domingo, 31 de marzo de 2024

Sobre el Populismo...RECOMENDADO.

El populismo pertenece a la izquierda (entrevista a Thomas Frank) Thomas Frank 23/03/2024 COMPARTIR:Facebook Twitter Telegram Convención de nominación de candidatos del Partido Populista celebrada en Columbus, Nebraska, el 15 de julio de 1890. (Wikimedia Commons) ¿Cómo es posible que el populismo tenga tan mala fama? Es una palabra que, para muchos, transmite sucintamente todo lo que hay de racista, antiintelectual, conspirativo y provinciano en la política de masas de la clase trabajadora. Es una etiqueta que se aplica a demagogos de derechas como Donald Trump, Jair Bolsonaro y Marine Le Pen, a los que luego se confunde con líderes de izquierdas como Bernie Sanders, haciendo que todos ellos aparezcan como diferentes instancias de la misma fuerza peligrosa. En resumen, dice Thomas Frank, fueron las élites enemigas del populismo quienes definieron el movimiento de agricultores y trabajadores de finales del siglo XIX como una amenaza maníaca para el orden social. El historiador de mediados del siglo XX Richard Hofstadter convirtió este ataque partidista en un lugar común, dando como resultado que muchos críticos con el establishment hayan sido estigmatizados y vistos como una masa indiferenciada. Todo ello sentó las bases de la dinámica actual, con un Partido Demócrata que santifica el gobierno de los expertos y un Partido Republicano que se ha apropiado con éxito de la revuelta popular y la ha transformado en un conflicto de clases sociales en el que las cuestiones de poder económico aparecen estetizadas. El último libro de Thomas Frank, The People, No: A Brief History of Anti-Populism, es una historia de esta dinámica política. En esta entrevista para el podcast The Dig de Jacobin Radio, Astra Taylor conversó con Frank sobre esta importante historia. La transcripción ha sido editada por razones de extensión y claridad. Astra Taylor: La elección de Donald Trump dio lugar a una avalancha de artículos, que se convirtieron en libros sobre el auge del populismo, con la idea de que Trump era el epítome del término. En todos ellos se establecía una falsa equivalencia entre Sanders y Trump, que me pareció muy falsa. Pero me pregunto si puedes recapitular ese discurso para nosotros, porque también abres tu libro con él. ¿Por qué te resultó tan frustrante? Thomas Frank: Hace años que me fascina el populismo. Me refiero al movimiento político de la década de 1890, a la gente que inventó la palabra “populismo”. Era una especie de movimiento obrero-agrícola, especialmente fuerte en mi estado natal, Kansas. Durante un tiempo, los populistas básicamente gobernaron el estado. Yo conocía el tema muy bien. Admiraba mucho a los populistas originales y no me lo podía creer cuando la gente empezó a utilizar esa palabra como una especie de abreviatura de “demagogo racista”, que es lo que estaban haciendo con Donald Trump. Me volvía loco porque eso no era el populismo, y eso no es lo que la palabra significa para mí. Yo diría que Donald Trump imita el populismo o que Donald Trump es una especie de falso populista o que Donald Trump y el Partido Republicano están construyendo una especie de extraña “izquierda fantasmagórica”, que es lo que están haciendo. Creo que todas esas cosas son correctas, pero llamarle populista sin más me sacó de quicio, Astra. Me he dado cuenta de esto junto con otras personas que conozco, de Kansas y del Medio Oeste, que están familiarizadas con el movimiento populista original y saben algo sobre él y tienen esta especie de orgullo regional por nuestros antepasados que estuvieron en el movimiento populista. Escribí un artículo sobre ello para The Guardian, en el que criticaba parte de esta literatura por el hecho de entender la tradición populista en Estados Unidos de forma completamente errónea. Y luego decidí escribir un libro sobre ello. Hablemos de la realidad, pensé. Hablemos de lo que era el populismo. Pero en el camino me tropecé con un argumento mucho más interesante, con una historia mucho más interesante, que es la historia del antipopulismo. La gente que odiaba el populismo en la década de 1890 y que lo sigue odiando hoy en día. Estas personas me resultan fascinantes. Astra Taylor:¿Qué es el populismo? Es ciertamente un término que está siendo cuestionado. Está siendo utilizado como un arma por estos antipopulistas. Y me ha sorprendido la forma en que el populismo está siendo apropiado por la derecha. Thomas Frank: Steve Bannon usa la palabra todo el tiempo. Y no creo que Steve Bannon sepa lo que significa. Pat Buchanan la usa todo el tiempo. Desde que escribí el libro, he descubierto que [Barack] Obama más de una vez se llamó a sí mismo populista. Jimmy Carter solía llamarse a sí mismo populista, pero no es habitual que los políticos se apliquen la palabra a sí mismos. Si se quiere rastrear la historia real de la palabra, hay que remontarse a su origen. Fue inventada por una gente que creó lo que se dio en llamar el Partido del Pueblo en el año 1891, el último ejemplo de movimiento relativamente exitoso en su pretensión de constituirse en tercer partido en la historia de Estados Unidos. Tocaron poder. Eligieron cargos públicos en toda una serie de estados del Medio Oeste, el Sur y el lejano Oeste. Su nombre formal era el Partido del Pueblo [People’s Party], pero era un nombre muy torpe. No es muy pegadizo. Así que un grupo de políticos de Kansas estaban sentados un día en un tren en 1891, tratando de encontrar un apodo para esta organización y se les ocurrió “populismo”. Y tuvo éxito. Mi definición, si queremos tomarnos en serio esta historia —lo que creo que estamos obligados a hacer con la tradición populista—, es el resultado de extrapolar las principales características de ese movimiento y de otros movimientos muy similares. La tradición populista es una coalición multirracial de trabajadores unidos, un movimiento de masas de personas trabajadoras unidas en su lucha por la democracia económica. La multirracialidad es una parte importante. No es un movimiento racista. También la referencia a las “personas trabajadoras” es importante. Los populistas estaban intensamente centrados en la gente trabajadora, en la clase trabajadora, hablaban de ello todo el tiempo. Y el motivo por el que se unen también es importante: la democracia económica. Se unen para ayudar a la gente de abajo. Los agricultores, los obreros… quieren la jornada de ocho horas. Quieren un programa agrícola federal. Quieren una forma de lucha contra los monopolios. Quieren un sistema bancario que funcione para la gente corriente. No quieren recortes fiscales para los ricos. No tratan de poner a Estados Unidos de nuevo en el patrón oro. Así que esa es mi definición de populismo. Y si lo defines así, hay movimientos populistas que han estallado a lo largo de la historia estadounidense. En los años 30, el movimiento obrero. En los 60, el movimiento por los derechos civiles, que se transformó en un movimiento populista más amplio sobre cuestiones económicas. De eso hablaba Martin Luther King Jr. todo el tiempo. Luego