sábado, 17 de mayo de 2025

Al " Tevergan " no le vá la coordinación...si le gusta...la SUMISIÓN!

Inicia sesión Pepe Mompeán: «Que Oviedo sea elegida Capital Europea de la Cultura en 2031 supondría un respaldo para toda Asturias» Esther Rodríguez Esther Rodríguez REDACCIÓN LA VOZ DE OVIEDO El gestor cultural madrileño Pepe Mompean es el encargado de promover la candidatura de Oviedo a Capital Europea de la Cultura 2031 El gestor cultural madrileño Pepe Mompean es el encargado de promover la candidatura de Oviedo a Capital Europea de la Cultura 2031 El gestor cultural madrileño es el encargado de coordinar esta candidatura que pretende contribuir al desarrollo económico y social de la región 17 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h. Comentar · 2 Oviedo ha ostentado con orgullo el título de Capital Española de la Gastronomía. Ahora, da un paso más ambicioso en su proyección internacional al postularse como Capital Europea de la Cultura. La ciudad aspira a alzarse con este título en 2031 para no solo reforzar su identidad cultural sino también para contribuir al desarrollo económico y social del concejo y también de toda Asturias. «Esta candidatura va a representar a todo el ámbito territorial, incluida la zona rural», asegura Pepe Mompéan. El gestor cultural madrileño es el encargado de coordinar esta candidatura, dirigida por Rodolfo Sánchez y supervisada por un consejo formao por 28 personas. Juntos desarrollan un proyecto con el que pretenden integrar la cultura en el día a día de la sociedad. —¿Qué supone ser el promotor de la candidatura de Oviedo a Capital Europea de la Cultura 2031? —Es una enorme responsabilidad, eso lo tengo asumido desde el primer momento. El proyecto tiene una serie de potenciales de lo que hemos ido viendo en estos meses y lo que espero es estar a la altura de lo que estamos encontrándonos. Hay unos profesionales aquí increíbles trabajando, no sólo en la cultura, sino en todas las áreas que hemos ido conociendo y lo que queremos es dar una respuesta la mejor posible para, al final de año, generar ese proyecto de candidatura que también esté a la altura de lo que, tanto el Ministerio como la Comisión Europea, espere que Oviedo y Asturias pueda entregar. —¿Qué hace a Oviedo diferente de otras ciudades candidatas? —Ahí está un poco la clave del proyecto y del reto que tenemos por delante. Al final la Comisión Europea marca un camino muy marcado y muy claro del trabajo que hay que presentar: te establece un documento de unas 60 páginas, con unos capítulos y un cuestionario con una serie de preguntas muy directas que son las que ya te dan un poco la pauta del trabajo que tienes que hacer y de la metodología que tienes que llevar a cabo. Pero, luego, la diferencia estará en la capacidad de cada una de las ciudades que se presentan a la hora de responder esas preguntas. De ser coherentes, creíbles y auténticos, en el sentido de reconocer bien lo que puede ofrecer la ciudad y lo que se puede construir con la oportunidad de la capitalidad. Entonces ahí sí estableceremos unas diferencias claras con otras ciudades y es en lo que estamos trabajando ahora. «Esta oportunidad de la candidatura llega en un momento fantástico para la región» —¿Cuál considera que es el principal desafío que enfrenta Oviedo en esta candidatura? —Varios, que son justamente los que estamos detectando en este proceso de escucha activa que estamos teniendo con todo el tejido cultural, tanto de Oviedo como de otros agentes que están interviniendo en todo el territorio. Ahí si avanzo mucho te estaría contando ya cosas que realmente nos tenemos que guardar a la hora de redactar el documento. No podemos olvidar que estamos en una fase de competición y ahora mismo todas las ciudades están un poco con la oreja puesta a ver qué está haciendo Granada, Toledo... cómo están armando el documento, qué son esas fortalezas o esos desafíos que tiene cada una de las ciudades. Pero sí que te puedo decir que lo que hemos encontrado, como te he dicho antes, es una oportunidad fantástica en este momento para Oviedo y para Asturias. Creemos que es un momento muy ilusionante, en el sentido de que estamos percibiendo cosas que están cambiando a favor, en datos ya no solo culturales sino también sociales y económicos, por eso