domingo, 24 de febrero de 2019

Al menos...ralentización!

Qué hay detrás del frenazo de la subida de tipos en EEUU y Europa

Banco Central Europeo: Mario Draghi afronta las repercusiones de la ralentización de la economía de la Unión Europea prevista para este año. EFEEXPANSION
Ante la ralentización del crecimiento en China, la amenaza del Brexit sin acuerdo y las tensiones comerciales, los bancos centrales han decidido echar el freno a los aumentos de tipos de interés.
Mientras Donald Trump mostraba su entusiasmo por un "crecimiento económico sin precedentes" de EEUU, los bancos centrales de Australia, India y Reino Unido se preparaban para abandonar la política de ajustes monetarios. Horas después de que el presidente estadounidense finalizara su discurso sobre el Estado de la Unión, Philip Lowe, gobernador del banco central de Australia, advertía de una "acumulación de riesgos negativos", incluyendo la batalla comercial entre China y EEUU, el aumento del populismo y el Brexit.

El siguiente movimiento de los tipos de interés, afirmaba, podría ser bajar en lugar de subir. El Banco de Reservas de India recortó los tipos un cuarto de punto un día después. El mismo día, el Banco de Inglaterra abandonó los planes de subir los tipos.
El 30 de enero el presidente de la Reserva Federal, Jay Powell, decidía posponer cualquier plan para subir los tipos debido a los riesgos inherentes al crecimiento estadounidense.
La desconfianza de los bancos centrales contrasta con el buen ánimo del año pasado por esta época. Las empresas y líderes políticos que se reunieron en la ciudad suiza de Davos en enero de 2018 se mostraban muy optimistas. Un sondeo entre directivos situaba la confianza en su nivel más alto en seis años. El FMI reconocía el mayor crecimiento global sincronizado desde el inicio de la década, con 120 economías disfrutando de un incremento del crecimiento.
Esta imagen se ha oscurecido ahora. El FMI se lamentaba el mes pasado del "debilitamiento de los mercados, la incertidumbre de las políticas comerciales y la preocupación sobre el futuro de China".
El crecimiento de las economías avanzadas se ralentizará de un 2,3% en 2018 a un 2% en 2019 y un 1,7% en 2020, afirma. La actividad global de la industria es la más baja de los dos últimos años y medio. ¿Qué ha pasado? El cambio refleja, en parte, el exceso de optimismo del año pasado. La Fed se extralimitó al señalar cuatro incrementos de los tipos de interés en 2018 cuando la economía era aún frágil. Su cautela ahora consiste en proporcionar oxígeno a otros bancos centrales para rebajar sus propias expectativas en los tipos.
El punto de inflexión se produjo en el cuarto trimestre, cuando los mercados se despertaron de repente ante una serie de peligros políticos, incluyendo el riesgo de un empeoramiento de las relaciones comerciales entre EEUU y China.
Ese endurecimiento de las condiciones financieras fue suficiente para recortar un 0,4% al crecimiento de la producción estadounidense tras seis meses, afirma Isabelle Mateos y Lago, estratega del BlackRock Investment Institute.
Desde entonces, un tercio y un cuarto de ese endurecimiento se ha revertido con la recuperación de las acciones, pero los bancos centrales no tienen otra opción que responder, afirma: "Tiene sentido levantar el pie del freno". La economía estadounidense continúa dando resultados.
El número de nuevos empleos en enero ha superado las expectativas de Wall Street y el crecimiento salarial se mueve cómodamente por encima de la inflación.
Sin embargo, los gigantes corporativos del índice S&P 500 han hecho sonar las alarmas por la menor demanda extranjera, incluyendo mercados como China. Las firmas estadounidenses más pequeñas también están sintiendo el enfriamiento global. Rob Parmentier, presidente de Marquis Yachts, con 350 empleados en Green Bay, Wisconsin, afirma que aunque la demanda interna es firme, la imposición tarifaria ha machacado su negocio internacional. "No está empeorando, está muerto", afirma. El aumento del 25% de las tarifas sobre las exportaciones de barcos estadounidenses ha sido terrible, añade. "No es solo eso, es que Europa nunca ha salido de verdad de su recesión".
La Fed, que empezó su política de ajustes en 2015, ha estado en el epicentro del reciente brote de relajación. Powell encabezó un incremento de un cuarto de punto en los tipos el 19 de diciembre, pero sus intentos para emparejarlo con un mensaje de confianza sobre el futuro no funcionaron.