fue asesinado y, entre eso y la Guerra de Vietnam, se puso fin a todo. El movimiento de Bernie Sanders está en la misma línea. Y cuando ves a alguien como Donald Trump o cualquiera de estos republicanos sobre los que he estado escribiendo toda mi vida, ves con claridad que es una forma cínica y fantasmagórica de falso populismo, falso obrerismo, falsa izquierda. Demos un paso atrás. Un tema presente en todos mis escritos y en todos los libros que he estado escribiendo todos estos años es que este es un país que ya no tiene una izquierda tradicional. El Partido Demócrata acabó con ella en los años 90 con el clintonismo. ¿Quién va a ocupar ese nicho? En Estados Unidos sigue habiendo mucha gente de clase trabajadora. No es que sus necesidades hayan desaparecido. Entonces, ¿quién va a llenar ese nicho de mercado? Y la respuesta es que tienes a estos estafadores de la derecha que llegan a esas personas y les dan falsas promesas. De eso se trata. La ausencia de un verdadero movimiento populista allana el camino al falso populismo. Astra Taylor: En un momento dado escribes que el populismo fue uno de los primeros grandes esfuerzos por domar el sistema capitalista. Y este es un podcast orgullosamente socialista. Así que me pregunto dónde encaja históricamente el socialismo en esta conversación. Acabas de decir que Bernie Sanders está muy dentro de la tradición populista. Y estoy de acuerdo. Me preguntaba si podrías profundizar un poco más en eso. Thomas Frank: Hay una diferencia. Muchos de los populistas eran socialistas, pero su idea era ser un movimiento mucho más amplio que eso. No eran marxistas. Es importante recordar que su pensamiento se remontaba a Thomas Jefferson y Thomas Paine. Gente así. Padres fundadores americanos muy conocidos. Ellos sabían quién era Marx. Si lees sus periódicos, se refieren a Marx y cosas por el estilo, pero no eran marxistas. El marxismo generalmente no considera a los agricultores como proletarios adecuados, normalmente porque los agricultores son dueños de su propia tierra, lo que ciertamente era el caso en Kansas. Pero probablemente eso sea un error. Esta gente en Kansas era dueña de su propia tierra, pero a pesar de ello se trataba de algunas de las personas más pobres de Estados Unidos. Si nos fijamos en los populistas en el Sur, sí, muchos de ellos eran dueños de sus propias tierras, pero, una vez más, se trataba de algunas de las personas más pobres de Estados Unidos. Los agricultores eran entonces absolutamente mayoritarios en Estados Unidos. Eran más del 50 % de la población. Cuando el populismo murió después de las elecciones de 1896, el partido perduró un poco más, pero básicamente se quedaron sin aliento después de esas elecciones. Y ese fue su fin. Pero muchos de los líderes se pasaron al nuevo Partido Socialista. Eugene Debs, por ejemplo, que se convirtió en líder socialista, había sido un populista, y el gran periódico socialista, Appeal to Reason, se publicaba en Girard, Kansas. Appeal to Reason comenzó su vida como un periódico populista y luego hizo el gran cambio al socialismo, como tantas de estas personas populistas hicieron. No es un movimiento que mire a los teóricos europeos. Es muy americano. Cuando hablo con europeos y explico en qué creía el Partido Populista, dicen: “Bueno, eso es simplemente socialdemocracia”. Y es verdad. Lo es. Es absolutamente correcto. Pero es la versión estadounidense de eso. El Partido Populista era muy similar al Partido Laborista en Inglaterra o al Partido Laborista en Australia, que surgieron al mismo tiempo. Pero, al mismo tiempo, era genuinamente estadounidense. Astra Taylor: Háblanos un poco más de aquellos primeros agricultores y de algunas de las instituciones que crearon, como la Alianza de Agricultores, para conformar una visión que nos permita sentirlos con nosotros en la década de 2020. Thomas Frank: Los agricultores eran la mayoría absoluta de la población, más del 50 %. Se trataba, con diferencia, del grupo ocupacional más numeroso de Estados Unidos en las décadas de 1880 y 1890, pero era un grupo que estaba de capa caída. Se empobrecían con el paso de los años. Cada vez les resultaba más difícil sobrevivir. Se prolongó durante décadas y los agricultores no hacían más que sentir que su situación empeoraba y empeoraba y empeoraba. En el Sur, se habían convertido en una especie de siervos. Básicamente estaban controlados por banqueros y comerciantes locales que les concedían créditos. Estos banqueros y comerciantes dirigían a los agricultores, diciéndoles qué cultivar, a qué dedicar su tiempo… todo. Así que el grupo llamado Alianza de Agricultores, que es básicamente un sindicato de agricultores, se formó con la idea de que, si todos los agricultores se unían por todo Estados Unidos y empezaban a estudiar economía y a estudiar su situación, podrían averiguar qué había ido mal y qué podrían hacer al respecto. Este movimiento entre los agricultores creció a pasos agigantados. Se convirtió en un enorme movimiento de masas. Tenía toda una serie de divisiones y secciones diferentes y había variedades regionales del mismo. Tenía millones y millones y millones de miembros. Se referían a sí mismos como una universidad nacional porque la idea era educar a los agricultores. Los agricultores eran personas que, por definición, no tenían mucha educación y no habían ido a la universidad, normalmente no habían ido al instituto. Y la Alianza de Agricultores distribuía panfletos entre esta gente, panfletos que explicaban su situación económica. Intentaron crear universidades aquí y allá; enviaban conferenciantes por todo el país para hablar de la situación económica de los agricultores. También crearon periódicos. La idea era que cada pequeña ciudad de Kansas, del mismo modo en que tenía un periódico republicano, tuviera también un periódico populista o un periódico de la Alianza de Agricultores, que cubriera desde una visión muy izquierdista las cuestiones de actualidad. Y su idea era averiguar qué había ido mal para los agricultores y tomar medidas colectivas para hacer algo al respecto. Lo que descubrieron después de probar todas estas formas de acción colectiva es que no podían hacer nada sin la política. Así que se metieron en política, y al principio lo hicieron apoyando a políticos de uno de los dos grandes partidos. Pero fue frustrante. Y entonces decidieron lanzar su propio partido, lo que fue un movimiento muy atrevido, pero lo hicieron. Y esto fue el populismo. Salieron de la nada en el año 1890. Este es el primer año en el que lo intentaron. Salieron de la nada y obtuvieron la legislatura de Kansas. Kansas fue su estado más exitoso. Kansas era bastante radical en ese momento. El Estado fue fundado por abolicionistas. Y así se consiguieron la legislatura estatal en Kansas, fue una sorpresa total para el Partido Republicano local y, de hecho, para todo el mundo. De allí pasaron a todos los estados de las Grandes Llanuras, a todo el Oeste, a todo el Sur, a todo el Medio Oeste con diferentes niveles de éxito dependiendo del lugar. El único lugar donde no tuvieron ningún