miércoles, 15 de julio de 2020

Para mí de extraña....nada!

La extraña derrota

El desconcierto de la izquierda es considerable y yo soy parte del mismo
En mi artículo en Nortes, previo a las elecciones, rendía tributo a García Márquez con su “Crónica de una muerte anunciada” como recurso literario ante la previsible victoria de Feijoo. Era un artículo que adelantaba algunas de las cuestiones claves para la campaña gallega y que surgía de la esperanza de una remontada final que no llegó. Esperanza y campaña que, finalmente, en un domingo de bochorno, de un aumento considerable de participación en la mañana a su estancamiento en la tarde, llevó a la cuarta mayoría absoluta de Feijoo.
El desconcierto de la izquierda es considerable y yo soy parte del mismo. No solo por la victoria del PP, sino por la derrota sin paliativos de Galicia en Común, la marca de Unidas Podemos en Galicia. Por eso este título, en homenaje a Marc Bloch, que en su última obra analizó la derrota francesa en el inicio de la II Guerra Mundial. Sin buscar la comparación, pero buscando aportar a la necesaria reflexión tras las elecciones gallegas 2020, surge este artículo.
La campaña de Feijoo es el resultado de años de trabajo mediático en Galicia
Feijoo supo convocar las elecciones y salir ganador. Incluso pese a su actuación en la Mariña:  su falta de transparencia, nulo diálogo institucional… Una vez más el papel de los mass media ha sido fundamental y con ellos la de los tertulianos. Platós y medios donde Feijoo es el adalid de la moderación y la buena gestión, pese a que en realidad es todo lo contrario. La campaña de Feijoo es el resultado de años de trabajo mediático en Galicia. Basado en medios afines por el interés económico o control político, según el caso. En la Galicia de Feijoo todo se subvenciona y el clientelismo ha sustituido al caciquismo, solo contestado por el populismo del alcalde de Vigo.
Los resultados nos llevan a veinte años atrás, con un BNG como alternativa. La diferencia es que Ana Pontón no es Beiras, aunque la actual BNG comparte de lo anterior la base territorial y militante. Esos mismos medios que han lavado la cara de Feijoo hasta convertirlo en el político ideal, han apuntalado al BNG como su alternativa y lo han conseguido. Desplazando a la izquierda a un segundo plano del que no salió en toda la campaña. Si es que se puede hablar de una campaña real, ya que el contacto con el electorado y el debate político han sido mínimos. La privatización de la sanidad, el desmantelamiento de la industria, las políticas protección social… Ninguno de estos temas han sido realmente epicentro de la campaña, ni han movilizado al electorado. Unos fueron a votar PPFeijoo y otros fueron a votar contra la otra parte y por el camino del voto útil, la izquierda perdió, la derecha ganó y el BNG dio la campanada. El mismo juego de hace 20 años se reinició y en esa lógica falta una elección para el cambio. Pero en política lo previsible no suele ser así, por lo que se augura una larga precampaña electoral hasta los siguientes comicios. Eso sí, bajo la máxima de que mientras los votos de la derecha sean más que los de la izquierda, de nada servirán los cambios de sigla en el podium del pelotón de la izquierda.
Llega ahora la fase de la autocrítica, del repensar. Cada uno argumentará, según su interés o gusto anti o pro. Por encima del resultado siempre sucede en esta izquierda nuestra cainita y previsible. Pero la cuestión mientras sigue siendo la misma. Falta de acción política y necesidad de la misma, a lo que se une la necesidad de organización y comunicación. Quince días de campaña no cambian lo construido o destruido durante años. Todo es parte del proceso de acción política o de la inacción política según el caso. Porque finalmente, como bien planteaba Marc Bloch, las causas no se pueden presuponer, se buscan.

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