El Principado bloquea 125 camas de hospital ante posibles rebrotes de la COVID en verano
Se cerrarán otras 290 plazas para dar vacaciones al personal del Sespa, «agotado» por el sobreesfuerzo de los últimos meses
Con la llegada de la temporada estival y la menor presión asistencial de estas fechas como argumento, el Servicio de Salud del Principado volverá a ordenar el cierre de plantas en los hospitales asturianos. Es algo que sucede cada verano. Pero este año, evidentemente, no será como los anteriores. A las camas que quedarán fuera de servicio por estas causas se sumarán otras 125 plazas que quedarán 'bloqueadas' ante los posibles rebrotes de la COVID-19.
Estas 125 camas de hospitalización quedarán inutilizadas durante el verano y dispondrán de personal suficiente para reactivarse sobre la marcha en caso de necesidad para hacer frente al coronavirus. Se distribuirán en tres áreas sanitarias: habrá 41 en el Hospital Universitario Central de Asturias (Área Sanitaria IV), 56 en el Hospital Álvarez-Buylla de Mieres (Área VII) y 28 en el Hospital Valle del Nalón (Área VIII). La reserva de estas camas para posibles casos de coronavirus es parte del plan de contingencia del Sespa.
Independientemente del bloqueo de estas plazas, según las estimaciones que manejan los sindicatos, a lo largo del verano se inhabilitarán, al menos, otras 290 camas.
Todo ello a pesar de un más que previsible aumento de las listas de espera. En febrero, el último mes cuyos datos publicó el Sespa, había 23.634 personas aguardando por una operación, 72.441 tenían pendiente una primera consulta con un especialista y otros 31.305 asturianos esperaban la llamada para realizarse una prueba.
De los cierres previstos a lo largo del verano, algunos ya han empezado a ejecutarse y otros se harán de forma progresiva en función de las necesidades asistenciales.
Una vez más, será el Área Sanitaria VI, correspondiente a Oviedo, donde más camas quedarán inhabilitadas hasta finales de septiembre. En el HUCA se cerrarán 144 y en el Hospital del Naranco otras 69. El gijonés Hospital Universitario de Cabueñes prescindirá de 56 camas y el de Jarrio, centro hospitalario de referencia del área I, tendrá 21 camas menos este verano. En el Área III (Avilés) también está previsto que disminuya el número de camas en las plantas para poder dar vacaciones al personal, si bien no se plantea el cierre de plantas completas. Se libran el Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea y el Grande Covián de Arriondas. En el Álvarez-Buylla de Mieres y el Valle del Nalón no se cerrarán camas por vacaciones, pero sí se bloquearán por la COVID-19.
Este año la pandemia del coronavirus ha obligado a retrasar las vacaciones del personal sanitario y el miedo a posibles rebrotes en otoño obligará a concentrar los descansos, en la medida de lo posible, en julio, agosto y septiembre.
Los sindicatos consultados por EL COMERCIO coinciden en que «el personal está agotado después de meses de gran esfuerzo y estrés y se merece más que nunca el descanso».
No obstante, consideran los sindicatos inadecuado el enfoque que se está dando a la 'desescalada' asistencial, que consideran poco ágil. «No podemos seguir en esta situación de pandemia eternamente», considera Francisco Menéndez, del Sindicato de Celadores y Personal No Sanitario del Principado de Asturias, quien asegura estar más preocupado por el próximo otoño que por el verano. «Hay que atajar la cuestión de qué va a pasar con todo lo que paralizó la COVID», insiste.
Mavisa Costillas, secretaria de Acción Sindical del Satse (sindicato de Enfermería), asegura que «el verano es un momento maravilloso para reducir listas de espera de consultas externas, intervenciones quirúrgicas o pruebas diagnósticas», algo que, lamenta, «no se está haciendo porque no hay suficiente personal de enfermería debido a una mala planificación de la Administración». «Durante varios meses no se ha hecho prácticamente más que urgencias, pero no todo es a vida o muerte: hay pruebas y operaciones que se atascan, y no podemos seguir parados. Hay que recuperar el tiempo perdido», defiende.
Desescalada «lenta»
«El plan de desescalada del Sespa está siendo demasiado lento y no está satisfaciendo las necesidades», apostilla Graciela Martínez, del sindicato Usipa, quien reconoce que «el equilibrio entre mantener los derechos de los trabajadores, que hicieron un sobreesfuerzo tremendo, y satisfacer las necesidades de protección de la salud es complicado». Graciela Martínez también habla de la falta de personal, en este caso médico: «Los residentes, que habitualmente se incorporan a finales de abril o mayo, no han podido hacerlo a causa de la suspensión de elección de plaza y eso se nota».
Por su parte, el presidente del Sindicato Médico, Javier Alberdi, se muestra algo más cauto sobre esta cuestión: «La intención es recuperar la normalidad de la forma más completa, pero siempre teniendo en mente que la posibilidad de aparición de un brote es real».
Alberdi también dice tener «miedo a los próximos tres años, porque el coronavirus seguramente ha venido para quedarse y entre tanto estamos perdiendo una cantidad tremenda de efectivos».
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