éxito fue el Noreste. Pero fue la última vez que un tercer partido se organizó a nivel nacional. Disputaron elecciones a lo largo y ancho del país. Y, de hecho, eligieron a miembros del Congreso, alcaldes, gobernadores… incluso presentaron a un candidato a la presidencia, pero eso fue algo secundario. Eso era el populismo. De ahí vino. Por el camino, se fueron uniendo otros grupos. Comenzó con la Alianza de Agricultores, pero con el tiempo se unieron todos los demás grupos que pedían una reforma laboral en la época. Los Caballeros del Trabajo [Knights of Labor] formaban parte de este movimiento. Muchos otros sindicatos formaban también parte del mismo. La AFL [American Federation of Labor] no lo era, por cierto. Samuel Gompers no quería formar parte de esto. Pero muchos de los sindicatos más radicales se unieron. Querían muchas reformas electorales. El movimiento por el sufragio de las mujeres formaba parte de este esfuerzo reformista del populismo. Astra Taylor: Así que están tratando de averiguar dónde intervenir realmente en el sistema político estadounidense, lo que me parece que los izquierdistas están empezando a hacer de una manera estratégica en la actualidad. Por otra parte, muchas de sus demandas son ahora de sentido común porque se llevaron a término, ¿cierto? Thomas Frank: Sí, absolutamente. Tenían sus tres grandes demandas económicas, que eran un programa gubernamental para los agricultores, que conseguimos, por supuesto, en el New Deal. Querían que el gobierno nacionalizara los ferrocarriles, lo que nunca hicimos, pero sí regulamos los ferrocarriles, que al final va en la misma línea; querían este tipo de lucha contra el monopolio. Y el patrón oro: querían reformar la moneda. Es difícil para los oyentes de hoy en día entender este enorme problema económico en la década de 1890, pero voy a intentarlo. Estábamos en lo que se llamaba el patrón oro en ese momento, lo que significaba que el valor del dólar estaba vinculado a la cantidad de oro que teníamos en el Tesoro de Estados Unidos. Y debido a que el oro es extremadamente escaso, el valor del dólar iba a subir todo el tiempo. Esto podría provocar deflación, lo contrario de la inflación, y es muy, muy, muy malo para ti si pides dinero prestado. Y los agricultores en ese entonces y hasta el día de hoy son una clase deudora. Piden dinero prestado como parte de sus operaciones. Todos los años piden dinero prestado. Y al final de la cosecha, después de venderla, lo devuelven. Esto es lo que hacen los agricultores. El problema es que, si la moneda aumenta su valor real, tú pides dinero prestado y luego, cuando vas a devolverlo, vale mucho más. Pongamos que pides prestado el equivalente a cinco fanegas de maíz. Cuando vas a devolverlo, son siete u ocho fanegas de maíz. Esta es una gran parte de la explicación de por qué los agricultores estaban de capa caída en la década de 1890, por qué su nivel de vida estaba disminuyendo, por qué se estaban arruinando. Y por eso querían sacar a Estados Unidos del patrón oro y tener una moneda que siguiera el ritmo del crecimiento de la economía y de la población en lugar de hacer lo contrario, que es lo que hacía el patrón oro. También querían reformas electorales. Querían facilitar el voto y hacerlo más seguro. Querían el voto para las mujeres. Querían el voto secreto. En aquella época se votaba en público y todo el mundo podía ver a quién se votaba porque la papeleta era distribuida por uno de los dos partidos políticos. Querían… Astra Taylor: Una innovación australiana, ¿verdad? No algo de Estados Unidos. Thomas Frank: Sí, lo llamaban “la papeleta australiana”. Así es. ¿No reparten salchichas gratis en el colegio electoral? Es parte del trato allí, ¿cierto?[1] Volviendo a lo que comentábamos, había una increíble concentración de riqueza. No había impuesto sobre la renta. Querían un impuesto sobre la renta: esa fue una de las demandas populistas. Este es el gran apogeo de los Vanderbilt y los Astor y los Carnegie, las grandes fortunas americanas. Enorme concentración de riqueza, enormes monopolios. Es cuando surge la Standard Oil. Todos los monopolios ferroviarios ya están formados. Tienes un monopolio del acero. Y el gobierno no hace nada para detener a estos monopolios. También es una época de extraordinaria corrupción política. Y de lo que se dieron cuenta los populistas, y de lo que empezamos a darnos cuenta de nuevo hoy, es de que estas tres cosas iban de la mano. Que la concentración extrema de la riqueza y la monopolización van de la mano con la corrupción política. Desafortunadamente, la palabra ha sido envenenada en la actualidad. Astra Taylor: Se les consideraba unos aficionados descerebrados, que se metían donde nadie les llamaba e intentaban opinar sobre cosas que deberían dejarse a los expertos, pero ¿quién tenía razón al final? Ya no estamos en el patrón oro. Estos agricultores autodidactas pueden ser reivindicados. Thomas Frank: Sí, resultaron tener razón en todos los temas que mencioné. Ahora tenemos un programa agrícola. Regulamos los ferrocarriles. Regulamos los monopolios, o al menos la gente cree que lo hacemos. Las mujeres tienen voto. Tenemos el voto secreto. Todos tenemos la jornada de ocho horas. Tenemos todas estas cosas. Se trata de un grupo al que la historia le ha dado totalmente la razón. Básicamente todo lo que estaba en su agenda finalmente sucedió, aunque no sucediera por su mano. Tuvieron que pasar veinte, treinta, cuarenta años para que sucediera. Y fue hecho por otros porque el Partido Populista se desmoronó. No duraron mucho: seis o siete años, básicamente. Astra Taylor:¿Era la banca pública una de sus principales reivindicaciones? Thomas Frank: No se menciona en su plataforma, pero hubo lugares donde lo hicieron. Si nos fijamos en Dakota del Norte, era un estado populista. Y crearon un banco público allí. Hubo una especie de movimientos neopopulistas durante varios años después, como en Dakota del Norte, donde se llamaban la Liga No Partisana. Por cierto, antes mencionaste algo interesante sobre la táctica y la estrategia. Esta fue una gente que no prevaleció. Obviamente, no ganaron en sus vidas, pero hicieron un gran revuelo y utilizaron un montón de tácticas bastante duras. Si nos fijamos en el Partido Demócrata de hoy en día, parece que siempre le toman el pelo: son muy buenos controlando su ala izquierda, pero son muy malos en todos los demás aspectos del juego político. Una de las tácticas que utilizaban los populistas —y esto era común en el siglo XIX para los terceros partidos— era obligar a los otros dos partidos a tratar un tema que los dos partidos mayoritarios preferían ignorar. En el caso del Partido Republicano, el tema era la esclavitud. En el caso del [Partido Demócrata],[2] el problema era el capitalismo industrial. Y los dos, los partidos principales, preferían simplemente ignorar el tema y no hacer nada al respecto. Pero los terceros partidos les obligaban. Esa estrategia ya no está a nuestro alcance. Una de las cosas que los populistas hicieron para poner estos temas en la agenda fue una táctica llamada