martes, 26 de septiembre de 2023

A los Vivítopes.....y además...una Xente extraordinaria.

El Ovetense, el templo del pollo al ajillo que mantiene la esencia y los sabores de antaño Cristina Centeno Cristina Centeno REDACCIÓN LA VOZ DE OVIEDO Natalia y Ana García Villanueva están al frente de El Ovetense, el negocio que abrió su padre en 1959. Natalia y Ana García Villanueva están al frente de El Ovetense, el negocio que abrió su padre en 1959. Natalia y Ana están al frente de uno de los negocios hosteleros más populares de Oviedo. Una sidrería con 64 años de historia en la que «sentirse como en casa» 26 sep 2023 . Actualizado a las 09:00 h. Comentar · 0 Quizá no aparezca en las guías que recogen los platos típicos de la gastronomía asturiana, pero el pollo al ajillo ha logrado hacerse un hueco en el recetario tradicional de Oviedo. Y si alguien ha popularizado este producto es, sin duda, El Ovetense, una sidrería con 64 años de historia que mantiene la esencia y los sabores de antaño. Entre los comensales que a diario abarrotan sus mesas no falta nunca esta ración de pollo dorado y crujiente, que presentan coronada por ajo picado y perejil. Fue Serafín García el que convirtió el pollo al ajillo en seña de identidad del local de la calle de San Juan, hoy lugar de peregrinación para ovetenses y visitantes amantes del buen comer y beber. A su regreso de Barcelona, en el año 1959, abrió las puertas de El Ovetense en la misma ubicación en la que se encuentra hoy en día pero en una construcción diferente, una casa de planta baja y altillo donde empezó a trabajar. Diez años después se levantó el edificio en el que permanece y que regentan sus hijas Natalia y Ana. El pollo al ajillo es su seña de identidad. El pollo al ajillo es su seña de identidad. A lo largo de todos estos años, El Ovetense se ha ganado un puesto entre los grandes clásicos de la hostelería de Oviedo. Un punto de encuentro para clientela de toda edad y condición que no ha dejado de ser un negocio familiar. «Intentamos siempre que te sientas como en casa y pases un rato agradable», detalla Natalia García. Algo que logran a diario siguiendo la estela de su padre y de los negocios antiguos, «donde estar tranquilamente, sin prisa, disfrutando del comer y del beber con amigos o en familia». Ahí reside precisamente uno de los secretos de su éxito: «Somos de la filosofía de que cuando algo está bien hecho, déjalo», admite Natalia. «Tratamos de adaptarnos un poco a las cosas nuevas pero manteniendo lo tradicional, también en la cocina. Porque la gente está volviendo a eso, les apetece cada vez más tomarse una buena sopita o un plato de cuchara porque hay menos tiempo para hacerlo en casa, y aquí siempre hemos trabajado con eso», confiesa. Celia Pinto en el restaurante que regenta hace una década y donde el bacalao es el protagonista. Celia Pinto descubre el sabor de Portugal sin salir de Oviedo: «Los asturianos son unos enamorados del bacalao» Cristina Centeno Lo que permanece intocable son los platos más icónicos de esta casa. En El Ovetense, el pollo al ajillo o el jamón asado al estilo Serafín se hacen como siempre, con las «recetas de toda la vida» que llevan sirviendo más de seis décadas. Junto a ello, mantener la popularidad en el tiempo y que el establecimiento se llene a diario «ha sido posible gracias a mucho trabajo», asegura Natalia. Junto a su hermana Ana y los alrededor de 15 trabajadores —un número que varía según la temporada— forman «un gran equipo». Muchos llevan trabajando décadas en El Ovetense, algo que «gusta mucho a la gente por el trato que tienen y porque ya les conocen», elogia Natalia. «Tratamos de estar siempre al cien por cien y hacerlo con alegría y de la mejor forma posible para ofrecer a la gente un sitio en el que estén a gusto, disfruten, coman rico y se relajen. En eso ponemos siempre todo nuestro esfuerzo, trabajando con productos de la mejor calidad y estando ahí día a día», subraya. El Ovetense cuenta con una clientela fiel que regresa casi a diario al sentirse «como en casa» El Ovetense cuenta con una clientela fiel que regresa casi a diario al sentirse «como en casa» Tanto Ana como Natalia están al pie del cañón en El Ovetense y son grandes conocedoras del sector. «Como muchos hijos de hosteleros, cuando éramos pequeñas vivíamos en el negocio», recuerda. Así fue como su padre inculcó en ellas el buen hacer para mantener el local como un referente por el que todo vecino de Oviedo ha pasado alguna vez. Un negocio en el que «cabe todo el mundo» Fueron sus padres quienes elevaron a El Ovetense a la categoría de imprescindibles en la capital asturiana. Y lo hicieron abriendo las puertas de su casa a todos, sin distinción. «Mis padres mantuvieron un negocio donde cabía todo el mundo, de todas las edades, de todos los partidos políticos y de todas las clases. Paraban muchos estudiantes, mineros que cogían el autobús a las cuencas de aquí al lado, hasta te puedes encontrar al arzobispo, de todo. Eso es lo que siempre ha marcado mi padre: el afán por tratar a la gente bien, la cordialidad con todos y nunca excluir a nadie», presume Natalia. Esa esencia se sigue manteniendo a día de hoy, ya sin Serafín, que falleció en 2018 siendo un referente de la hostelería en Oviedo. Por eso tienen una clientela muy fiel, que pasa por allí casi a diario a comer o a tomar «un culete de sidra». «Tienes clientes en El Ovetense que ya son cuatro generaciones de la misma familia y es un orgullo porque formas parte de la vida de Oviedo, apostando siempre por Oviedo para seguir siendo un referente que todos tengan en su cabeza cuando les apetezca tomarse un pollo al ajillo, un poquito de jamón asado o unas parrochinas», celebra. Pablo Rodríguez es el actual propietario de Casa Montoto, un negocio familiar que ya va por su tercera generación Ni cafetera ni televisión: así es Casa Montoto, un bar como los de toda la vida en pleno centro de Oviedo Esther Rodríguez Con muchos clientes la relación es «muy cercana» y de absoluta confianza: «Hemos crecido juntos y forman parte de nuestra vida». «Principalmente tenemos público de Oviedo, gente que ha venido con sus padres y con sus abuelos y que nosotras hemos conocido desde pequeñas, porque los hay que vienen casi todos los días a tomar algo o a comer. Es una clientela muy muy fiel gracias a Dios, a la que se va sumando gente nueva», aplaude. Muchos de ellos tienen marcados en el paladar «los sabores ricos que pruebas de pequeño y no se olvidan», cuenta Natalia. «Me acuerdo una vez de una niña que comió jamón asado y al día siguiente me dijo "es que no pude dormir del sabor tan rico que tenía en la boca", estaba alucinada y a mí pues se me cayó la baba, la verdad», rememora. La alegría con la que Ana y Natalia dirigen al equipo y atienden a los parroquianos refleja que queda Ovetense para rato. Con su pollo al ajillo, su jamón asado, su sidra, su menú del día y sus plazas de hotel en pleno centro de Oviedo. Una oda a «la cocina lenta», de elaboración casera y que mantiene los sabores de siempre para que todo el que cruce la puerta de este establecimiento se sienta «como en casa».

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