Peligro

La señal de peligro llegó con la venta masiva de acciones después de que el presidente insistiera en que la reducción del balance anual del banco central continuaría en "piloto automático".
Wall Street también confirmaba el frágil ánimo que tienen hoy los mercados. La confianza empresarial se ha visto dañada por el cierre del gobierno federal mientras las discusiones sobre el Brexit no avanzan.
Además, las esperanzas de progreso en torno a las conversaciones comerciales con China han desaparecido, ya que Trump ha descartado una reunión con el presidente chino Xi Jinping antes de la fecha límite del 1 de marzo.
La Fed ha dejado de lado sus preocupaciones sobre el calentamiento económico, centrándose en lo que los bancos centrales llaman riesgos negativos.
Las subidas de los tipos están, por el momento, fuera de la agenda. De hecho, si el actual alto el fuego sobre el comercio da marcha atrás, los analistas empezarán a preguntar sobre la bajada de los tipos en EEUU.
Si se rompieran definitivamente las negociaciones entre EEUU y China, junto con las hostilidades con Europa por el comercio de automóviles, EEUU caería directamente en una recesión, según el Deutsche Bank. Sus analistas señalan los riesgos de una mayor ralentización en China y del no acuerdo del Brexit. El malestar en la Fed se empieza a notar en otras partes.
El banco central australiano adoptaba una actitud de cautela, preocupado por el hecho de que las fuertes caídas del precio de la vivienda y la ralentización china puedan ahogar el crecimiento interno. El desempleo cayó en Australia al 5% en diciembre, el más bajo desde 2011.
No obstante, preocupa que el debilitamiento del mercado de la vivienda afecte al consumo de los hogares, con una caída inesperada del 0,4% en las ventas de los comercios en diciembre.
El deterioro del mercado inmobiliario es evidente en Sydney y Melbourne. Los precios de las casas en las dos ciudades más grandes de Australia han caído un 12% y un 9% respectivamente desde 2017. Shane Oliver, economista de AMP, prevé que los precios puedan caer hasta un 25%. Stephen King, economista de HSBC, ve buenas razones para que los bancos centrales caminen con cuidado.
De los 37 países que ha examinado recientemente, solo ocho han reducido sus ratios de deuda, comparado con el principio de la crisis financiera. Esto significa que los bancos centrales serán "naturalmente más cautelosos con las subidas de los tipos", afirma. "Si se pensaba que la crisis estaba asociada con la deuda, en cierto sentido hoy estamos en una situación más vulnerable".
Algunas de las grandes cuestiones tienen que ver con Europa. La Comisión Europea recortaba sus previsiones de crecimiento para este año al 1,3%, frente al 1,9%, rebajando sus perspectivas para las grandes economías, incluyendo Alemania. Ahora prevé una expansión más débil para Italia durante cinco años.
El Banco Central Europeo (BCE) ha hecho saltar las alarmas sobre el impacto de las tensiones comerciales y el Brexit, solo semanas después de frenar la expansión de su programa de flexibilización cuantitativa de 2,6 billones de euros. Pero Mateos y Lago, de BlackRock, teme que las barreras políticas para reiniciar ese plan de estímulo sean demasiado altas para el BCE: "Nos preocupa que la eurozona no esté preparada para una importante ralentización de la economía".
Una de las ironías del cambio de ánimo entre los bancos centrales es que ha ocurrido en la que es una de las economías más resistentes: EEUU. Trump describía a EEUU como "la economía más caliente del mundo -aunque haya estado cerrada", en su discurso sobre el Estado de la Unión.
Algunos analistas se preguntan si, habiéndose endurecido en exceso el año pasado, la Fed pueda estar ahora corrigiéndose también en exceso. EEUU está relativamente menos expuesto al comercio, lo que en el pasado le ha permitido evitar importar desagradables crisis extranjeras a sus propias costas.
Pero como ha demostrado el cierre federal a principios de este año, también es un país proclive a ocasionarse sus propias heridas económicas. Sobre el Congreso se ciernen batallas potencialmente desestabilizadoras ante la necesidad de elevar el techo de la deuda nacional estadounidense.
Mientras tanto, el reloj avanza en la tregua comercial de Trump con China. Al salir escaldado tras la venta masiva de acciones en el mercado el año pasado, Powell está dispuesto a moverse por lo seguro en 2019, poniendo en suspenso el ciclo de endurecimiento. Un amplio grupo de bancos centrales de otras partes del mundo tienen buenas razones para hacer lo mismo.

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