fusión, donde a veces se alineaban con los demócratas y otras veces se alineaban con los republicanos. Y a veces no se alineaban con nadie y se presentaban solos. De cualquier manera, negociaban con estos otros partidos y conseguían lo que querían. Utilizaron esta estrategia con gran éxito. Así eligieron a dos gobernadores de Kansas. Eligieron a muchos otros cargos de esta manera. Cuando hay tres partidos en lugar de dos, así es como se hace. Alguno de los dos principales se aliará con el tercero para poder prevalecer. Astra Taylor: Creo que deberíamos detenernos en Carolina del Norte porque tenemos que hablar de la cuestión del racismo y los populistas. En el corazón de esta idea del populismo y en el corazón de la democracia está la cuestión de quién es “el pueblo”, quién está incluido en “el pueblo” y quién está excluido. Creo que defiendes muy bien que el populismo es un movimiento multirracial a favor de la democracia económica. Pero algunos de los populistas más famosos, como Thomas Watson, de Georgia, se convirtieron en supremacistas blancos acérrimos. Se trata de un hombre que una vez dijo a los trabajadores blancos y negros: “Se os mantiene separados para que podáis ser desplumados por separado de vuestras ganancias”, lo que creo que es cierto. Pero la trayectoria final de este hombre fue en contra de esa idea. Thomas Frank: Sí. Y esto es especialmente importante porque la palabra “populista” se utiliza hoy en día como sinónimo de racista. Y es muy, muy importante entender que los populistas originales no eran así. No eran el partido racista de la década de 1890. Cualquiera que conozca la historia americana sabe quién era el partido racista de la década de 1890. Eran los Demócratas del Sur. Se les llamaba “demócratas borbónicos” [Bourbon Democrats][3] y eran una corriente venenosamente racista. Esto es sobradamente conocido. Eran el legado de la Confederación. El populismo, como ya he dicho, era un movimiento de agricultores. Y el Sur, obviamente, era una región agrícola. Todavía lo es. El populismo tuvo un ala negra. Los historiadores se refieren a ellos como los populistas negros. La Alianza de Agricultores estaba segregada, al menos en el Sur. Así que los populistas se enfrentaron a este sistema en el Sur, que se conocía como “solidaridad blanca”. En ese momento, los negros todavía podían votar en la mayoría de los estados del Sur. Estamos hablando de principios de la década de 1890. La forma en que la clase dominante blanca, representada por los demócratas borbónicos, se mantuvo en el poder, fue diciendo a los votantes: “Vuestros intereses como blancos son primordiales con respecto a cualquier otro interés que podáis tener. Y tenéis que manteneros unidos como blancos y votar por el partido de la gente blanca y votar por los demócratas borbónicos”. Y así es como mantienen su control sobre el Sur a través de esta doctrina de la solidaridad blanca. Y los populistas dijeron algo muy, muy interesante a principios de 1890. Dijeron: “No, de hecho, vuestros intereses como agricultores son más importantes que vuestros intereses como blancos”. Y de esta forma, por lo tanto, les dijeron a los agricultores negros: “Venid y uníos a nosotros”. Y los agricultores blancos se unieron a los negros y dijeron: “Juntos vamos a unirnos y vamos a conseguir reformas”. Este fue su discurso a principios de 1890. La cita que acabas de leer de Tom Watson es muy famosa. La publicó en una revista nacional diciendo que así es como el populismo va a abordar la cuestión racial en la vida estadounidense: diciendo que los agricultores negros y los agricultores blancos tienen intereses económicos en común. Ahora bien, no quiero exagerar esto. No está diciendo que deban ser amigos o que deban ser iguales socialmente ni nada por el estilo. Solo decía que deberían votar juntos y unirse políticamente para promover sus intereses económicos. Ese era su argumento. Y es lo que el populismo trató de hacer en todo el Sur. Puedes adivinar lo que pasó después. La clase dominante blanca del Sur se abalanzó sobre ellos como una apisonadora y utilizó todos los medios para derrotar a esta gente, incluidos disparos y linchamientos de personas; así es como se luchaba en el Sur en las elecciones en la década de 1890. Y fue en ambas direcciones. Los populistas se defendieron, pero en general perdieron, excepto en un estado. Carolina del Norte. Es el único Estado del Sur donde consiguieron ganar legalmente las elecciones. Es probable que también ganaran en otros estados, pero sufrieran fraude electoral. Tom Watson había sido miembro del Congreso y los demócratas borbónicos básicamente lo engañaron. Pero en Carolina del Norte, se las arreglaron para ganar. Eligieron a un gobernador y a un senador de Estados Unidos. Hicieron esto y aquello. Lo hicieron uniéndose al Partido Republicano local, que en aquel momento era el partido al que la mayoría de los votantes negros seguían siendo leales. Ganaron un par de elecciones estatales en Carolina del Norte. Se hicieron con el poder legislativo. Aprobaron muchas leyes que permitían el autogobierno en las áreas locales, lo que significaba que pudiera haber cargos públicos negros a nivel municipal. Y esto volvió locos a los demócratas borbónicos. Cometieron asesinatos. Lanzaron una campaña de increíble histeria racial. Se llamó Campaña de la Supremacía Blanca. ¡Los habitantes de Carolina del Norte solían estar orgullosos de esto! Puedes leer sobre ello en los libros de historia. Su discurso era: “sí, acabamos con el populismo y así es como lo hicimos”. Lo hicieron avivando locos temores raciales. Crearon bandas paramilitares. Por cierto, se llamaban los Camisas Rojas. ¿No es interesante? Es una especie de predecesor de los camisas pardas y los camisas negras. Iban por ahí intimidando a la gente, asesinando a la gente. Y cuando el polvo se asentó, ganaron. Derrotaron al populismo. Y en una ciudad, Wilmington, Carolina del Norte, no solo derrotaron a los populistas —los republicanos que estaban en Carolina del Norte eran conocidos como los fusionistas—, sino que derrocaron al gobierno fusionista local. Entraron en esta ciudad con armas de fuego y asesinaron y lincharon, y quemaron la parte negra de la ciudad. Es increíble. Nunca fueron castigados por hacer esto. El único golpe militar conocido en la historia de Estados Unidos fue para derrocar este tipo de régimen republicano-populista en Wilmington, Carolina del Norte. Con respecto a Tom Watson: era uno de los populistas más exuberantes. Era de Georgia y comenzó como un jeffersoniano. Un populista tan prometedor que lo presentaron como su candidato a la vicepresidencia en 1896. No salió bien. Fue humillado a nivel nacional de una manera espectacular. Después de eso, se mantuvo en silencio durante un par de años. Había sido un defensor de la solidaridad interracial. De la solidaridad entre negros y blancos. Pero después resurgió, un par de años más tarde, como el mayor racista del Sur. Se volvió contra sus antiguos aliados de una manera absolutamente despiadada. En el momento en que hizo esto, en el momento