esta oportunidad de la candidatura y de todo el trabajo que hay detrás llega en un momento fantástico para la región. —¿Qué cree que se debería mejorar para conseguir tan codiciado título? —Eso lo repetimos mucho. Más allá de ganar o no el título, lo que sería muy importante es trabajar una metodología que permita que todo este trabajo que vamos a hacer en estos meses sirva para mejorar el día a día de los vecinos, de la ciudadanía. Pero, sobre todo, que sirva para generar nuevas oportunidades de trabajo, que proyectos que ya están funcionando puedan consolidarse, que otros que todavía no han surgido tengan esa oportunidad para poder nacer con el apoyo que merecen y que en unos años podamos ver que todo esto ha permitido que en Oviedo y en todo el territorio asturiano el trabajo que se está sembrando ahora mismo haya dado unos frutos positivos para todos. Si conseguimos la capitalidad será como un premio a todo el trabajo que hemos estado haciendo entre todos, como un referendo de que esa metodología se ha hecho de manera correcta y que ha permitido esa búsqueda del futuro de la ciudad y de la región. —Oviedo tiene una agenda repleta de actividades. Pero, ¿qué hecha en falta en esa programación cultural? —Oviedo, al igual que Gijón y Avilés, cuenta con una programación cultural amplia. Sin embargo, muchas veces se echa en falta una mejor coordinación con estas ciudades, en las que también nos movemos y participamos. Sabemos que esto es muy complicado debido, entre otras cosas, a la acumulación de eventos: a veces, en un mismo fin de semana, se concentran numerosas propuestas culturales. Es interesante que ciudades con este potencial, dentro de una región que demuestra un claro dinamismo, se sumen a esta oferta cultural conjunta. Si hubiera una mayor coordinación sería fantástico, pero entendemos que es difícil cuando se cierra una programación con muchos meses de antelación y no se puede supeditar a lo que ocurra en otras áreas en ese mismo momento.También echamos en falta una programación más enfocada a la creación contemporánea en todas sus formas y disciplinas; una programación que trabaje con artistas emergentes y les dé espacios y oportunidades reales. Es fundamental favorecer ese relevo generacional que debe estar produciéndose y que, de hecho, ya estamos viendo con propuestas muy interesantes de gente joven. Sin embargo, este proceso debe incluir un diálogo intergeneracional en el que artistas de diferentes edades y trayectorias puedan colaborar y enriquecerse mutuamente. Y esta necesidad no se limita a Oviedo: se extiende a todo el marco del Principado. «Lo que realmente perseguimos es que, en su día a día, todos los vecinos y vecinas tengan una oportunidad real, cercana y accesible de participar en la cultura en sus múltiples facetas.» —¿Qué iniciativas se están llevando a cabo para fomentar esa cultura en la ciudad? —Estamos viendo que hay algunos puntos que habría que reforzar, es decir, que muchas de esas acciones las podremos incorporar en la candidatura o en ese plan estratégico que estamos desarrollando en paralelo para la ciudad. Desde una línea de subvenciones a espacios de residencias artísticas, incluido el apoyo a la creación contemporánea, con una conexión entre artistas consolidados y los que estén surgiendo ahora mismo. —¿Cómo se garantizará que la cultura llegue a todos los barrios de Oviedo y a todos los públicos? —Eso tiene mucho que ver también con la estrategia de la política cultural, que se sitúa directamente en el ámbito de las competencias municipales. En el caso de Oviedo, se trata de articular una gestión cultural que ponga en diálogo al tejido y al sector cultural, así como a todos los agentes que lo conforman, con las necesidades, oportunidades, espacios y proyectos que puedan surgir en los barrios. En cada uno de los barrios de Oviedo. En ese sentido, lo que estamos intentando, aprovechando la oportunidad que nos brinda la candidatura, es comenzar a construir esa conexión y ver de qué manera podemos reforzarla o desarrollarla a partir de objetivos comunes. Es decir, cuando hablamos de participación, no nos referimos solo a escuchar a la ciudadanía, sino también a fomentar una participación activa y dinámica en la práctica cultural. No buscamos únicamente