lunes, 9 de diciembre de 2019

Duelos Galegos...

Santiago de Compostela
La trinidad del fútbol, la política y el ladrillo anda en Galicia más agitada que nunca. Abel Caballero, el socialista que dirige los designios de Vigo con la mayoría absoluta más rotunda de España, y Alberto Núñez Feijóo, el popular que disfruta también de tan altas cotas de poder en la Xunta de Galicia, libran su última batalla sobre el terreno de juego del Celta. El Gobierno gallego se ha aliado con el club para impulsar una gran operación urbanística que incluye ciudad deportiva y centro comercial y que se desarrollará en el vecino municipio de Mos, feudo del PP. El Ayuntamiento vigués la considera "ilegal".
El enfrentamiento ha estallado después de que el Celta colocase hace unos días la primera piedra del proyecto. Lo hizo su presidente y accionista mayoritario, Carlos Mouriño, en un acto con un millar de invitados y escoltado por la plana mayor del PP gallego. A la vera del empresario vigués, que hizo fortuna en México y dirige el club desde 2006, estaban el número dos de Feijóo en la Xunta, Alfonso Rueda; el responsable de Deportes del Gobierno gallego y expresidente del Consejo Superior de Deportes en el Ejecutivo de Mariano Rajoy, José Ramón Lete; y hasta la expresidenta del Congreso Ana Pastor. “No están [aquí] los que su palabra no tiene validez, los que mienten y se ríen de sus mentiras, los que cuando nos cruzamos con ellos, presumiéndose de poderosos, tienen que bajar su mirada porque sienten vergüenza de sí mismos”, atacó Mouriño desde la tribuna al ausente Caballero sin llegar a mentarlo. “Esos quieren a un Celta sometido a sus caprichos y veleidades”.

El proyecto cuenta con las bendiciones del actual presidente de la Federación Galega de Fútbol y todopoderoso líder del PP de Pontevedra entre 2000 y 2016, Rafael Louzán, y está envuelto en cifras faraónicas. Ocupará cerca de 900.000 metros cuadrados. La ciudad deportiva, en la que el Celta prevé invertir unos 30 millones, incluirá varios campos de fútbol y un estadio para el filial, una “universidad del deporte”, espacios para otros deportes, conciertos y festivales de música y hasta un spa. En una parcela de 150.000 metros cuadrados se levantará un centro comercial que aspira a ser el más grande de la provincia de Pontevedra. El complejo precisará 40 millones de dinero público para infraestructuras.
El Celta ya tiene los terrenos para la ciudad deportiva tras lograr un acuerdo con sus dueños y las obras están en marcha. Pero para hacer realidad el gran centro comercial que le permitirá financiarla necesita la ayuda de las Administraciones del PP. El Ayuntamiento de Mos está recalificando el suelo rústico de protección forestal para hacerlo urbanizable, un cambio pendiente del visto bueno de la Xunta, y plantea una expropiación a la que se opone la comunidad de montes de Tameiga. Los comuneros consideran la operación una “aberración” y un “pelotazo de libro” porque “favorece intereses particulares”, los del Celta, y perjudica las traídas de agua que surten los hogares de más de 1.000 familias. “No queremos que nos expropien las tierras en las que vivimos ni el agua que bebemos del monte que nos da la vida”, defienden los portavoces de los vecinos de Tameiga, que han denunciado el caso en la Fiscalía.
El Ayuntamiento de Vigo también pone en duda la legalidad de la actuación y ha presentado alegaciones. Sostiene que el gobierno popular de Mos no puede expropiar terrenos para luego entregárselos al Celta sin un concurso público. “Es claramente ilegal predeterminar quién es el adjudicatario”, reprocha la concejala de Urbanismo de Vigo, María José Caride, exconsejera encargada de Urbanismo en el Gobierno gallego que presidió el socialista Emilio Pérez Touriño.

Guerra también en Balaídos

El gobierno municipal de Caballero critica que se estén utilizando dos instrumentos urbanísticos que “en algunos casos son contradictorios” (una modificación puntual del plan general de Mos y un plan especial de infraestructuras y dotaciones en suelo rústico) para “colar por el camino un centro comercial”. Cuestiona que se haya celebrado un acto de primera piedra con presencia de la Xunta cuando ninguno de los dos documentos ha recibido el necesario visto bueno del Gobierno gallego. En Mos, sostiene Caride, se han realizado incluso obras “sin tener autorización”.
En vídeo, Abel Caballero critica a Feijóo en unas declaraciones recientes.
El Ayuntamiento de Mos opta por callar ante tales acusaciones pero el presidente del Celta no. “Nos habla de ilegalidades la misma persona a la que le tiraron el Plan General por ilegal”, ha contraatacado Mouriño. El Celta asegura que sí habrá un concurso público tras la expropiación de los terrenos asumiendo el riesgo de que el club no lo gane. "Y el Ayuntamiento de Vigo lo sabe", subraya. Todas las obras que está ejecutando, defiende, tienen licencia.
La guerra del fútbol entre Feijóo y Caballero también se libra en el estadio de Balaídos de Vigo, donde juega y seguirá jugando el primer equipo del Celta. El recinto, que Mouriño quiso comprar y no pudo por la negativa del alcalde a privatizar un edificio público, está inmerso en unas obras salpicadas de retrasos y sobrecostes. La reforma se financia con 15 millones de euros aportados por el Ayuntamiento y la Diputación de Pontevedra, dos instituciones presididas por el PSOE que exigen a la Xunta que colabore. La delegada de Feijóo en Vigo, Corina Porro, compareció el pasado verano para anunciar que el Gobierno del PP no piensa poner ni un euro porque el proyecto es una “chapuza”. Lo hizo enfundada en la camiseta del Celta.

Un líder que no aclara su futuro y otro amarrado hasta 2027

Galicia todavía no sabe si Alberto Núñez Feijóo será el candidato del PP a la Xunta dentro de nueve meses. Pero Vigo ya sabe desde primeros de diciembre que ese alcalde famoso en España entera por sus luces navideñas planea presentarse como candidato del PSdeG local, dispuesto a repetir en el cargo “en 2023 y 2027”. Así lo anunció Abel Caballero en una entrevista publicada en el Faro de Vigo, en la que el regidor que gobierna por aplastante mayoría apostilla: “Luego, Dios dirá”.
El pasado septiembre, durante el Debate sobre el Estado de la Autonomía, Núñez Feijóo anunció que desvelaría su futuro cuando fuese “oportuno” y mantuvo el halo de intriga que siempre suele alimentar. En su discurso en el Parlamento gallego, el presidente de la Xunta no dijo ni que sí ni que no, pero clamó: “Mi compromiso con Galicia está más vigente que nunca”.
Muchos entendieron que el cauto líder aguardaba a conocer los avatares de la política nacional. En las pasadas generales, el partido de Feijóo logró unos 16.000 votos más con respecto a abril y ganó un diputado gracias al descalabro de Ciudadanos. Pese a empatar con los socialistas en número de asientos, el PP los superó por 10.000 papeletas y en medio año volvió a ser la fuerza más votada, con casi un 32% de los apoyos, cinco puntos más que hace seis meses, aunque nueve menos que en 2016.
Feijóo, Mouriño y Caballero, en el 90º aniversario del Celta en 2013.

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