en que hizo este giro racista extremo, el Partido Populista ya no existía como una fuerza nacional. Todavía había focos de populismo aquí y allá, pero fueron básicamente eliminados. Watson siguió llamándose populista porque, en Georgia, él era el partido. Pero el partido a nivel nacional, en un lugar como Kansas, estaba básicamente muerto en ese momento. Luego se convirtió en un antisemita espectacular alrededor de la década de 1910. Tenía un periódico y fue básicamente responsable de uno de los linchamientos más notorios en la historia del Sur. Un gerente de una fábrica judía que había sido acusado erróneamente de asesinar a uno de sus empleados. Tom Watson fue responsable de eso. A los historiadores les fascina su carrera porque es el ejemplo original de una figura de izquierdas a quien algo le va mal mentalmente y se convierte en una especie de derechista loco y despiadado. Una de las obras más famosas de la historia estadounidense es la biografía de Tom Watson escrita por el historiador sureño C. Vann Woodward. Los historiadores están fascinados por cómo las cosas se torcieron con este tipo. Pero Woodward, y esto es interesante, no dice que este sea el peligro del populismo. Woodward dice: “no, hay algo mal con Tom Watson”. A Tom Watson le faltaba un tornillo, su humillación a nivel nacional hizo que algo fallara en su mente. Después de terminar el libro, encontré un ensayo de W. E. B. Du Bois que realmente me hubiera gustado leer antes de publicar el libro, en el que habla de Watson y el populismo. Es una historia del estado de Georgia. Un hermoso ensayo. Habla de la trágica historia del Sur y de cómo todo el mundo que piensa en ello entiende que la única esperanza real de encontrar algún tipo de salida a la horrible historia de Georgia es el camino de trazado por los agricultores blancos de clase trabajadora cuando se unieron con los agricultores negros. Dice que solo ha habido un momento en la historia del estado en que eso fue posible. Y que ese momento fue el populismo. Pero fue un momento muy, muy breve. Y fue apagado casi inmediatamente por la clase dominante. Astra Taylor: Pasemos al antipopulismo, que creo que es tu verdadero tema. A los enemigos actuales del populismo les gusta decir que el populismo es demagogia racista. Es Trump, es Bolsonaro, es Viktor Orbán. Y es esta tendencia tóxica. ¿De dónde viene esa idea? Thomas Frank: Nadie habría hecho esa acusación en la década de 1890. Acusaron al populismo de muchas otras cosas, pero no lo acusaron, en su momento, de ser racista, xenófobo o antisemita. Hay una razón muy obvia para ello de la que te das cuenta cuando empiezas a escarbar en la literatura del antipopulismo. La élite gobernante de este país despreciaba y odiaba al movimiento populista y generó toda una literatura propia, una literatura antipopulista que denunciaba al movimiento populista. Y si escarbas en esta literatura, enseguida descubres por qué no acusaron al populismo de racista y antisemita. La razón es que ellos mismos eran muy racistas y antisemitas. Habría sido muy extraño acusar a otra persona de eso. El racismo de ese período es muy evidente una vez que empiezas a leer esa literatura. Pero demos un paso atrás: hubo una reacción masiva contra el populismo cuando surgió en Kansas. La gente no dio la bienvenida a este nuevo movimiento de izquierda con los brazos abiertos. Lo temían y lo odiaban. Lo despreciaban. Lo consideraban la llegada de la lucha de clases. Pensaban que era la Revolución Francesa de nuevo y las cosas realmente llegaron a un punto crítico en el año 1896. Había habido una depresión económica, había huelgas por todas partes, incluida la famosa huelga de Pullman, probablemente la mayor huelga nacional que hemos tenido. El Partido Demócrata se reunió para su convención en Chicago. Debo mencionar aquí que el Partido Demócrata a nivel nacional era diferente de los Demócratas del Sur. Los demócratas borbónicos eran importantes en el Partido Demócrata nacional, pero no eran determinantes. No podían obligar a los demócratas nacionales a elegir a uno de los suyos. Así que el Partido Demócrata nacional se reúne para su convención en Chicago. Y nombran a William Jennings Bryan, que tiene treinta y seis años, el candidato presidencial más joven de todos los tiempos. Lo nombran para presidente. Es un congresista de Nebraska que solo tiene un mandato a sus espaldas. Y lo nombran por un discurso que acaba de dar atacando el patrón oro. Se trata del famoso discurso “Cruz de Oro”, donde compara el patrón oro con una cruz en la que el gobierno está tratando de crucificar a la clase obrera. Es aclamado por este discurso. Y la élite de la Costa Este de este país está absolutamente horrorizada. Luego, unas semanas más tarde, el Partido Populista —recuerda que todavía están activos en 1896— se reúne para su convención. Se dan cuenta de que Bryan les ha robado su estandarte. Les ha robado su tema número uno: el patrón oro. Se lo ha quitado. Así que están tratando de averiguar qué hacer. Y deciden apoyarlo. Por supuesto, él no está de acuerdo con ellos en muchos otros temas. No está con ellos en la cuestión del sufragio femenino. No está con ellos en el tema del ferrocarril, en todas estas otras cosas. Pero está con ellos en este gran tema de la reforma monetaria. Así que apoyan a Bryan. Hacen este tipo de estrategia de fusión a nivel nacional y hacen de Tom Watson su candidato a la vicepresidencia. En resumen, la élite de la Costa Este de este país se vuelve absolutamente loca y provoca una ola de histeria contra Bryan. Dicen que Bryan es antiintelectual. Dicen que Bryan es un enfermo mental. El New York Times publica una serie de artículos sugiriendo que está preso de la paranoia, que está loco. Dicen que es antiintelectual porque sencillamente no entiende la economía moderna. No entiende la globalización. No entiende que necesitan el patrón oro. Dicen que representa a los peores elementos de la sociedad que se unen contra los mejores. Las clases más bajas, los rangos más bajos de la sociedad, tratando de arrebatarles a los capitanes de industria —a la gente de la Costa Este, graduados en universidades de élite— el control de la economía. Y se unen contra Bryan en esta extraordinaria coalición, esta especie de reunión de las tribus de élite: magnates del ferrocarril, millonarios, financieros… junto con rectores de universidades y otros intelectuales de renombre. William Graham Sumner estaba en esta línea, pero sobre todo lo estaban los propietarios de periódicos. Los propietarios de periódicos de Estados Unidos comenzaron esta increíble campaña de ataques histéricos contra William Jennings Bryan, afirmando: “¡Esto es la lucha de clases! ¡Esto es la Revolución Francesa! ¡Esto es el jacobinismo que ha llegado a América! ¡Tenemos que acabar con esto!” Y la palabra que utilizaron para referirse al bryanismo —a todos los males que acabo de mencionar— fue “populismo”. Así es como lo llamaron. El bryanismo era populismo. El populismo es antiintelectualismo. Es una enfermedad mental. Es el levantamiento de las clases bajas que no