martes, 29 de agosto de 2023

Un Debate necesario.....

Pensar una política turística de izquierdas Corremos el peligro de que el boom turístico convierta a Asturies en un lugar demasiado caro para muchos asturianos. Por Diego Díaz Alonso 28 agosto 2023 Playa de Cué, Llanes. Foto: Iván G. Fernández Recomendados Galería: así fue el LINK 29 agosto 2023 “No te equivoques, elige Seguridad Social” 29 agosto 2023 De la posesión del balón a la posesión de las mujeres 28 agosto 2023 ¿Qué fue de Amazon Siero? 28 agosto 2023 Diego Díaz Alonso Diego Díaz Alonso Historiador y activista social. Escribió en La Nueva España, Les Noticies, Diagonal y Atlántica XXII. Colabora en El Salto y dirige Nortes. Los beneficios del turismo son bien conocidos. Los perjuicios en cambio han permanecido hasta ahora bastante más ocultos. Sin embargo, en los últimos años, y a la vista de lo que está sucediendo en los destinos turísticos más masificados del planeta, también en Asturies se está abriendo un interesante debate público, todavía minoritario, sobre las consecuencias negativas del turismo: masificación de lugares sin capacidad para acoger a tantos visitantes, subida del precio de la vivienda como consecuencia del boom de los alquileres turísticos, proyectos inmobiliarios depredadores del territorio… En NORTES nos estamos haciendo eco de este debate y pretendemos fomentarlo para pensar con todas las voces posibles cómo podría ser una política turística progresista, de izquierdas, sostenible, es decir, pensada para la mayoría social. Toca desarrollar una alternativa, un proyecto propio, al plan de OTEA y las constructoras, cuyo único objetivo son sus beneficios económicos. Bocamina, un proyecto gastronómico y cultural de Mieres en el Pozu Espinos, Turón. Foto: Alisa Guerrero. En primer lugar, y como parece más obvio, cualquier política turística responsable con el territorio en el que se asienta debería ser cuidadosa con el patrimonio histórico y natural que explota como atractivo. Es decir, evitar que la avaricia mate la gallina de los huevos de oro, como planteaba recientemente Ismael Juárez en un artículo con ese mismo título en NORTES. Eso pasa necesariamente por regular accesos a zonas saturadas, e impedir nuevas construcciones que desfiguren el paisaje tradicional, pero también por descentralizar y diversificar los destinos turísticos dentro de Asturies. Por ejemplo impulsando alternativas como el cicloturismo, el turismo ferroviario o los destinos relacionados con el patrimonio etnográfico e industrial. Promover la llegada de más turistas a determinados puntos de la comunidad puede ser negativo, pero existen lugares, como las cuencas mineras, que reciben muy poco turismo, y en el que este puede convertirse en un factor interesante de desarrollo económico local, así como en un estímulo para el cuidado y la rehabilitación de su enorme patrimonio industrial, tal y como han hecho otras regiones europeas de vieja industrialización. Iniciativas como los museos mineros, el PZSB de Mieres, o la marca Asturias Minera, recientemente promovida por el Gobierno asturiano, van en el buen camino. Se trataría por lo tanto de poner el turismo al servicio de la recuperación y el cuidado del patrimonio, y no del patrimonio al servicio del turismo. Además, dentro del concepto “patrimonio”, la lengua asturiana bien podría beneficiarse de un turismo inquieto que no sólo busca singularidad paisajística o histórica, sino también cultural y lingüística. Tienda de souvenirs en el Oviedo Antiguo. Foto: Alisa Guerrero Regular el alquiler turístico se ha convertido en uno de los caballos de batalla para frenar vaciamiento de los cascos históricos de sus habitantes tradicionales, expulsados por la subida de los precios y la alta rentabilidad de los pisos destinados a estancias cortas de turistas. Esta turistificación que tan bien conocen las grandes ciudades no sólo es ya una realidad en Cimavilla o el Oviedo Antiguo, sino que también se ha trasladado a algunas zonas de la Asturies rural, que también vive su particular boom del alquiler turístico, con la consiguiente escasez de vivienda para quienes buscan desarrollar en los pueblos y villas un proyecto de vida. ¿Hay una regla común para todo el territorio? No. Probablemente existan localidades muy tensionadas en las que toque frenar el alquiler turístico y la construcción de segunda residencia, y otras muy vaciadas en las que el turismo o la segunda residencia puedan servir para rehabilitar vivienda tradicional abandonada o en ruinas. La administración pública debería conjugar estas dos variables Fotografía: David Aguilar Sánchez El turismo genera riqueza y empleo en el territorio, pero también muchos de sus beneficios se van lejos de aquellos lugares en los que se produce, con un alto impacto para la población local. La fiscalidad progresiva es una herramienta para redistribuir esa riqueza. La fiscalidad verde también. Con las cifras de ocupación que estamos conociendo ha llegado el momento de implantar la ecotasa al turismo que IU y Podemos llevan tiempo reclamando. Con más de dos millones de turistas entre enero y julio de este año, el Principado no puede seguir renunciando a un ingreso que contribuiría a que la riqueza generada por el turismo revierta en el cuidado del territorio asturiano. Ciudad vacacional de Perlora, Carreño. El geógrafo Manuel Maurín apuntaba hace tiempo en NORTES que la costa asturiana se había preservado mejor que otras franjas del litoral español más debido a razones climáticas que a políticas. La lluvia y los días nublados pueden dejar de ser una barrera que nos proteja en un contexto de calentamiento global y de una Asturies reconvertida en “refugio climático” vacacional. Proyectos desarrollistas que parecían definitivamente aparcados, como la llamada ciudad jardín de Cuideiru, se están reactivando en este contexto, y suponen una amenaza grave para lo que es uno de las joyas de nuestra comunidad: la conservación de su paisaje costero. Imagen promocional de la urbanización. Una política turística preocupada por el cambio climático también debería potenciar los desplazamientos en transporte público. Más autobuses especiales para playas y rutas de montaña y sobre todo potenciar ese formidable medio para la comunicación dentro de Asturies que es nuestra muy desaprovechada red ferroviaria. Por último, hay que recordar que un 25% de los españoles no puede disfrutar de una semana anual de vacaciones fuera de su casa. Corremos el peligro de que el boom turístico convierta a Asturies en un lugar demasiado caro para muchos asturianos. Toca hablar de salarios y control de precios, pero también de recuperar proyectos y espacios de turismo social, como la ciudad vacacional de Perlora, cuyo abandono y degradación debería comenzar a revertirse esta legislatura. ETIQUETASactualidad_cabeceraasturiesecotasapolítica turísticatemes cabeceraturismoturistificación

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