sábado, 19 de abril de 2025

Manolo Maurín nos plantea, la entrada en la GUERRA HÍBRIDA...Recomendado....

Nortes | Centraes na periferia ActualidáTemesCulturesMemoriaOpiniónGaleríesXenteHazte socia de Nortes Nortes | Centraes na periferia ActualidáTemesCulturesMemoriaOpiniónGaleríesXenteHazte socia de Nortes ActualidáDestacaesOpiniónTemes El modelo redistributivo global: reciprocidad o régimen de guerra ¿De verdad alguien informado y desinteresado puede pensar que en este contexto la amenaza principal es rusa, islamista o migratoria? Por Manuel Maurín 19 abril 2025 Groenlandia. Recomendados Manuel Maurín Manuel Maurín Es profesor titular de geografía de la Universidad de Oviedo/Uviéu y activista en diferentes movimientos por el derecho a la ciudad. María Teresa Carbonell Cornejo: República, revolución y exilio 19 abril 2025 El cuerpo como manifiesto antifascista 19 abril 2025 Despedida a “Troski”, histórico de la izquierda avilesina 19 abril 2025 Castellano para inmigrantes: una asignatura pendiente en Asturias 19 abril 2025 Caos e incertidumbre. El poderoso fanfarrón americano circula dando volantazos, enviando mensajes amenazadores y soeces como si lo hiciese bajo los efectos de las drogas o el alcohol. Rompiendo las reglas de la diplomacia, del comercio, despreciando los tratados y a los organismos internacionales. Imponiendo una nueva ley que pretende derogar las actualmente vigentes: la ley del mas fuerte. El mas fuerte pretende utilizar la supremacía militar para conservar la amenazada supremacía económica y no lo oculta ni lo maquilla, sino que lo expresa cruda y abiertamente: “me llaman para besarme el culo”. Lo lógico sería que los potencialmente damnificados, que son casi todos los habitantes del mundo, pero también la mayoría de las empresas y los países, uniesen sus fuerzas para hacer frente a esta ofensiva indiscriminada, pero no está siendo esa la respuesta. “Sálvese quien pueda” es, por el contrario, la contestación de la mayoría de las naciones de segunda o tercera fila, especialmente las europeas, que agachan la cola asumiendo su inferioridad y buscando minimizar los daños que supondrán las imposiciones arancelarias y las exigencias belicistas mientras hacen ejercicios inverosímiles para besar el culo al monstruo sin que lo parezca, convencer a la ciudadanía de la necesidad de rearmarse y seguir manteniendo el traje y la corbata planchados como si trasladasen mensajes razonables que en realidad contradicen completamente a los que venían defendiendo en las agendas mundiales, europeas y nacionales durante los últimos años, empezando por la famosa -y denostada por la extrema derecha- Agenda 2030. El Green New Deal, la transición energética, el “farm to fork” y otros eslóganes que habían calado en la ciudadanía progresista se reconvierten de repente en la necesidad de garantizar la autonomía defensiva comprando el armamento a USA o en la producción de minerales críticos y estratégicos en la propia Europa, eso sí, también de la mano de sociedades de inversión estadounidenses como BlackRock. Y todo mientras se sigue defendiendo el libre comercio a nivel mundial (excepto para los protegidos productos agrícolas de la UE) ¡Menudo batiburrillo! Hay que tener capacidad e hipocresía en dosis elevadas para trasladar ese relato y que parezca sensato. Bueno, también hay que tener el control de los medios y la connivencia de los agentes políticos y sociales con capacidad mediadora y trasmisora del mensaje oficial. El caso es que el país que impulsó la globalización económica capitalista y se constituyó como modelo de la democracia liberal propone e impone ahora un nuevo orden mundial en el que el proteccionismo unilateral en lo económico y el autoritarismo en el plano político-militar sustituyen a las normas vigentes en materia de relaciones comerciales y de derechos universales (que ya se violaban a conveniencia por las grandes potencias, aunque de manera algo más disimulada). Donald Trump en una de sus performances. La primera reacción ante este escenario nos lleva a pensar en las consecuencias que podría tener sobre el modelo productivo a nivel mundial y regional en el caso de que la ofensiva norteamericana no fuese un farol táctico y llegase a consolidarse en el tiempo: ¿achicarán las barreras arancelarias, caso de persistir, el espacio de flujos que ha venido abriendo la globalización neoliberal? ¿detendrá el arancel ideológico del racismo los flujos migratorios a pesar de la notable escasez de mano de obra en los países ricos? ¿y los flujos de materias primas, energía, productos manufacturados y servicios (incluido especialmente el turismo) en qué medida se verán afectados? Aunque la hipótesis de una vuelta al proteccionismo podría alimentar ilusiones entre los defensores de la soberanía energética, alimentaria o el decrecimiento económico, parece bastante improbable que ocurra tal cosa más allá de los bandazos iniciales que estamos observando. Fundamentalmente porque no está en el horizonte del trumpismo una política de reducción del área de abastecimiento de recursos sino, por el contrario, el objetivo de extenderla -además de a la futura Ucrania- a Groenlandia y otros territorios que el cambio climático vaya