miércoles, 23 de agosto de 2023

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Por qué el PP de Feijóo está fracasando El parlamentarismo es la forma superior de democracia liberal: una concepción del poder que entiende que todos formamos parte de una minoría. Por Nicolás Bardio 23 agosto 2023 Queipo, Feijóo y Canteli. Foto: Iván G. Fernández Recomendados Por qué el PP de Feijóo está fracasando 23 agosto 2023 Pensionistas aurrerá, adelante pensionistas 22 agosto 2023 Galería: así fue la Folixa de NORTES y Taberna Narciso 20 agosto 2023 Muerre Pilar Robles, memoria de la lliteratura asturiana 19 agosto 2023 Nicolás Bardio Nicolás Bardio Es politólogo, escritor y creador de juegos de rol. El parlamentarismo es la forma superior de democracia liberal. Una concepción del poder totalmente opuesta a la visión de una mayoría que aplasta a las minorías (unos “ganan” y otros “pierden” las elecciones) propia de los sistemas mayoritarios como el británico o el americano, o de los sistemas bipartidistas parlamentarios como era el español hasta no hace demasiado tiempo. La democracia parlamentaria es así un sistema que entiende que todos formamos parte de una minoría (con más o menos peso político) y que es la suma de minorías alcanzada a través del diálogo y el consenso lo que hace posible formar gobiernos y sacar adelante acuerdos y negociaciones. Si la política es negociar, ceder e integrar; lo es más aún en los sistemas parlamentarios de muchos partidos como es ya el nuestro. No hay en un sistema parlamentario, y mejor cuanto antes lo desterremos de nuestro lenguaje político, ni “ganadores” ni “perdedores”. Las elecciones son tan solo la constatación del apoyo que las distintas ideas y opciones tienen entre los ciudadanos y sirven no para “echar” a unos y “poner” a otros, sino para que se articulen los acuerdos en función del peso político que cada minoría tenga en la calle. En este campo de juego, lo importante no es tanto el peso que tenga tu fuerza política, como el ser capaz de articular junto con otras fuerzas una mayoría amplia. Desde luego, para ello es importante tener un diálogo abierto con la mayor cantidad posible de fuerzas políticas y, qué duda cabe, tratar a tus rivales políticos como alternativas electorales a la tuya, y no como enemigos a los que destruir. Porque, desde luego, no es trabajar por el consenso ni por el diálogo el montarle una policía política a Podemos, ni el bloquear la renovación del Consejo General del Poder Judicial, ni parece que lo sea tampoco llamar “terroristas” a los parlamentarios de Bildu (cuando ETA lleva más de 10 años disuelta), ni tampoco protestar contra los indultos porque entienden que los independentistas deben pudrirse en la cárcel, o llevar al constitucional el Estatut de 2006 por entender que no puede haber otra arquitectura territorial que la actual, o llamar a Pedro Sánchez “traidor”, “felón”, “incapaz”, “incompetente”, “mediocre”, “mentiroso compulsivo” y a su gobierno “ilegítimo” y “okupa”. El PP fue la fuerza más votada en las elecciones pero es completamente incapaz de llegar a acuerdos más allá de su escisión, Vox, su sucursal Navarra UPN y su histórico socio, Coalición Canaria. El resto de partidos políticos no son rivales sino fuerzas a ilegalizar como en el caso del independentismo, o fuerzas que acceden al gobierno de forma para ellos ilegítima, como es el caso del PSOE y de Unidas Podemos. ¿De qué sirve ser primera fuerza cuando la mayoría de las fuerzas que representan a la mayoría de los ciudadanos te repudian? ¿De qué sirve ser el primero si nadie más te quiere? Son los primeros en votos, pero no lo han sido ni por la calidad de sus propuestas, ni por lo innovador de su programa, ni por el carisma de sus líderes. Lo han sido estricta y llanamente porque se han dedicado a calumniar y a atacar a todos los rivales, a crear una cultura de caza de brujas contra todo lo que no sea derecha y nacionalismo español y a dividir a la sociedad en “buenos” y “malos” como hace Vox o como hicieron Trump y Bolsonaro en sus respectivos países. Ahora, en un giro de guion más propio de una comedia que de un partido serio, piden al PSOE hacer una Gran Coalición como las que hubo entre liberales y socialistas en Bélgica o entre socialdemócratas y conservadores en Alemania. Olvidan, claro está, que para que se den esas grandes coaliciones en esos dos países hubo varias cosas previas que aquí no se dan: Un respeto del parlamentarismo, un aislar a la extrema derecha no pactando con ella, un tratar a los rivales políticos como adversarios y no como enemigos. En definitiva, unos mínimos democráticos que el PP hoy no cumple, y por eso la sociedad española en su mayoría lo aísla. etiquetasactualidad_cabeceraAlberto Núñez FeijóoPP Artículo anterior Pensionistas aurrerá, adelante pensionistas Actualidad Pensionistas aurrerá, adelante pensionistas 22 agosto 2023 Galería: así fue la Folixa de NORTES y Taberna Narciso 20 agosto 2023 Muerre Pilar Robles, memoria de la lliteratura asturiana 19 agosto 2023

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