domingo, 29 de noviembre de 2020

El Curón acierta alguna...

Víctor García de la Concha: «Mal vamos si al que es pobre de pan le hacemos pobre de palabra» «Me honro de hablar con el Rey emérito y lo encuentro muy animoso. Hemos sido injustos con él. Salió de España, pero volverá» M. F. ANTUÑA GIJÓN. Domingo, 29 noviembre 2020, 03:29 Hay una palabra, jubilación, que no tiene hueco en su vocabulario. Y hay otra, optimismo, que opina debe marcar nuestro devenir por mucho que el panorama llame más bien a arrimarse a su antónimo. Víctor García de la Concha (Villaviciosa, 86 años) trabaja a diario, en la RAE, en sus libros, disfruta del placer de dioses que es abrir una publicación por primera vez y encuentra cada día un ratito para echar «un pigacín» antes de seguir trabajando. Ya no está al frente de la RAE, ya no dirige el Cervantes, pero sigue al pie del cañón, feliz de estar activo. -¿No se cansa de trabajar? -No sé hacer otra cosa, es la pura verdad. Los que elegimos una carrera de letras no abandonamos. -¿En qué anda liado ahora? -Si viera mi mesa, está llena de lecturas del siglo XVI. Estoy trabajando en un libro sobre 'Noche oscura' de San Juan de la Cruz y leo cuanto se ha escrito. -¿Nada de jubilarse entonces? -El día que me jubile de esto, mala señal. Me tendrán que llevar al huerto definitivo del descanso eterno. -¿Cómo son sus días? -No soy madrugador, más bien trasnochador, y desayuno leyendo los periódicos. Soy muy lector de diarios, de modo que me alargo en la mesa y después ya me pongo a trabajar. Luego, depende si hace buen día, salgo a caminar tres cuartos de hora y, ya después de comer, hago una siestina, me levanto y vuelvo a trabajar, hasta las ocho. A esa hora veo algo de televisión, que hay poco que ver, la verdad... -Pues yo que le imaginaba enganchado a 'Pasapalabra'... -Pues mire, algún día lo veo porque es antes del telediario. Ahí están pugnando con las palabras. -¿El placer por trabajar es el mismo ahora que no es tan obligado como era cuando dirigía la RAE o el Cervantes? -Siempre lo ha sido. Yo sigo estando en la Academia y tenemos mucho trabajo. Tiene proyectos importantes con las academias americanas. Fui siete años secretario y doce director de la RAE y ese fue mi gran logro. Cuando me hice cargo de la dirección, mi llorado amigo Fernando Lázaro me dijo que me quedaban dos cosas por hacer: terminar de arreglar la parte económica, y, después, encargarme de América, pues él no había podido hacerlo. Y al día siguiente de ser elegido director, el primer jueves de diciembre de 1991, por la mañana suena el teléfono y era Su Majestad el Rey. Me soltó: «Necesito verte pronto». Y a los dos días me recibió y me dijo que tenía que conseguir que las academias americanas con la española formasen una sola. «Cuando vayas a ir, yo te ayudo», dijo, y efectivamente así lo hizo. Y empecé esa labor panhispánica, con las 21 academias trabajando juntas en un proyecto: de gramática, ortografía, fonética, el diccionario... En los años que fui director hice 54 o 56 viajes a América y en cada uno de ellos visitaba tres países. Fue la gran labor y eso me valió por parte de Su Majestad el Rey don Juan Carlos el Toisón de Oro, que también le concedió a Javier Solana. -¿Qué le parece todo lo que ha pasado con la salida de España del Rey emérito? -Él dijo: «Creo que estos momentos debo estar fuera de España». Salió, pero naturalmente volverá. Creo que hay que arreglar algunas cosillas. Yo hablo con él y lo encuentro muy animoso. Dice que pasa calor. -¿O sea, que está en contacto habitual con él? -Me honro con ello, porque nos ayuda todavía. El Rey Felipe VI está haciendo ahora la labor que hizo su padre. No hay que olvidar que la Academia nació muy ligada al rey, se llama real, y ya en sus inicios indicó en un escrito que trabajaba para la honra de la monarquía y para el honor de la nación. Y eso hace en el plano de la lengua. -¿Es lo de los que piensa que hemos sido injustos con el emérito? -Sí, sí. Muy injustos. Fue el que nos trajo la democracia, vamos a ver si lo recordamos. -¿Sabemos realmente lo que significa la palabra democracia? -Sabemos que es gobierno del pueblo. Pero una cosa es saberlo teóricamete y otra cosa es vivirlo. Vivir la democracia y defenderla es otra cosa, y el Rey Juan Carlos lo llevó adelante. Y no digo que no haya cometido equivocaciones como