caso de subrogación de servicios». Tampoco los métodos utilizados para comunicar su nueva situación parecen los más adecuados. «En muchos casos, han sido informadas de estos recortes por teléfono y desconocen a quién han de dirigirse para cualquier cuestión relacionada con su trabajo», insiste. Lo peor es que encima es un colectivo en el que se encuentran muchas mujeres en situaciones sociales y familiares difíciles, con madres solteras, separadas con hijos a cargo que están percibiendo salarios minúsculos y que trabajan para multitud de empresas diferentes en su intento de acercarse a las 40 horas semanales que les supondrían un salario digno.
Los ejemplos que cuenta Nuria -que prefiere no dar su apellido ni tampoco más datos- avalan esta descripción. Habla de una compañera casada, su marido está en el paro y sus dos hijas tampoco trabajan. Una de ellas se está sometiendo a una terapia oncológica. Además de para Liberbank, trabaja para otras tres empresas con las que presta servicio en Correos, el Banco Santander y la Caixa. Además se ha dado de alta en autónomos para poder limpiar portales. Su situación es desesperada y la entrada del Grupo Net ha supuesto la puntilla.
Salarios dignos
El caso de la propia Nuria no le va a la zaga. Ella está en la oficina central de Liberbank en Gijón junto con otra compañera. Les han quitado solo diez minutos semanales. Tienen seis horas a la semana cada una para todo el edificio, dos horas el lunes, dos el miércoles y otras dos el viernes. Cobran sobre 450 euros al mes, en función del número de días que tenga ese mes. No siempre perciben lo mismo. En su caso es madre soltera, con una niña de 7 años. Ha tenido que mudarse con sus padres para poder subsistir. Limpia dos portales y coge todos aquellos chollos que puntualmente le van saliendo. Es raro que llegue a redondear un sueldo de 800 euros.
En su caso no ha perdido casi antigüedad porque no la tenía acumulada pero conoce a otras a las que misteriosamente les han desaparecido los años que trabajaron para Eulen, la empresa que estuvo justo antes que Acciona. El plus de desplazamiento es de 90 céntimos diarios, así que explican que es difícil que te compense coger un bus para 20 minutos de trabajo. Esa es la situación en la que se encuentra otra compañera más que está en Gijón.
Dos sindicatos se están implicando. UGT es el mayoritario dentro del gremio. Les está informando a través de grupos de Whatsapp. El problema es que no tiene identificada a toda la plantilla, ya que trabajan de forma aislada y muchos ni siquiera se conocen. Su intención es plantear un conflicto colectivo. CSI también ha dado pasos. El primero ha sido aconsejar a sus afiliadas que acudan a magistratura para demostrar que siguen yendo a trabajar, ya que la mayoría se ha negado a firmar ese contrato en el que les quitan horas y tampoco hay designado un encargado que esté controlando.
«No nos da tiempo a nada y encima ahora no tenemos ni material. Se nos queja mucha gente, directores de oficina y también clientes. Los clientes sobre todo se quejan de cómo están los cajeros. Pero qué vamos a hacer. En muchos duermen mendigos, algunas veces te encuentras orines o vómitos y tú tienes 20 minutos para todo», explica Nuria, que por no tener no tiene ni bolsas para recoger la basura. CSI explica que la reducción de las horas forma parte «del imparable deterioro de la imagen de la entidad», mientras la dirección de la entidad y su consejo de administración «se reparten sueldos y dietas millonarios como premio a su nefasta labor». El sindicato exige a la entidad que vigile esta subrogación y que «obligue a esta adjudicataria del servicio a cumplir las leyes en materia de subrogación de servicios».
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