lunes, 24 de diciembre de 2018

Dedo en la Llaga...

«Los políticos siempre han utilizado el patrimonio como arma arrojadiza»

'Chus' Puras, en la iglesia de San Martín de Arriondas. / NEL ACEBAL
'Chus' Puras, en la iglesia de San Martín de Arriondas. / NEL ACEBAL

Jesús Puras Higueras | Restaurador de obras de arte: entre sus actuaciones más recientes destacan la instalación de la nueva puerta de San Miguel de Lillo y su trabajo con el retablo de San Andrés

ALBERTO ARCE OVIEDO.

El restaurador y conservador de obras de arte Jesús Puras Higueras, 'Chus Puras' (Madrid, 1962), bautizado en la iglesia de San José de la Gran Vía, como le gusta recordar, estudió Bellas Artes en la Universidad de Sevilla y se mudó al Principado de Asturias «un buen día» de hace ya 31 años por su «amor a la montaña». Desde entonces, ha sido uno de los máximos responsables de restaurar algunas de las piezas más importantes del Prerrománico asturiano como la iglesia de San Miguel de Lillo. En estos momentos es uno de los cinco elegidos para restaurar los retablos de la girola.

-¿Cuándo surge en usted la vocación de restaurar el patrimonio artístico e histórico?

-Primero está el gusto y luego llega el afán conservador. Todo nace de la pasión por las Bellas Artes en sus distintas ramas y, en particular, de mi interés por concer los oficios artesanales de cada materia artística: escultura, pintura y arquitectura. Es necesario tener una base artística muy importante; hay que saber esculpir, por ejemplo, para restaurar una escultura. Parece lógico, pero no todo el mundo lo entiende. En definitiva, la restauración es el deseo de mantener y aumentar, si es posible, la durabilidad de esas manifestaciones.


-¿Cuáles son las principales trabas que se ha encontrado a lo largo de los años en detrimento del desarrollo de su oficio?

-Aparentemente, ninguna, pero la situación es más compleja. Siempre ha habido personajes promotores tanto en las administraciones públicas como en los núcleos privados (eclesiásticos) de la conservación del patrimonio. No obstante, en los últimos años, el principal problema con el que me encuentro de manera recurrente es la distorsión de los técnicos al cargo de las comisiones de patrimonio, pues no son verdaderos expertos en la materia, sino políticos. El pleno del Consejo del Patrimonio Cultural del Principado de Asturias es el mejor ejemplo de ello. Nuestros proyectos y actuaciones están juzgados por personas que no están cualificadas para ello.

-¿Es esto lo que ha ocurrido en San Miguel de Lillo con el nuevo portón de madera?

-Sin duda. Es el ejemplo más reciente. La decisión de poner esa puerta, que no se corresponde con el período artístico (es de estilo barroco nehohistoricista) fue tomada según unos determinados criterios políticos populistas. Se ha perdido la oportunidad de añadir un elemento al patrimonio histórico integrado, adecuado y con unas características de verosimilitud arquitectónica y estilística. Ahora existe una ley de Patromonio que debería revisarse cuanto antes. En otros tiempos no era así, en los setenta y ochenta estaba presente la Comisión del Prerrománico en las instituciones, compuesta por verdaderos profesionales de la materia.

-¿Se está tratando de hacer política con el patrimonio?

-Sí, y no se puede permitir. El principal problema que tenemos con el Prerrománico asturiano es que los políticos se han dedicado a usarlo durante años como arma arrojadiza. Muchas veces se han paralizado obras muy importantes de restauración por estas razones.

-¿Esto también afecta a las zonas rurales?

-En las zonas rurales es mucho peor. Los párrocos, que son los que están al frente en la mayoría de los casos, se desesperan para ver aprobada cualquier tipo de actuación. Para la puerta de Lillo se han tenido que esperar tres años entre permiso y permiso.

-¿Cuál es el estado actual del patrimonio ovetense?

-A pesar de todo, es aceptable.El alarmismo que existe, y que es propio de acusaciones políticas, no está basado en la realidad. Hay errores de planificación, pero en general la situación de los edificios en Oviedo y de las iglesias es bastante bueno. Hay casos más urgentes que otros y más problemáticos (en cuanto a la interveción necesaria) como lo es el de San Julián de Los Prados.

-¿El resto de Asturias cuenta con la misma suerte?

-Por desgracia, no. Si nos trasladamos a las provincias y villas, aparece el otro problema grave, y es que muchísimas iglesias se están dejando de utilizar, no hay capacidad para mantenerlas y acaban abandonadas. El patrimonio de las zonas rurales está bastante olvidado. Los párrocos están haciendo un esfuerzo enorme por mantenerlo, pero a veces no hay ni siquiera fondos para llevar a cabo las actuaciones. En la zona de Cangas del Narcea, por ejemplo, hay piezas de imaginería y arquitectónicas con un valor de primer orden en un estado lamentable. Hay piezas por toda la región en verdadero riesgo de desaparición.

-¿Hay una concepción errónea en cuanto a la restauración?

-Cuanto más importante y singular sea el edificio o la pieza, mayor es la polémica que se genera a su alrededor; sin embargo, en otras actuaciones la ejecución es buena. Pero con la ejecución llega otro inconveniente, pues aunque el diseño sea bueno por parte del que lo lleva a cabo, a veces, las empresas encargadas de realizarlo no están especializadas en ello y se cometen auténticos sacrilegios. La Administración, desde el comienzo de la crisis, no hace proyectos de concurso, sino a la baja o por subasta, y las ejecuciones acaban siendo un desastre. Basta el ejemplo del cierre perimetral de la Junta General, que se ha ejecutado por 90.000 euros, cuando el proyecto que planteé con Javier Arbesú era de 140.000 euros. Ni el color de la pintura utilizada es la que debiera. Es un desastre.

-¿Cuáles son las claves de la restauración?

-Que la ejecución sea buena y dure, y el mantenimiento.

-Usted ya ha dicho en más de una ocasión que el mantenimiento es la asignatura pendiente...

-Nuestras administraciones están acostumbradas a no prestar atención a los proyectos una vez terminados. Y así, después de unos pocos años, el problema vuelve a ser el mismo.

-¿Cómo encara sus proyectos?

-Me sumerjo en el espíritu y el ambiente de la época, actúo con extrema prudencia y respeto al máximo la originalidad de la obra. Solo así se puede hacer un buen trabajo, sin personalismos artísticos. Asepsia.

-¿Cuánto para los retablos de la Girola?

-Va muy despacio, pero se realizará. Soy el encargado de restaurar el retablo de San Andrés, uno de los más deteriorados por las humedades. 

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