espectadores, públicos, usuarios o clientes. Lo que realmente perseguimos es que, en su día a día, todos los vecinos y vecinas tengan una oportunidad real, cercana y accesible de participar en la cultura en sus múltiples facetas. Que puedan asistir a una propuesta incluida en la programación cultural, pero también que tengan la posibilidad de implicarse en prácticas culturales cotidianas: desde una propuesta de teatro amateur hasta iniciativas de danza, danza en la calle o danza comunitaria. Además, buscamos que estas actividades generen conexiones intergeneracionales, en las que personas mayores y jóvenes compartan experiencias. En definitiva, que la cultura sea una herramienta para generar comunidad, para crear espacios de colectividad, espacios públicos donde pueda haber diálogo y un momento de encuentro. Creemos que eso es fundamental, y que la cultura facilita precisamente ese tipo de vínculos. —¿Y qué papel juega la lengua asturiana en la promoción de esta candidatura? —Es una fortaleza fantástica el poder contar con una lengua propia. Además, de cara a otras ciudades que están compitiendo con Oviedo, lo tenemos a favor. Y no solo la lengua sino todo lo que conlleva la cultura popular, que es algo que también tenemos que saber aprovechar. Tenemos que trabajarlo bien para poner en el proyecto esas propuestas que estén basadas en esa riqueza. Hay que tener en cuenta que en el ámbito de la capitalidad, la Comisión Europea valora muchísimo todos los aspectos que tienen que ver con la diversidad cultural europea y de la diversidad lingüística. «Queremos que la cultura sea una herramienta para generar comunidad, para crear espacios de colectividad, espacios públicos donde pueda haber diálogo y un momento de encuentro» —La tradición cultural es por tanto un punto fuerte en esta candidatura —Exactamente. Esta candidatura no es solo de Oviedo sino que va a tratar de representar a todo el ámbito territorial, incluido el entorno rural. Y eso es especialmente importante porque, desde hace ya tiempo, en ese territorio están surgiendo propuestas muy novedosas e interesantes, impulsadas por gente joven y profesionales muy bien formados que entienden la cultura como algo transversal. Están desarrollando proyectos de creación contemporánea, a menudo desde el ámbito rural, pero no limitados únicamente a la cultura tradicional o popular —que también está presente— sino abriéndose a propuestas de cultura comunitaria, de creación contemporánea, y con una fuerte conexión internacional, especialmente con redes europeas. Estamos viendo cómo está cambiando esa inercia histórica. Aunque aún persisten muchas de esas dificultades, también observamos el retorno de profesionales: gente muy joven que vuelve a su tierra de origen o incluso personas que no son asturianas, pero que han decidido establecer aquí su proyecto vital y profesional. Ven en Asturias una oportunidad, tanto por la calidad de vida como por el ecosistema cultural emergente. Se está generando un «efecto contagio»: al ver que personas de su generación, en muchos casos expulsadas de las grandes ciudades, como Madrid, que conozco bien, logran instalarse aquí y desarrollar su carrera, otros se animan también. Encuentran un hueco profesional, un entorno más accesible, y la posibilidad de trabajar en red con otros proyectos similares. Lo interesante es que muchas de estas iniciativas han surgido de forma casi espontánea, con muy poco apoyo institucional, y aun así están floreciendo. Por eso creo que estamos en un momento clave para decir: vamos a apoyar esto, porque es una oportunidad magnífica para todo el territorio. También es una manera de descentralizar, algo fundamental en un territorio como Asturias, y de buscar un equilibrio entre la zona central y el resto del Principado. En paralelo, la mejora de las conexiones —la llegada del AVE y las nuevas rutas del aeropuerto de Asturias— contribuye a romper con ese aislamiento histórico. Aislamiento que ha sido geográfico, sí, pero también mental y casi psicológico: la idea de ser una tierra «entre el mar y la montaña», marcada por su ubicación, a veces ha condicionado incluso cómo se proyecta y se percibe. Hoy en día, ese aislamiento empieza a diluirse. Ya no tienes la sensación de estar «desconectado», y eso abre nuevas