entienden todas estas cosas. Tienen éxito y derrotan a Bryan, y el Partido Populista básicamente se desmorona, porque han hecho este increíble compromiso con el fin de apoyar a William Jennings Bryan y ahora se ha quedado en nada. Y ese es su fin. Lo curioso es que el estereotipo que la prensa de la Costa Este inventa para describir al bryanismo, lo que llamamos “populismo”, perdura en el tiempo, y en la década de 1950 es adoptado por el mundo académico. Así que este estereotipo de la década de 1890 resurge extrañamente en la década de 1950. En realidad, no solo resurge en la década de 1950, sino que resurge una y otra vez en la historia de Estados Unidos. He dicho antes que hay una tradición populista en la vida estadounidense. También hay una tradición antipopulista, en la que se repite este mismo tipo de interpretación de los movimientos de la clase obrera: son peligrosos, están dirigidos por demagogos, son antiintelectuales, intentan poner a la peor gente al frente de la sociedad. Y eso aparece de nuevo en los años 30 en oposición a Franklin D. Roosevelt, ahora con un montón de eugenesia mezclada, porque esa era la ciencia de la época. Las clases inferiores eran inferiores porque merecían ser inferiores, porque fueron seleccionadas genéticamente para ser las clases inferiores. ¡Cómo se atreven a levantarse contra las personas que la naturaleza y la ciencia han elegido para dirigir la sociedad! Ya sabes, los mejores y los más brillantes. Así que estas ideas son otro tipo de corriente persistente en la vida americana. Esta tradición es profundamente desconfiada hacia la democracia. A esta tradición antipopulista realmente no le gusta la democracia y es fuerte en la vida estadounidense. En los años 50 ocurre algo muy extraño, cuando una generación de académicos liberales de alto rango de las grandes universidades —los “académicos del consenso”— básicamente abrazan esta teoría antipopulista de la democracia: la democracia de masas es en realidad peligrosa. El pueblo es una marioneta en manos de demagogos, es antiintelectual, paranoico, tiene todas estas patologías. Son propensos al autoritarismo. Luego aparece esa nueva idea de que, si dejas que la gente de clase trabajadora forme movimientos y se una a movimientos de masas, automáticamente serán racistas y antisemitas. Había un montón de académicos trabajando en esta idea al mismo tiempo en la década de 1950, pero el más importante para nuestros propósitos es el historiador Richard Hofstadter. Hofstadter decide resumir esta forma de ver los movimientos de masas de la clase obrera con la palabra “populismo”. Y lo hace porque ha escrito una nueva historia del movimiento populista. Sale en 1955 y se titula La era de la reforma. Es una de las obras más famosas de la historia americana que se hayan escrito. Gana un premio Pulitzer por este libro. Hasta entonces, los historiadores habían visto con muy buenos ojos el populismo, el movimiento obrero y cosas por el estilo. Consideraban al primer movimiento socialista y especialmente a los populistas como héroes. Pero llega Hofstadter y dice: “No, había todas estas cosas mal con el movimiento populista. Tenían ansiedad por el estatus. Tenían una vena paranoica. Creían en teorías conspirativas. Eran antisemitas. Eran antiintelectuales”. Simplemente porque iban en contra de los grandes intelectuales de la época. Esto tiene una enorme influencia. Y aquí es donde la palabra “populismo” deja de escribirse con P mayúscula,[4] lo que era habitual para hacer referencia a este movimiento de la década de 1890, y se convierte en un término genérico para describir los movimientos patológicos de la clase trabajadora. Ahora bien, en más o menos diez años, su visión del movimiento populista de la década de 1890 es completamente refutada por otros historiadores estadounidenses. Estudian el mismo fenómeno y básicamente destruyen su visión del populismo. No, no era un movimiento particularmente conspirativo. Algunos populistas lo eran, pero también muchas otras personas en ese momento. No, no era un movimiento particularmente antisemita. De nuevo, algunos populistas lo eran, pero también lo eran muchas otras personas en aquella época. No era un movimiento antiintelectual, ni xenófobo, ni antiinmigrantes. Todo lo que dijo sobre el populismo básicamente fue refutado por otros historiadores estadounidenses. Ha habido probablemente un centenar de libros y artículos refutando la visión de Hofstadter sobre el populismo. Pero aquí está la gracia: eso no importa. El punto de vista de Hofstadter sobre el populismo sigue en auge hoy en día. De hecho, es la piedra angular de toda una pedagogía que llaman “estudios sobre el populismo global”. Todo se basa en la redefinición de Hofstadter del populismo como el movimiento patológico de la clase obrera de mentalidad autoritaria y racista. Aunque eso no es lo que era el populismo, estos autores basan su definición en la propuesta por aquel. Yo en cambio le leo y pienso, bueno, Hofstadter ha tomado los estereotipos construidos por los periódicos estadounidenses en la década de 1890 y los ha rejuvenecido utilizando, ya sabes, el tipo de palabras psicológicas que estaban de moda en la década de 1950. Entonces, ¿por qué persiste? ¿Por qué sigue existiendo? Justo el otro día abrí una obra de historia muy popular que hace referencia a Hofstadter por todas partes y utiliza la palabra “populismo” exclusivamente como sinónimo de demagogia racista. Y el autor no tiene ni idea de que Hofstadter fue refutado y simplemente asume que esto es correcto, que eso es lo que era el populismo. ¿Por qué persiste esta idea equivocada a pesar de que fue refutada? Astra Taylor: Bueno, creo que una cosa en la que aciertan sobre el populismo es que es antielitista. Eso es algo que es correcto, ¿no? Y es parte de lo que tiene de transgresor. Thomas Frank: Sí, de eso no cabe duda. Por supuesto que estaban en contra de la élite. Pero también Thomas Jefferson. Esa es nuestra historia. Eso es lo que somos. Es Thomas Paine. Estados Unidos es antiélite. Así que, en este sentido, están en lo más profundo del grano americano [they are deep in the American grain].