domingo, 23 de agosto de 2020

Rastreando...

 ORIOL GÜELL

El coronavirus ya ha doblegado a España por dos veces. Si la pandemia pilló en marzo al país desprevenido, sin materiales en los hospitales ni medios en las residencias, ahora es de largo el Estado de la Unión Europea con peores registros en esta segunda oleada. Según el Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés), la incidencia acumulada en los 14 días anteriores asciende ya a 152 casos por 100.000 habitantes, muy por delante de Malta (119), Rumania (88) y Francia (54). Los casos positivos eran hace un mes en su gran mayoría personas jóvenes y asintomáticas, pero la propagación del virus ya ha hecho que suban las hospitalizaciones y fallecimientos. La preocupación entre los responsables sanitarios es máxima. “Fernando Simón [director de emergencias de Sanidad] lo dejó claro: el ministerio no pensaba que llegáramos a estos niveles de incidencia hasta bien entrado el otoño”, explica un asistente al Consejo Interterritorial de Sanidad celebrado el pasado miércoles.

EL PAÍS ha consultado a 11 expertos de distintos ámbitos las razones del problema y las posibles salidas del atolladero. Las respuestas apuntan a una mala gestión de la desescalada, la falta de rastreadores y el incumplimiento de las medidas de prevención por la población. Si se quiere evitar un nuevo confinamiento, añaden, hay que mejorar la gestión de los datos, intervenir antes en cualquier brote y acelerar el diagnóstico y la búsqueda de contactos. Una fórmula repetida en los últimos meses pero que las Administraciones no aciertan a aplicar.

Estas son las tres preguntas que les planteamos:

  1. ¿En qué situación considera que se encuentra España en estos momentos en relación con el coronavirus?
  2. ¿Qué razones explican que España sea el país europeo con mayor incidencia?
  3. ¿Qué debería hacerse ahora ante la próxima apertura de colegios y el inicio del otoño?

“Falta capacidad estratégica para gestionar la pandemia”

Miguel Hernán, catedrático de Epidemiología de la Universidad de Harvard

1. La situación es lamentable, como venimos observando con consternación en las últimas semanas, pero todavía más preocupante es la falta de capacidades estratégicas para la gestión de la pandemia. La rápida apertura de mayo y junio solo era justificable si se acompañaba de la construcción de esas capacidades. No es sorprendente que el aumento de movilidad y turismo se haya traducido en más casos de coronavirus pero sí que muchas áreas carezcan aun de sistemas adecuados de aislamiento de casos y rastreo y cuarentena de contactos, o que se desconozca si las capacidades actuales de diagnóstico serán adecuadas para el otoño/invierno. Un problema fundamental es que este resurgimiento epidémico amenaza de nuevo al sistema sanitario y puede obligar a ralentizar la actividad económica. Tenemos que entender que no hay atajos que valgan: economía y salud pública van de la mano. No habrá crecimiento económico sostenido sin una gestión efectiva de la epidemia.

2. En parte la imprevisión a la que me refiero arriba y en parte razones culturales. Las epidemias son como los incendios: pueden resurgir por una chispa aunque no todas las chispas producen un incendio. El número de chispas es probablemente mayor en España que en otros países europeos por la espontaneidad y cercanía de nuestras relaciones personales en condiciones normales. La mayoría de la población está teniendo un comportamiento ejemplar en cuanto a uso de mascarilla y distanciamiento social pero, desafortunadamente, otros han revertido rápidamente a las pautas culturales habituales que implican besos, abrazos y conversaciones a dos palmos con amigos y conocidos, a veces en reuniones tipo botellón o en recintos cerrados sin buena ventilación y donde se habla alto. Todo aquel que elija revertir a una conducta pre-pandemia debería comprometerse a no relacionarse, y por supuesto no convivir, con personas mayores o con enfermedades previas.

3. Estamos a tiempo de evitar un nuevo confinamiento y cierre de colegios si acometemos una gestión epidémica coordinada. En particular, necesitamos desarrollar indicadores cuantitativos -públicos y de metodología transparente- para armonizar decisiones sobre cambios de fase. Esto no será posible mientras el grueso de la supervisión técnica siga recayendo sobre pequeño grupos del Ministerio de Sanidad y las Comunidades Autónomas que están siendo consistentemente desbordados. España se merece una agencia nacional potente, con mayor capacidad de respuesta, que articule funciones ahora dispersas por la administración, que atraiga a los excelentes profesionales de salud pública que hay en el país, que trabaje codo con codo con las comunidades autónomas y que sea un ejemplo de comunicación con la ciudadanía. El reciente compromiso del gobierno para crear una agencia española de salud pública, similar a las existentes en otros países de nuestro entorno, es tremendamente ilusionante y la mejor herramienta para la próxima crisis sanitaria.

