lunes, 26 de junio de 2023

+ Mad Men * al descubierto....

Sánchez contra el sanchismo El Presidente del Gobierno intenta ofrecer una imagen más vulnerable ante un Jordi Évole implacable Por Víctor Guillot 26 junio 2023 Recomendados “Las inversiones en la industria militar son una práctica generalizada de la banca” 26 junio 2023 Sánchez contra el sanchismo 26 junio 2023 Atención primaria, salud mental, empleo estable y fiscalidad progresiva, temas de campaña de Rafael Cofiño 26 junio 2023 Adiós a Hugo Blanco, el Ché ecosocialista 26 junio 2023 Víctor Guillot Víctor Guillot Víctor Guillot es periodista y adjunto a la dirección de Nortes. Ha trabajado en La Nueva España, Asturias 24, El Pueblo de Albacete y migijon. “Yo no soy perfecto y nunca lo he sido”. Así se dirigía Pedro Sánchez a Jordi Évole en la entrevista de este domingo, emitida en La Sexta, celebrada en el bar Casa Labra, lugar donde Pablo Iglesias fundó el PSOE en 1879. El Presidente del Gobierno ha iniciado una gira por televisiones, radios y diarios para pinchar eso que el denomina “la burbuja del sanchismo” y que es, a su juicio, una deshumanización de su figura y su gestión, propiciada por los poderes económicos, sus terminales mediáticas y sus partidos políticos. Nadie sabe definir exactamente qué es el sanchismo. Podría explicarse, en todo caso, como el proyecto político que Sánchez ha desplegado durante los últimos 5 años desde que ganó a Mariano Rajoy la moción de censura que lo llevó a La Moncloa. Por el medio, el Presidente del Gobierno tuvo que afrontar una pandemia, un volcán, una sequía y los efectos perversos de una guerra en Europa con consecuencias económicas impredecibles. ¿Quién se atreve a decir, después de todo eso, qué es el sanchismo? Ni siquiera el propio Pedro Sánchez. El gobierno de coalición que preside el Secretario General del PSOE expira el próximo 23 de Julio. El adelanto de la campaña electoral ha provocado un giro en la estrategia del presidente y sus asesores. Es posible que, para ganar las próximas elecciones, Sánchez piense que debe emborronar su imagen de hombre perfecto, casi extraída de un capítulo de Mad Men, y ofrecer otra con pátinas de vulnerabilidad, capaz de reconciliarse con el hombre heterosexual blanco de cuarenta años de edad. Lo recordaba Enric Juliana en uno de sus videos sabatinos de La Vanguardia: La España de hoy y la Finlandia de antes de ayer se parecen, con una importante matiz y es que en Finlandia, Sanna Marin, la última presidenta finlandesa, no tuvo la oportunidad de presentarse a una segunda vuelta. Hoy gobierna en el país escandinavo la derecha popular junto a la extrema derecha del partido de Los verdaderos finlandeses. Demasiada perfección, como indica Juliana, no es buena según desvelan los sondeos. Demasiada perfección es repelente, nos advierten desde Finlandia. El presidente español ha tomado buena nota de ello y parece haber preferido iniciar su campaña electoral contra sí mismo. Siempre audaz, que Sánchez vaya contra Sánchez es, posiblemente la mejor manera de desembarazarse de eso que el relato de Feijoo llama sanchismo y que el presidente del PP pretende derogar, si gana las elecciones. Sánchez cree que debe demostrar que él también es capaz de equivocarse, como cualquier otro español. Y los sondeos parecen darle la razón. Como indicaba el analista Eduardo Bayón en su cuenta de twitter, tras publicarse el último estudio de Sigma 2 este domingo, PP y Vox ya no suman mayoría absoluta aunque sin horquillas, es apresurado aventurarse. Pedro Sánchez y Jordi Évole, durante la entrevista emitida este domingo en La Sexta. Sin embargo, entre el hombre que, sólo ante el peligro y tocado tras las locales y autonómicas, se dirigió a la sociedad española con una sólida determinación para anunciar que convocaba elecciones, entre el hombre que explicaba a sus diputados dos días después en la sala del Congreso por qué las anticipaba y el hombre vulnerable que admite ser ante Jordi Évole, implacable en sus preguntas, se produjo una extraña anomalía. De alguna manera, había algo disonante o siniestro. Le faltó credibilidad. El hombre perfecto fingía ser que no lo era. Efectivamente, el mayor error político, durante estos cuatro años, que el presidente del gobierno admitió ante el periodista de La Sexta, fue no reconocer que la burbuja antisanchista crecía en las radios, los diarios y los estudios de televisión día sí y día también. A su juicio, su otro mayor error fue no haber detectado la grieta en la ley del sí es sí por la que más de mil condenados por abusos sexuales han sido excarcelados hasta hoy. La impresión es que Sánchez no se encontraba cómodo ante las preguntas de Évole, abusando del paracaídas de la justificación. Justificarse en una campaña puede ser la peor de las estrategias. Es difícil discernir hasta qué punto expresa humildad y si esta es realmente eficaz en términos electorales para movilizar el voto. A la humildad se aferró para razonar por qué había prometido hace cinco años que no pactaría con Bildu y por qué cinco años después, ha pactado leyes como la Reforma Laboral con Bildu, desde la más exquisita legitimidad. Las comparaciones son terribles y cuando irrumpió el contundente alegado de José Luis Rodríguez Zapatero en el programa de Carlos Herrera, en la pantalla de los televisores quedó patente que a Sánchez le resulta difícil e, incluso, incómodo movilizar al electorado sin polarizarlo. Se diría que hace política sobre el alambre, manteniendo con excesiva prudencia el equilibrio. Pedro Sánchez ha decidido desmontar el sanchismo para que éste no quede en manos de Feijóo ni de Vox. Un giro nuevo cuyas consecuencias electorales no sabemos todavía calcular y que, previsiblemente, tratarán de acercar al Presidente del Gobierno a los ciudadanos. Si en otras ocasiones afirmábamos que Sánchez era un killer sentimental, el presidente español ahora debe demostrar que es capaz de llorar. Por cierto, sabemos que lo hace, en la intimidad.

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