[5] La razón de que la idea de Hofstadter persista es que es halagadora para ese grupo de intelectuales que surgieron en la década de 1950. Se llaman a sí mismos los “académicos del consenso”. Tenían una comprensión muy diferente acerca de cómo funcionaba el gobierno estadounidense con respecto a los movimientos reformistas del pasado. Su idea era que la reforma no se consigue mediante la construcción de un movimiento de masas de gente de clase trabajadora en las calles. La reforma no se consigue a través del movimiento obrero. La reforma no se consigue con huelgas. La reforma no se consigue creando un sindicato gigantesco de agricultores. La reforma se consigue con gente como ellos, poniendo a gente como ellos al mando. Estamos en los años cincuenta. Es el apogeo del gerencialismo [managerialism] en la vida estadounidense. Y así tienes a MBA [master of business administration] haciéndose cargo de las empresas, que ya no son dirigidas por empresarios y herederos y gente por el estilo. Ahora las dirigen los MBA. Hay doctores [PhD] que dirigen los grandes departamentos de Washington. Tienes a Robert McNamara en el Departamento de Defensa. Los tipos más inteligentes del país se están uniendo. Son los mejores y los más brillantes. McNamara es la cara más reconocible de este estilo gerencialista, dinámico y de mentalidad positiva [can-do managerial style]. Los intelectuales ganarán por nosotros la Guerra Fría. Esos tipos con sus ordenadores nos darán una economía planificada que dará prosperidad a todos. Y ganarán la Guerra de Vietnam. Es básicamente un programa para que gobierne una determinada clase: la élite profesional. Esta nueva élite gerencialista está en ascenso y utilizan la palabra “populismo” para describir aquello que están desplazando. Eso es lo que la palabra significa hoy en día. Cada vez que escuchas la palabra populismo usada de esta manera, piensas en la misma idea en la que lo hacen los europeos cuando la usan. Estos se refieren a todo aquello que se opone a los tecnócratas de Bruselas. Astra Taylor: Creo que por eso es tan importante destacar que los primeros populistas tenían razón en muchas cosas que el gobierno federal terminó adoptando. Thomas Frank: Sí, tenían razón. Los intelectuales de la época estaban, de hecho, equivocados. Los economistas de alto nivel y los académicos de la época estaban todos en el darwinismo social y el patrón oro. Estaban completamente equivocados. Astra Taylor: Quiero que hables más de esto porque la meritocracia es algo sobre lo que has escrito y contra lo que has protestado mucho, y creo que especialmente en este momento, cuando hay muchas de teorías de la conspiración extravagantes y mucha ignorancia, es necesario hacer esa profesión de fe y confiar en la capacidad de la gente. Los liberales se limitan a exclamar: “Confía en los expertos, cree en la ciencia, comprueba los hechos” [Trust experts, believe science, fact check]. Eso no es suficiente, ¿verdad? Thomas Frank: La meritocracia nos dice que deben gobernar “los mejores y los más brillantes”, los más inteligentes del país. Pero siempre resulta estar corrompida de alguna manera espectacular. Cuando estudiaba en la universidad, el tema de moda era el auge de las profesiones. Y todo el mundo quería escribir historias sobre las profesiones y sobre cómo las profesiones se unen y sobre cómo funcionan. A mí lo que me fascinaba de todo eso era cómo fracasan las profesiones. Pienso en los expertos altamente cualificados a los que hemos entregado el funcionamiento de la sociedad, como querían Richard Hofstadter y sus amigos. Te encuentras cara a cara con esta clase de personas todo el tiempo. Me refiero a tu médico, a los científicos, a los tipos del ayuntamiento que te dan un permiso para cualquier trabajo que quieras hacer en tu casa o al administrador del colegio de tu hijo o hija. Los expertos son las sociedades. Estamos hablando de la clase dirigente de la sociedad. La meritocracia es la idea de que estas personas merecen gobernar porque son los mejores, de que esta élite es una élite legítima, de que esta jerarquía es una jerarquía legítima. Es la idea de que cuando basas la jerarquía en los resultados del SAT o en el GPA [Grade Point Average],[6] eso la convierte en una jerarquía legítima. Lo que yo pretendo es advertir de que, en realidad, los miembros de esta clase —la clase profesional— actúan como cualquier otra clase, en el sentido de que se ayudan unos a otros. Se muestran solidarios ante los desafíos. Se disculpan mutuamente sus transgresiones. Se rodean para evitar ser criticados. Y lo más importante, se niegan a escuchar voces ajenas. Esta es, de hecho, la definición de una profesión. Son autónomos. Así que los economistas no tienen que escucharnos a ti y a mí cuando hablamos de nuestras opiniones sobre economía, como aprendieron los populistas en la década de 1890. A los economistas de profesión no les importa lo que pienses. No tienen por qué escucharte. Es, por naturaleza, una disposición profundamente antidemocrática. La cuestión es si deben estar al mando. ¿Recuerdas cuando Barack Obama fue elegido? Por cierto, aquí es donde esta historia se vuelve muy personal para mí, porque yo era un gran fan de Barack Obama en 2008. Y pensé que iba a ser un gran presidente. Y una de las razones por las que pensaba eso es porque, en ese momento, todavía creía en este tipo de administración. Recuerda, George [W.] Bush había llenado el gobierno de corruptos, amiguetes e idiotas, que habían hecho todo mal. Habían permitido que una increíble catástrofe financiera tuviera lugar, además de la Guerra de Irak y de otras catástrofes. Después de estos imbéciles, yo estaba listo para un gobierno de expertos. Cuando llega Obama, eso es exactamente lo que hace. Llena su gabinete de genios. Y me refiero, literalmente, a personas que obtuvieron la “beca para genios” [genius grant].[7] Y hay gente con premios Pulitzer, gente con todos los premios imaginables. Tenía al presidente de Harvard asesorándolo en política económica, ¿recuerdas? Larry Summers, el tipo más inteligente de Estados Unidos. ¿Y qué hace esta gente? Continúan las políticas de la administración Bush con respecto a los bancos. Muchas personas son dejadas de lado. El Departamento de Justicia de Obama dice en un momento, y estoy parafraseando, pero dice algo así como: “Los banqueros son criaturas especiales y no debemos procesarlos”. Están por encima, no pueden ser procesados por su crimen. Si los procesas, entonces la economía se derrumbará. Hay muchos puestos de trabajo que están en juego. Así que tienes que ser amable con ellos. Es un escenario a lo Ayn Rand. Astra Taylor:¿Crees que el populismo es una estrategia electoral ganadora para la izquierda en estos momentos? Thomas Frank: Absolutamente. Creo que es una estrategia ganadora porque Estados Unidos es, a fin de cuentas, un país populista. Si nos remontamos al gran período de dominio político liberal, los años 30 y 40, vemos que fue una época muy populista. No solo políticamente, con Franklin Roosevelt y el New Deal, que era básicamente el antiguo programa político del Partido Populista, sino también culturalmente. Piensa en las películas de Hollywood de la época. Uno ve las películas de Frank Capra y es como, ¡toma populismo! [in-your-face populism] Ahí está esa fe en “el pueblo”, ese odio a las élites, específicamente a los banqueros. O los murales de la WPA [Works Progress Administration] de la época, que celebraban a la clase trabajadora. O todos esos proyectos fotográficos en los que un fotógrafo iba al Sur y sacaba fotos a los aparceros y cosas por el estilo. Es el gran triunfo liberal y es una época de increíble e intenso populismo. También el movimiento obrero crece a pasos agigantados, especialmente el CIO [Congress of Industrial Organizations], que era extremadamente populista en contraposición a la AFL [American Federation of Labor]. Así que el populismo coincide con el triunfo liberal. No me cabe la menor duda. Pero también es cierto que el Partido Demócrata