todos los mortales. Pero esto no lo pienso yo solo, también Felipe González o José María Aznar. -Cambiando de tercio. ¿Cómo se lleva con Irene Montero? -No tengo trato. Pero, sobre el lenguaje inclusivo, la Academia ha hecho varios escritos y uno muy extenso definiendo bien lo que es. Nos hemos pronunciado y sí yo creo que nos hacen falta mujeres. Tenemos, pero nos hacen falta más. Me lo decía el director hace unos días: «Víctor, tenemos tres plazas vacantes y hay que pensar en dos mujeres por lo menos». Hay que nivelarlo y hacerlo con normalidad, no hay que precipitarse. -Vaya, que a usted no le gusta el compañeros y compañeros. -Hubo siempre señoras y señores, pero ya después especificar constantamente... yo creo que ahí se exagera. Pero tenga en cuenta que la lengua no la hace la Academia, la hacen los hablantes, que son los que deciden qué desdoblar. Y la economía manda. -¿El lenguaje políticamente correcto es correcto para un académico? -Me interesa que sea políticamente correcto lo que ayuda a la democracia, lo que nos ayuda a convivir como ciudadanos conscientes y responsables de lo que es la nación y eso es lo que me importa, qué se haga con esta u otra palabra me preocupa menos. El pueblo resolverá. -¿Pero no le parece que con tanto debate en redes sociales las palabras la carga el diablo? -La palabra tiene una fuerza inmensa. Hay que tener cuidado al utilizarla. Hay palabras que pueden matar, herir, de modo que conviene cuidarlas y utilizar las que sirvan a la vida democrática. -¿Cómo las utilizamos? -Pues mire, hay de todo, hay quien habla muy bien y quien regular, pero yo no diría que estamos en un momento atroz para la lengua, no lo estamos. Acabo de recibir el libro 'El español en el mundo', anuario del Instituto Cervantes. Lo abre uno y en la primera página está que en 2020 casi 489 millones de personas tienen el español como lengua materna y, si a ello sumamos grupos de aprendices, son 585. Esto es formidable y no podemos ceñirlo a España, es una lengua potente, en expansión por tanto, y eso hace que la Academia tenga que estudiar las distintas variaciones que van tomando las palabras. -¿En qué trabaja en la RAE ahora? -Ahora mismo, seguimos en la segunda edición de la gramática, y yo estoy en la comisión de ciencias sociales, donde repasamos el léxico de ciencias sociales, derecho y política. -Usted ocupa la 'c' minúscula. Por 'c' empieza confinamiento. -No me gusta esa palabra. Soy un espíritu libre. -¿También afectará la pandemia a la lengua? Hace poco García Montero hablaba de que han cancelado actividades y que es necesario un presupuesto generoso. -Depende de cómo evolucione la pandemia, y ahí tenemos todos en la boca la misma palabra: la vacuna. -¿Es optimismta? -No soy pesimista, aunque en estos momentos es para serlo. Uno enciende la televisión y ve que pasa lo mismo en todo el mundo. Pero yo tengo confianza en que la vacuna pueda llegar a mediados del año que viene y entonces cambiará el panorama. -¿Qué papel juegan las letras, las humanidades, para salir de la crisis? -El paro es el gran enemigo a vencer. No puede ser que haya tantísimos jóvenes en el paro, es un dolor, hay que esforzarse en que luchemos contra la pandemia en el plano médico, pero también en el plano económico, porque si no será terrible. Yo lucho contra el pesimismo, y creo que se puede trabajar para que haya un más equitativo reparto de los bienes y por tanto que los que tienen más den a los que tienen menos. -¿Y las letras qué papel juegan en ello? -Ya sería el colmo que además de ser pobres económicamente encima tuviéramos pobreza intelectual. -¿Cómo estamos de riqueza intelectual en este país? -Regular. Vamos a ver, hay cosas que hay que replantear, por ejemplo la enseñanza. Hay que extenderla, que llegue a todos los ámbitos y niveles sociales. Si encima al que es pobre de pan lo hacemos pobre de palabra, mal vamos. -¿Y cómo lo hacemos? -Esforzándonos. Y yo creo que ahí hay más campo haciendo unos buenos planes de estudio, que puedan llegar a todas las clases sociales, eso es fácil. -¿Qué hay que cambiar en la enseñanza? -Hay que pasar de una enseñanza teórica a una práctica. Y por tanto, enseñar a leer con gusto. Eso enriquece. -¿Quiere decir por placer y no por obligación? -Claro. La obligación no facilita las cosas.

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