posibilidades. Puedes trabajar desde aquí, vivir con tu familia, desarrollar un proyecto profesional y vital en comunidad, rodeado de gente que comprende tu lenguaje, tu ámbito, tu disciplina. No quiero idealizar, porque no estamos ante un paraíso. Hay muchas dificultades todavía, y no se trata de ignorarlas. Pero sí creo que estamos en un momento especialmente interesante para apostar por una manera de hacer las cosas más sostenible, más consciente, más humana. No me gusta usar los términos del marketing —slow life, eco, low— pero, en esencia, hablamos de eso: de otra forma de vida, de otro ritmo. Frente al frenesí de lo urgente, lo inmediato, los precios desorbitados, la falta de tiempo… aquí, de repente, se abre la posibilidad de parar, pensar, vivir y crear. Y lo interesante es que también desde fuera lo están viendo. Hay agentes europeos que se están acercando a Asturias para estudiar o desarrollar aquí sus proyectos culturales. Y muchas veces, quienes somos de fuera, como Natalia Álvarez Simó, directora artística de la candidatura y yo, lo vemos con más claridad, sin estar tan «contaminados» por la percepción cotidiana. Valoramos muchísimo lo que quizá aquí se ve con naturalidad. No porque no tenga problemas, sino porque, precisamente en un contexto tan complejo como el actual en otras comunidades autónomas, Asturias puede ofrecer un modelo propio, con identidad, lejos del turismo masificado y de los formatos culturales más explotados. «Nos ha sorprendido positivamente es el consenso político que ha generado el proyecto» —¿Cómo se está implicando la sociedad ovetense en la promoción de esta candidatura? —Desde fuera, la percepción está siendo muy positiva. Se entiende esta candidatura como una gran oportunidad, como algo necesario y con mucho potencial. Creemos que Oviedo y Asturias en general pueden ofrecer un modelo cultural propio, pero también es una ocasión para que se conozca mejor todo lo que se está haciendo aquí. En ese sentido, creemos que la candidatura está sirviendo para visibilizar aspectos muy valiosos que, desde fuera, hemos percibido casi de inmediato: un potencial enorme, un ecosistema cultural emergente, una forma diferente de hacer las cosas. También, por supuesto, hay que reconocer algo que siempre se ha comentado: existe cierta baja autoestima colectiva, ese pesimismo. No hablamos de derrotismo, pero sí de una sensación instalada de que «las cosas siempre han sido así». Por eso, esta candidatura es una herramienta para visibilizar todo lo bueno que ya existe. Uno de los aspectos que más valoramos desde fuera y que nos ha sorprendido positivamente es el consenso político que ha generado el proyecto. Para nosotros resulta natural que una propuesta de esta magnitud, que busca el beneficio de la ciudad y del conjunto del territorio asturiano, reciba apoyo transversal. Pero no deja de ser algo inédito: el respaldo institucional y político del Principado, de municipios como Gijón, Avilés, Mieres, de la Federación Asturiana de Concejos, del sector cultural, de empresas, colectivos y, sobre todo, del propio Ayuntamiento de Oviedo, donde la candidatura ha sido apoyada por todos los grupos políticos representados. Esto no solo es una fortaleza clara del proyecto, sino también una gran responsabilidad. Pero reafirma que estamos en el camino correcto: todos han entendido que es un proyecto valioso, pensado para la ciudadanía, para el sector cultural y para el conjunto del territorio. —¿Qué importancia tiene que otros municipios apoyen la candidatura? —Es fundamental. Es cierto que, administrativamente, la candidatura la presenta el Ayuntamiento de Oviedo ante el Ministerio de Cultura y la Comisión Europea. Pero uno de los aspectos que valora especialmente el comité europeo es cómo se va a integrar el conjunto del territorio en la candidatura. No se trata solo del ámbito municipal de Oviedo, sino de cómo vamos a articular acciones, estrategias y proyectos que incluyan a todo el territorio asturiano y a la gente que ya está trabajando en esta órbita. Ahí es donde Asturias tiene una gran fortaleza: un territorio policéntrico, donde no existe una capital que absorba toda la programación cultural. Nos encontramos con una realidad descentralizada entre Oviedo, Gijón, Avilés y otros muchos concejos. Y eso