hizo todo lo que estaba en su mano para dejar eso atrás y alejarse de eso y abrazar la estrategia gerencial, la estrategia meritocrática de la generación del consenso. Lo han hecho total y absolutamente, lo que ha despejado el camino para que los republicanos abracen este falso populismo que, sin embargo, es retóricamente muy atractivo para la gente. Sin embargo, hoy los republicanos quieren complicar el voto. La pretensión fundamental del populismo era, en cambio, ensanchar el proceso de votación. Esa es la gran tradición de la vida estadounidense: ampliar constantemente el círculo de quién puede votar y animar a la gente a hacerlo. Lo que persiguen los republicanos es lo contrario: problematizar constantemente el voto, hacerlo temible para la gente, sembrar dudas sobre su legitimidad. Es un proyecto profundamente antipopulista en ese sentido. Es casi demasiado gracioso, ¿no? Es como si estuviéramos en el mundo al revés, pero no me cabe duda de que la forma de vencer al populismo de derechas es con el auténtico. No sé cómo van a evolucionar las cosas. Mira la definición de populismo. Se trata de movimientos. Movimientos transraciales de gente de clase trabajadora construyendo esos movimientos de nuevo, haciendo que el movimiento obrero se ponga en marcha de nuevo. Con ello, podemos parar esta cosa, o al menos podemos cortocircuitar esta cosa. Los dos partidos de este país representan básicamente a las dos élites. Los republicanos son una especie de élite de los negocios, pero un cierto tipo de élite empresarial: una élite de pequeñas empresas. Y los demócratas representan esencialmente a todos los demás. Silicon Valley, Wall Street, Hollywood, Big Pharma, Big Medicine, todo eso son los demócratas. Astra Taylor: El sector de los seguros se queda con los dos. Thomas Frank: Sí. Algunas de estas élites están en disputa, como por ejemplo Wall Street. Cuando éramos más jóvenes, Wall Street estaba totalmente en disputa. Podían ir para cualquiera de los dos lados. Pero ahora están de forma bastante clara del lado de los demócratas. Así que hay dos grupos de élite diferentes en este país, pero lo que hemos visto en los últimos años es que los liberales tienen una hegemonía cultural total en este país, lo que se ha materializado muy de repente, de forma impactante. Cuando yo estaba haciendo la revista The Baffler, solíamos burlarnos de muchos de los temas de discusión de la derecha. Y uno de mis favoritos era la idea de que los medios de comunicación eran liberales. Yo decía: “Ja, ja, ja, los medios no son liberales”, y lo demostraba con esto, aquello y lo otro. Pues bien, lo son. Resulta que es verdad. En cualquier caso, quiero volver a un tema que te toca de cerca, que es la larga trayectoria de la propia democracia en este país. Quiero recordar que la democracia siempre ha sido un valor discutido en América. Y lo que quiero decir con esto es que a los padres fundadores no les gustaba la democracia. Para ellos era una palabra con un sentido negativo. Era algo que temían. Democracia significaba gobierno de la plebe, de la chusma [mob rule]. Esa idea persistió y persiste en nuestros días. Pero el problema es que, llegado un determinado momento, ya no podían decir que democracia significaba gobierno de la plebe, porque Estados Unidos había luchado en dos guerras mundiales por la democracia. Se suponía que éramos el arsenal de la democracia. Así que tuvieron que encontrar una palabra diferente para describir ese miedo a la gente común y al “gobierno de las masas”. La palabra que se les ocurrió fue populismo. Y ahora es el vehículo para expresar ese miedo. [1] En inglés, el voto secreto se conoce también como “voto australiano” o “papeleta australiana” [Australian ballot], ya que Australia fue pionera en la introducción de este sistema de votación. Thomas Frank hace aquí una broma, que se pierde por ser la transcripción un resumen. Se refiere a lo que en Australia se ha dado en llamar, en los últimos años, “salchicha de la democracia” (véase la entrada de la Wikipedia al respecto). Fue sin duda un gran avance que el mundo siguiera a Australia en la cuestión del sufragio secreto, es más dudoso que tengamos que imitar al país oceánico también en lo segundo. [N. del T.] [2] Aquí Thomas Frank dice “populismo”, pero es evidente que se trata de un error (reproducido después en la transcripción) y que se refiere, en realidad, al Partido Demócrata. [N. del T.] [3] La denominación parece hacer referencia tanto a la famosa bebida sureña, el whisky de Bourbon producido en Kentucky, como, sobre todo, a la casa de Borbón (Bourbon, en francés), de la que el primero toma su nombre. La denominación de “demócratas borbónicos” o “demócratas de Bourbon” era utilizada despectivamente para criticar a ciertos miembros del Partido Demócrata, destacando lo que había de retrógrado y reaccionario en su ideología. [N. del T.] [4] En inglés, es habitual que los nombres que hacen referencia a los miembros o seguidores de un determinado partido o líder político se escriban con inicial mayúscula. Se dice, por ejemplo: Jacobins, Jeffersonians, Populists; y Jacobinism, Populism. No es así en español, razón por la que he optado por escribir “populismo” siempre en minúscula. Creo que, por el contexto, es fácil determinar cuándo Thomas Frank se refiere al populismo de la década de 1890 o al uso peyorativo que tiene el término en la actualidad. [N. del T.] [5] Esto es una referencia a la obra de William Carlos Williams, In the American Grain, una colección de ensayos, de tono lírico, sobre la historia de América del Norte a través de sus fundadores. [N. del T.] [6] El SAT es un examen estandarizado ampliamente utilizado en Estados Unidos en los procesos de admisión a la universidad. Inicialmente era el acrónimo de Scholastic Aptitude Test, más tarde se llamó Scholastic Assessment Test, y ahora es simplemente el SAT. Las discrepancias acerca del nombre, unidas a la popularidad del acrónimo, se han resuelto haciendo que dicho acrónimo no signifique nada, lo cual no parece una muy buena solución. El GPA es el expediente académico, la media de las calificaciones de un estudiante. [N. del T.] [7] Se refiere a las prestigiosas Becas MacArthur, conocidas popularmente como Genius Grants, que otorga cada año la MacArthur Foundation a entre veinte y treinta ciudadanos o residentes estadounidenses. Thomas Frank doctor en Historia por la Universidad de Chicago, es columnista de Harper´s Magazine y ha colaborado con The Wall Street Journal, Le Monde Diplomatique, The Nation, The Washington Post e In These Times. Importante analista político y sociológico, entre sus libros más conocidos se cuentan The Conquest of Cool [La conquista de lo cool, Alpha Decay, Barcelona, 2011), What´s the Matter with Kansas (2004) [¿Qué pasa con Kansas?, Ed. Antonio Machado, Madrid, 2008], The Wrecking Crew, How the Conservatives Rule (2008), Pity the Billionaire [Pobres Magnates, Sexto Piso, Ciudad de México, 2013] y Listen, liberal. Fuente: Jacobin Mag, 22/02/2024 https://jacobin.com/2024/02/populism-history-w

No hay comentarios: