lunes, 30 de noviembre de 2020

Paraísos cercanos...

«Es un paraíso al lado de casa» Nora. El cierre perimetral llena de visitantes el mirador de los meandros; también de coches que aparcan al lado de la iglesia prerrománica de San Pedro Meandros del Nora. Visitantes en la mañana de ayer en el mira- dor. / FOTOS: ALEX PIÑA ROSALÍA AGUDÍN Lunes, 30 noviembre 2020, 01:04 Una de las consecuencias del cierre perimetral es que los ovetenses se animan a conocer los paraísos al lado de casa. A menos de veinte minutos en coche del centro de la ciudad se encuentran los meandros del Nora, un monumento natural que marca los límites entre Oviedo y el vecino concejo de Las Regueras. Una formación tan singular como espectacular formada por la caprichosa naturaleza para la que no hace falta recorrer grandes rutas; la carretera llega a doscientos metros del mirador. Lo complicado es encontrar aparcamiento durante los fines de semana. Más en días como ayer, en el que las temperaturas registradas son más primaverales que del último fin de semana de noviembre. Pablo Wolfe y Marta Cabrera se animaron a disfrutar de la zona este domingo: «Soy de Oviedo de toda la vida y nunca he venido hasta aquí», comentó él frente a los meandros mientras que ella, nacida en Ceuta, se mostró impresionada de la «cantidad de verde». Ambos aprovecharon para hacer un picnic para despejarse de los estudios de MIR. Alberto Fernández ya había estado allí anteriormente pero ni su mujer, Elena Sánchez, ni sus hijos, Sofía (de 7 años) y Pablo (de 4), los habían visto. Ayer se animaron a ir hasta casi el límite con La Regueras: «El cierre perimetral nos están permitiendo conocer cosas que no valorados. Tenemos el paraíso al lado de casa». Una opinión parecida la mostró Lorena Fernández, quien aprovechó la jornada para quedar con unos amigos y que así los niños «jueguen y desfoguen». Mal aparcamiento La imagen negativa se vio en San Pedro de Nora, a muy pocos kilómetros de los meandros. Los coches inundaron los alrededores de la iglesia prerrománica. Hubo más de uno que tuvo que dar la vuelta al no encontrar estacionamiento. Imagen que se repite cada fin de semana, especialmente con el cierre perimetral, y que duele a los vecinos porque temen que las vibraciones afecten a esta joya del siglo IX.

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