suma. Ese modelo nos parece muy valioso, porque permite ofrecer una propuesta más rica y diversa, más conectada con la realidad de quienes viven aquí. Estamos hablando de un área geográfica donde los desplazamientos entre ciudades son habituales. Los asturianos ya lo hacen de forma natural: viven en una ciudad y trabajan en otra, asisten a eventos culturales donde se programen, ya sea en Gijón, Oviedo o Avilés. El proyecto debe asumir esa lógica y trabajar desde una visión supramunicipal, entendiendo que cada ayuntamiento tiene sus competencias, sí, pero también compartimos una visión de territorio común. Frente a otras candidaturas con las que competimos (Toledo, Granada, Cáceres, Burgos, Jerez de la Frontera, Las Palmas de Gran Canaria…), esto puede ser una ventaja diferencial. Y al mismo tiempo, claro, es un reto: debemos articular esa colaboración entre municipios de forma que sea realmente beneficiosa para todos. —¿Qué beneficios reportará a la ciudad que Oviedo sea Capital Europea de la Cultura? —Son muchos porque al final estamos hablando de todo el territorio. Es un respaldo que si me apuras te diría que para todo el noroeste. Ahora que ha tenido lugar este encuentro de regiones del noroeste de la península ibérica, una zona tradicionalmente considerada periférica y, hasta hace poco, mal conectada, me parece especialmente interesante reivindicar esa visión periférica dentro de Europa, que también puede tener su propia centralidad. Europa, durante mucho tiempo, ha centrado su atención y sus conexiones en el eje París-Berlín-Italia, en el centro del continente. Pero trabajar ahora desde las regiones periféricas, poner el foco en ellas, es una apuesta muy estimulante y necesaria. En ese sentido, Oviedo puede representar un foco relevante, no tanto en su papel de capital, sino como símbolo de un territorio más amplio. Como responsable del proyecto y, sobre todo, desde mi perspectiva como gestor cultural, esa representación territorial me parece profundamente significativa y muy poderosa. «La cultura genera y facilita esa interacción social» —Con esta candidatura no sólo gana Oviedo sino Asturias e incluso las comunidades vecinas. —Sí, exacto. No olvidemos que al final la ciudad que gane en 2031, esperemos que seamos nosotros, será la que represente a España. En este momento es una lucha entre ciudades, pero la Comisión Europea, cuando articula la acción Capital Europea de la Cultura, lo que hace es que cada año va distribuyendo un poco el título entre los distintos países que forman parte del espacio común europeo. Entonces, en 2031 le toca a España. Por tanto, la ciudad que salga elegida se representa a sí misma, evidentemente, pero representa también al país. En este caso, en 2031, lo compartimos con Malta, que, en este caso, para ellos es más sencillo, porque es un país geográficamente y territorialmente más pequeño. —Todo un reto... —Sí, estamos en un momento muy complicado para Europa, en un escenario extremadamente complejo, que prácticamente no da tiempo ni a comprender ni a afrontar. Pasamos de una incertidumbre a otra, y resulta casi imposible prever con claridad lo que viene. Es evidente que hay que contar con una planificación estratégica a largo plazo, con una visión, pero también es cierto que nadie estaba preparado, al menos antes, para enfrentarse a una pandemia global o una nueva guerra en las fronteras europeas. Tampoco para el cambio de rol que está adoptando Estados Unidos en la política internacional, que parece que se desmorona. La propia situación interna de Europa, marcada por hechos como el Brexit o por un acoso constante contra ese espacio común europeo, refleja un cuestionamiento no solo a las estructuras europeas, sino también, y sobre todo, a los valores que han sustentado las democracias liberales durante los últimos 75 años. En este contexto, creo que la cultura y, en particular, un proyecto como la Capitalidad Cultural Europea, pueden servir como plataforma para plantear un debate serio, profundo e inteligente sobre qué nos estamos jugando en los próximos años. —¿Cuáles son por tanto los siguientes pasos a dar para que Oviedo se convierta en 2031 en la Capital Europea de la Cultura? —Las mesas sectoriales, las específicas para el sector cultural, ya están en marcha. Empezaremos también con las reuniones en los barrios, para dar continuidad a ese proceso de escucha activa que iniciamos en febrero. En el caso de los barrios, nos interesa muchísimo, tanto para la candidatura como para el plan estratégico— porque nos permitirá conocer con mayor detalle sus necesidades, carencias y potencialidades. Queremos identificar a los agentes sociales que trabajan en cada barrio: asociaciones, colectivos vecinales, culturales o de otro tipo, y ver desde su visión, que es la más cercana y real, cómo podemos conectar el tejido cultural con las actividades que ya se realizan ahí. Creemos, además, que hay un margen muy interesante para trabajar con ellos, por ejemplo, a través de los departamentos de servicios sociales, que ya desarrollan una labor fantástica. Estamos convencidos de que se pueden articular iniciativas comunes mediante direcciones artísticas, talleres o proyectos culturales compartidos, con el objetivo de conseguir mejores resultados colectivos. Al final, se trata de que los vecinos, que son el núcleo y el destino de todo este trabajo, tengan más oportunidades de participar y de convertirse en protagonistas. —Todo con el objeto de remar en la misma dirección —Exacto. De hecho, hay un concepto que ya se está implantando desde hace algunos años en Europa, y que también empieza a aplicarse en España: el de los derechos culturales. Se trata de superar la idea de que la cultura es solo para el sector cultural, y asumir que el bienestar cultural tiene un enfoque transversal. La cultura puede mejorar muchos procesos sociales, incluso aquellos que, en principio, parecen ajenos a ella. Por ejemplo, en el ámbito de la salud, se ha demostrado el valor de la cultura para abordar situaciones como la soledad no deseada o los problemas de salud mental. La cultura se convierte así en un elemento esencial para la recuperación emocional y personal de muchas personas. Por eso queremos seguir trabajando y profundizando en esta visión de la cultura como derecho, no solo buscando espectadores o públicos, sino despertando el interés por la cultura en la ciudadanía, con una buena metodología. Nos interesa todo tipo de cultura: la participativa, la de barrio, que puede ser desde una danza prima hasta un grupo de teatro vecinal. Son iniciativas que, allí donde se han llevado a cabo, han mejorado muchísimo la calidad de vida, ya que son espacios de encuentro, de socialización, fundamentales para el día a día. Porque está claro que, más allá de las pantallas, la gente necesita reconectar entre sí, y es mucho más fácil hacerlo con los vecinos, en los barrios que habitan. Y en esos espacios se puede hablar de todo: de Europa, del barrio, de lo que vendrá mañana, aunque ni siquiera sepamos qué ocurrirá la semana que viene. Entonces creemos que eso es algo fundamental porque la cultura genera y facilita esa interacción social. El deporte es un buen ejemplo de ello. La práctica deportiva ha logrado formar parte del día a día de muchas personas, sin entrar en competencia con lo profesional. La gente queda para jugar, caminar, hacer senderismo… no aspira a competir, sino a disfrutar de una actividad compartida. Eso es algo que desde la cultura hemos mirado siempre con admiración y cierta envidia, porque el sector cultural, durante mucho tiempo, se alejó de esa lógica, reforzando la distancia entre los profesionales y los ciudadanos. Esa brecha entre el sector profesional y la práctica cultural comunitaria llevamos años intentando cerrarla. Queremos decir claramente que ambas pueden convivir y enriquecerse mutuamente. Un grupo de teatro de barrio puede contar con una buena dirección artística, puede mejorar, crecer, y generar impacto en su entorno. Esa es la reconexión que queremos fomentar, a través de proyectos que no estamos inventando: sabemos que ya se están desarrollando en otros lugares y funcionan. —¿También toman como referencia experiencias de otros países? —Sí, por ejemplo, el modelo francés es muy interesante. Hay muchísimas experiencias de éxito: algunas siguen vigentes, otras han desaparecido, otras se están retomando. Pero hay un caldo de cultivo muy fértil que creemos que es posible adaptar y aplicar aquí, con nuestro propio contexto y realidad

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