sábado, 16 de marzo de 2019

El Nano sigue pitando....

Fernando Alonso reconquista América

Fernando Alonso, en el centro, junto a Buemi (izda.) y nakajima (dcha.), ganadores de las 1000 milas de Sebring./EFE
Fernando Alonso, en el centro, junto a Buemi (izda.) y nakajima (dcha.), ganadores de las 1000 milas de Sebring. /EFE

El Toyota 8 que pilotan el asturiano, Sebastien Buemi y Kazuki Nakajima gana las 1.000 millas de Sebring y se escapan 15 puntos al frente de la clasificación general del Mundial de Resistencia

DAVID SÁNCHEZ DE CASTRO
Seguro que Fernando Alonso aún tiene agujetas en el trasero de los botes que dio durante las ocho horas que duró la sexta prueba del Mundial de Resistencia, las 1.000 millas de Sebring. Tanto dentro del coche como fuera de él, el asturiano estuvo con el corazón en un puño en una durísima prueba, probablemente una de las más complicadas que ha disputado desde que es piloto del WEC. Los infinitos baches de esta pista construida en un viejo aeródromo que servía de base en la II Guerra Mundial, la ya de por sí compleja conducción y gestión de los doblajes y la lluvia que apareció al principio y al final de la prueba hacen de esta victoria, la tercera de la supertemporada para el Toyota número 8, una de las que mejor sabor de boca les puede dejar.
La resolución no pudo ser más satisfactoria, pese a las dificultades. El circuito de Sebring es uno de los más complicados del mundo, especialmente por sus característicos baches que hace de cada vuelta un traqueteo constante. Si a este elemento se une la noche y la lluvia, de la coctelera sale una carrera que no se puede resolver hasta los instantes finales.


Y eso que el Toyota número 8 fue el líder durante prácticamente toda la prueba. La pole que marcó Fernando Alonso en la clasificación les valió a él, Nakajima y Buemi para partir en cabeza y llevar la voz cantante en todas las condiciones. No obstante, el rendimiento de los tres fue desigual, algo que también es propio de este tipo de carreras.
El encargado de hacer salir a pista el coche fue Buemi. Al suizo le tocó los primeros doblajes a los GT y sostener la resistencia frente a su gran 'enemigo', el otro Toyota. A continuación se puso al volante Alonso, cuya labor en el TS050 consistió no sólo en aguantar, sino en agrandar ese liderato. Fue cuando dejó imágenes imborrables, como un triple doblaje en la zona más estrecha del circuito o el cuidado que tuvo cuando la lluvia apareció tímidamente en la parte matinal de las ocho horas que duró esta prueba.

Cómodo colchón

En su primer relevo, Alonso consiguió establecer un cómodo colchón con el Toyota 7 que les permitió afrontar la noche con cierta comodidad. Sin embargo, este sábado no fue el día de un Kamui Kobayashi más preocupado por no fallar que por acertar, lo que acabó derivando en que los más de 15 segundos que llegaron a tener de margen se convirtiesen en unos nimios 2 segundos. La suerte esta vez se puso del lado de los hombres del Toyota 8, en forma de pifia de 'Pechito' López.
El coche del equipo Toyota.
El coche del equipo Toyota. / E. P.
El argentino, que ya falló el año pasado en Le Mans, golpeó a un GT mientras estaba doblándole y dañó la parte trasera izquierda de su prototipo. Adiós a sus opciones de remontada, por suerte para Alonso y sus compañeros. El margen de dos segundos se convirtió pronto en dos vueltas y el devenir de la carrera se hizo bastante más cómodo para todas las partes, ya que en el muro de Toyota no se vieron en la diatriba de tener que elegir estrategia para ninguno de los dos como en Shanghai.
Sin embargo, aún hubo tiempo para un último golpe de teatro. Con Nakajima al volante y encaminado de manera irremisible hacia la victoria, las nubes que habían aparecido tímidamente de día descargaron una soberana lluvia sobre Sebring. Eduardo Freitas, director de carrera, miró el reloj: faltaba media hora para que se cumpliesen las ocho horas sobre las que estaba prevista la prueba. No lo dudó: declaró la carrera en mojado y dejó al libre albedrío de los equipos si quedarse en pista o cambiar neumáticos.
Pronto la opción se convirtió en obligación, y entre trompos, salidas de pista y algún choque menor, todos emprendieron el camino hacia boxes. En Toyota lo hicieron hasta dos veces, bajo una premisa tan lógica como absurda: dado que contaban con 12 vueltas de ventaja con el tercero, cuanto menos tiempo en pista, menos probabilidades de que el doblete se fuera al traste. Así lo hicieron, hasta que Loic Duval estrelló su LMP2 y forzó la salida del coche de seguridad con el que se dio por finalizada la carrera.
El dominio del Toyota 8 fue absoluto. De las 273 vueltas sobre las que completó la carrera, fue líder en 272. Sólo se le escapó una, con la entrada a boxes de Buemi en su primer relevo. Los tres pilotos de ese coche pueden sentirse satisfechos, y así lo demuestra la clasificación. Alonso, Buemi y Nakajima cuentan con 135 puntos en el casillero de la general de pilotos del WEC, 15 más que Kobayashi, Conway y López. A falta de dos carreras, Spa y Le Mans, aún queda mucho por decidir, pero han salvado una bola de partido con solvencia y claridad. Está claro que a Alonso se le dan muy bien las carreras en suelo norteamericano.

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