domingo, 21 de noviembre de 2021

Una Madreña 4.0.

Una década de la utopía en una madreña Okupación. Hace diez años nacía el centro social autogestionado para denunciar la especulación urbanística. Tres años después, fue desalojado GONZALO DÍAZ- RUBÍN Domingo, 21 noviembre 2021, 00:33 Esta semana, el martes, se cumplió una década de la okupación de la antigua sede de la Consejería de Salud de General Elorza, abandonada tras el ruinoso trueque por las oficinas del Calatrava. «Era una acción específica de denuncia de lo que se hablaba en las plazas», recuerda Rubén Rosón, hoy concejal de Somos Oviedo. «De denunciar que la especulación, con la oscura operación de 'Los Palacios', nos robaba los espacios públicos», añade. A la ciudad le pilló con el pie cambiado. Los grandes titulares del 15M se los llevaban las concentraciones de Madrid o la plaza de Catalunya en Barcelona. La propiedad, Sedes, no estaba para muchas alegrías. Encadenaba concursos y despidos mientras digería la compra para el Principado de las oficinas de Buenavista, endeudándose hasta las cejas para cobrar en solares como los de Elorza en medio de la crisis inmobiliaria. No hubo reacción más allá de un intento de cortar los servicios. Al mes siguiente, La Madreña comenzaba a coger carrerilla. Hubo un mercadillo solidario, conciertos, debates sobre la cultura en la red y antes de tres meses había yoga, grupos de teatro, conciertos, pilates, charlas de economía alternativa, una enorme ludoteca y una inusual tienda de ropa gratis. «No fue una okupación de guetto, sino una cartelera cultural para la ciudad gestionada de manera autónoma, desde los propios vecinos». El ambiente era distinto. Nunca visto: una amplia biblioteca, una sala de estudio o una ludoteca, entre pintadas y grafitis reivindicativos. Distinto, pero bueno. Las propuestas infantiles ganaron mucho público para La Madreña, que jamás se habría puesto una camiseta de DRY (Democracia Real Ya) o participado en una manifestación. El exconcejal del PP, abogado y escritor Iván de Santiago acabó siendo asiduo: «Aquello fue la bendita locura de la cultura ajena a la política. La magia de un lugar donde no importaba cómo te llamases o qué hicieses si querías participar. Un espacio para el arte, la charla y la literatura. Ilegal, sin duda, pero muy bonito. Como todas las utopías, un día aterrizó forzosamente», recuerda el también colaborador de EL COMERCIO. El Pleno municipal, presidido por Agustín Iglesias Caunedo, aprobó una resolución unánime de apoyo a La Madreña al cumplirse dos años de la okupación. El apoyo no era casual. Con Sedes más proactiva, la amenaza de desahucio, que pendía desde el primer día sobre el proyecto, se hacía más real. Comenzaron las visitas a los juzgados, con diez encausados por usurpación, y llegó el desalojo en junio de 2014. Rosón cree que «pesó» entonces las ganas de apagar el altavoz de La Madreña por la irrupción de Podemos en aquellas elecciones europeas. Cuatro años más tarde, esos acusados fueron exonerados por el TSJA al considerar prescritos los posibles delitos. «Hoy no sé cómo habría acabado el juicio», desconfía Rosón, «igual habríamos sido condenados».

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