“Hemos querido volver a la normalidad demasiado rápido”

Magda Campins, jefa de Medicina Preventiva del hospital Vall d’Hebron (Barcelona)

1. La situación es preocupante por el marcado aumento de la incidencia de las últimas semanas. Cada vez la propagación es más rápida y la capacidad de contención lograda es insuficiente.

2. Probablemente la desescalada se hizo demasiado rápido, pasando de una fase a otra sin dejar el tiempo suficiente. Una segunda razón fue que ante los primeros brotes no se ha tenido una capacidad da rastreo suficiente. Tercero, la población no ha respetado en algunos casos las medidas de prevención. Hemos querido volver a la normalidad demasiado rápido. Y por último, no hemos hecho test masivos hasta ahora.

3. Hay que ampliar la capacidad de rastreo. También hay que hacer más test masivos allí donde la incidencia se está disparando. Y por último, pero no menos importante, hay que incidir en la población joven, que respete las medidas de prevención para evitar la transmisión del virus a la población mayor y más vulnerable.

“Parte de los casos se deben a la relajación de las medidas de protección individual”

Antoni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic (Barcelona)

1. Nos encontramos en una situación incierta. Siguen detectándose brotes y aumentando los casos y hospitalizados. La epidemia viaja a diferente velocidad y con distinto impacto por todo el país, pero la situación en Madrid, Aragón y el País Vasco es hoy más preocupante. No hay transmisión comunitaria sostenida ni generalizada, por lo que hay que insistir en fortalecer la estrategia de contención y ataque: detección de casos, estudio rápido de contactos, aislamiento y cuarentenas efectivas, así como cumplir de forma estricta las medidas de protección.

2. Hay varios países de la UE (España, Francia, Reino Unido, Alemania...) en los que aumentan los casos, la mayoría leves o asintomáticos. También ha aumentado la capacidad de realizar pruebas PCR, aunque debemos mejorar en este aspecto. España realizaba a finales de julio 582 PCR por 100.000 habitantes. Francia y Alemania 680 y el Reino Unido 1.378. Es probable que una buena parte de este aumento de casos se deba a una relajación en las medidas de protección individual. Varios brotes registrados apuntan a actividades en el exterior (fiestas, botellones...) y en el interior (lugares de ocio nocturno) en las que no se respetan las distancias, se habla en voz alta y se consume alcohol, factores de riesgo de contagio. Un 20% de casos tiene menos de 20 años.

3. Debemos esforzarnos para iniciar el curso en las mejores condiciones epidemiológicas posibles. Ello significa pocos casos y controlados. De no ser así, la situación será más complicada. El riesgo de contagio no será nunca cero, ni para niños, familias, profesores... Pero hay que aceptarlo y minimizarlo. Las medidas de protección individual, la reducción del número de alumnos por clase, la ventilación de las aulas y otras medidas pueden llevarse a cabo con buena voluntad, paciencia, comprensión y solidaridad. La Administración debe hacer un gran esfuerzo para garantizar las mejores condiciones de seguridad.

Gente por la calle en Barcelona, este sábado.
Gente por la calle en Barcelona, este sábado. CRISTÓBAL CASTRO

“Podríamos entrar en transmisión comunitaria generalizada”

Rafael Cantón, jefe de servicio de Microbiología del hospital Ramón y Cajal (Madrid)

1. Los casos y focos de transmisión indican que podríamos entrar, de no reducirse su número, en transmisión comunitaria generalizada. El elevado número de pruebas PCR, a diferencia del inicio de la pandemia, hace posible tener una mejor radiografía de la situación. La detección de casos y contactos asintomáticos contribuye a reducir la transmisión si las acciones son eficaces y colabora la población estudiada.

2. La explicación solo puede ser multifactorial e incluye aspectos como la desescalada acelerada, una socialización superior a la de otros países, una convivencia familiar estrecha, el ocio nocturno y en algunos casos la no declaración de síntomas por miedo a la perdida del empleo en colectivos desfavorecidos. Una parte de la población ha relajado las medidas de distanciamiento, perdiendo el respeto al virus y sus consecuencias para la salud.