liberando de las nieves perpetuas. La preservación de la biodiversidad o el desarrollo sostenible no forman parte de esta agenda, sino que se consideran como obstáculos a evitar o abatir En este sentido, el calentamiento global quizás no se considere como un problema sino como una oportunidad para la reconfiguración y la expansión del dominio colonial hacia los círculos polares antes inaccesibles. La preservación de la biodiversidad o el desarrollo sostenible no forman parte de esta agenda, sino que se consideran como obstáculos a evitar o abatir, lo mismo que las soberanías nacionales en lugares de interés estratégico como el Canal de Panamá, la Franja de Gaza y quién sabe si Gibraltar. Cada vez en mayor medida los especialistas descartan en sus análisis que el órdago de la administración USA tenga por objetivo cambiar las bases del modelo capitalista mundializado y depredador, aunque lo que sí se aprecia es el intento de remodelarlo a su favor. Volver atrás, desde la actual base tecnológica y la compleja división internacional del trabajo sobre la que se ha venido articulando durante décadas un modelo productivo superador del viejo taylorismo y el fordismo no es una opción viable. Significaría desaprovechar la enorme acumulación de riqueza derivada de las oportunidades fiscales, laborales, ambientales, etc. que ofrece la dispersión controlada, la deslocalización y la externalización de las fases más intensivas en el uso de la mano de obra. Y no sería aceptada por las grandes corporaciones que sustentan el sistema globalizado, incluidas las que apoyan abiertamente al gobierno norteamericano. Si existe alguna lógica en la nueva agenda internacional impuesta en solitario (y contra sus aliados tradicionales) por el trumpismo no es la de modificar el modelo productivo sino el redistributivo. ¿Cómo? Replanteando el sistema de integración económica sobre la base del reparto jerárquico de los beneficios impuesto autoritariamente y sustentado en el poder militar, la supuesta protección de los súbditos, la posesión de recursos, territorios, control de fronteras y medios de producción, etc. Una posición de supremacía como la que obligaba en épocas históricas lejanas a los vasallos a retribuir cantidades estipuladas desde el poder de manera arbitraria en forma de rentas y tributos que hoy Trump y su grupo oligárquico pretenden ingresar a través de los aranceles, pero también de la compra forzada de productos como el gas de fracking o innecesarios como el armamento en gran escala. “Ganamos mucho con los aranceles. Unos 2.000 millones al día. ¿ustedes pueden creerlo?” ha dicho Trump recientemente con total desparpajo. Pronto le veremos decir algo parecido con el armamento y otros productos made in USA que obligará también a adquirir a los países sometidos. Polanyi nos muestra como han funcionado los modelos de integración económica a lo largo de la historia y como se pueden combinar entre sí, ya que ningún modelo es puro y todos amalgaman en diferentes dosis las formas de asignación jerarquizadas (como las que aún disfruta la casa real española) mercantiles (la oferta y la demanda) e igualitarias (los servicios públicos, por ejemplo). ¿Está intentando Trump combinar el capitalismo financiero consolidado con una recaudación adicional fundada en el servilismo de resonancia feudal? El economista austriaco Karl Polanyi. Si fuese así y esta estrategia llegase a imponerse (algo que Europa está dispuesta a aceptar, pero no China y otros poderes regionales) la concentración de riqueza, la desigualdad, la polarización y la jerarquización a todos los niveles se agudizaría aún más de lo que ya lo está y los efectos sobre el planeta y la humanidad serían devastadores. El experimento de destrucción de Palestina podría extenderse a otros lugares; a cualquier lugar. ¿De verdad alguien informado y desinteresado puede pensar que en este contexto la amenaza principal es rusa, islamista o migratoria? Si, por el contrario, la estrategia no logra consolidarse a largo plazo, la alternativa podría ser una nueva guerra mundial o el mal menor de un reparto multipolar en el que, en vez de una, sean dos o tres potencias regionales quienes se repartan los excedentes globales. Mal panorama para los pueblos en cualquiera de los casos. Si bien cualquier alternativa que se enfrente a estas tendencias podría parecer utópica y endeble ante las fuerzas poderosas que impulsan el conflicto y el régimen de guerra (comercial y militar) la defensa de un modelo de integración y redistribución basado en la reciprocidad y el reparto igualitario de la riqueza que genera la actividad humana sigue siendo la única alternativa no solo justa desde el punto de vista social sino viable desde la perspectiva de la supervivencia del planeta. Ahora bien, ese sistema de distribución lleva implícita una premisa que afecta también al modelo productivo y que necesariamente consiste en la renuncia a la generación de excedentes como objetivo prioritario y, por lo tanto, de las tensiones que producen todos los sistemas de circulación y asignación de rentas basados en el crecimiento indefinido y la desigualdad. Eso o el régimen de guerra.

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