3. Establecer protocolos de obligado cumplimiento que refuercen las medidas de prevención, así como de actuación ante posibles casos. Estos protocolos deben extenderse también al ámbito social y familiar. Es importante que los más jóvenes, que están contribuyendo en gran medida al aumento de la transmisión, se conciencien de su importancia.

“Vamos muy tarde con la adaptación de los colegios”

Jesús Rodríguez Baño, jefe de Enfermedades Infecciosas del hospital Virgen de la Macarena (Sevilla)

1. La situación es preocupante, muy preocupante en algunas áreas. Aumentan los ingresos en los hospitales y crecen los casos leves sin relación epidemiológica con otros positivos, lo que indica que una parte importante de la transmisión en la comunidad no está controlada. Es de esperar que esto se traduzca en breve en la transmisión a personas más vulnerables.

2. El virus es el mismo en todos los países, así que las hipótesis a plantear serían si las medidas tomadas no han sido las más adecuadas (qué medidas, cuándo tomarlas, cómo aplicarlas...), si han faltado medios y si el cumplimiento no ha sido el adecuado. Estas opciones no son excluyentes. Sería importante hacer un análisis comparativo, porque actualmente nos movemos en el ámbito de la opinión más que de los datos. La iniciativa de algunos colegas sobre realizar un análisis independiente es absolutamente imprescindible.

3. Hay que hacer compatible la enseñanza presencial con no aumentar los riesgos. Existen algunos datos publicados que sugieren que la apertura de los colegios, en determinadas condiciones, puede no suponer un problema. Pero para la aplicación de estos datos a nuestro país hay dos problemas: no está claro que se puedan cumplir esas condiciones en todos nuestros centros educativos, y la transmisión comunitaria que tenemos es más alta de lo deseable. Y creo que se han cometido fallos importantes tanto en la parte técnica (qué medidas hay que tomar) como en la gestora (cómo se aplican y con qué fondos). Habría que haber diseñado un plan con tres niveles (enseñanza presencial completa, presencial parcial y no presencial) con sus medidas concretas claramente especificadas, para ser aplicados según la situación epidemiológica, y haber trabajado durante el verano en conocer las posibilidades de adaptación de los colegios y solucionar los problemas logísticos. Vamos muy tarde.

“Se está tensionando seriamente la atención primaria”

Clara Prats, investigadora en Biología computacional y sistemas complejos de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC)

1. El virus no ha dejado de circular. El incremento de la movilidad e interacciones familiares y sociales típicas del verano, junto con una falta de dotación de los sistemas de atención primaria y salud pública y, en algunos casos, la falta de cumplimiento de la cuarentena por parte de los casos positivos o sus contactos, nos han llevado a un momento complicado donde en muchas zonas tenemos transmisión comunitaria no controlada. Se está realizando un gran esfuerzo para incrementar los diagnósticos por PCR y estudios de contactos con el fin de romper las cadenas de contagio, pero en estas zonas no se está consiguiendo. Con los casos actuales, si no se aíslan de manera efectiva los grupos de riesgo, los próximos días crecerán las hospitalizaciones y, posteriormente, los fallecimientos. De momento, la incidencia actual está tensionando seriamente la atención primaria y los servicios de vigilancia epidemiológica, que deberían reforzarse.

2. Es difícil contestar con rigurosidad, porque son múltiples las causas que nos han llevado hasta la situación actual. Posiblemente, una de las causas fue finalizar el confinamiento con una planificación insuficiente para afrontar el verano con garantías desde el punto de vista de la inevitable circulación del virus. Esto requería legislación para posibles medidas de control a nivel autonómico, dotación material y personal de la atención primaria, personal cualificado para el rastreo de contactos, sistemas de información mejorados, coordinación entre áreas de gestión dentro y fuera de los departamentos de salud… Por otro lado, la recuperación de una normalidad prematura en las relaciones sociales e interpersonales, motivada por una falsa sensación de seguridad.

3. Hay que conseguir reducir la velocidad de propagación y la incidencia para abrir los colegios con garantías. En las zonas donde aún es posible controlar las cadenas de contagio, es imprescindible un seguimiento impecable de los aislamientos y cuarentenas por parte de casos y contactos estrechos cuando sea posible y, cuando no lo sea, poner los medios necesarios para que puedan realizarse. Sin esas cuarentenas, el esfuerzo de diagnóstico y estudio de contactos es inútil. En las zonas con transmisión comunitaria, hay que tomar medidas para reducirla, combinando campañas de diagnósticos masivos y estudios de contactos con la reducción de interacciones sociales.

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