domingo, 19 de abril de 2020

EcoFascismo...

Por Cecilia Zamudio
Asistimos a una creciente proliferación de teorías ecofascistas y eugenésicas, que cuentan con todo el apoyo de los grandes medios, puesto que son un arma importante en la guerra contra la capacidad de comprensión de la realidad, que constantemente adelanta la clase dominante contra la clase explotada. La guerra de alienación, de colonización de las mentes, es un elemento fundamental para el mantenimiento de la actual situación de profunda injusticia social y depredación contra la humanidad y el planeta. Por ello es repetida al infinito la anti-científica premisa según la cual «el humano es malo por naturaleza», el constante mantra mediatizado en todos los formatos de: «los humanos somos la peste».
En vez de señalar la responsabilidad del sistema socio-económico capitalista en la depredación y devastación de la naturaleza, el ecofascismo promovido por la burguesía sale a confundir para que no se identifiquen las responsabilidades concretas de tanta barbarie. Las teorías malthusianas según las cuales es mediante la eliminación de tantos humanos como sea posible, que se “salvará” el planeta, han sido abundantemente promovidas, y están hoy relacionadas con el imperialismo más racista, neocolonial y depredador, con multinacionales minero-energéticas e incluso del complejo militar-industrial, a menudo parapetadas detrás de sus fundaciones con rotulación “ecológica” (en un cinismo llevado a la máxima potencia).Las teorías eugenésicas y otras ponzoñas pretenden suplantar la toma de consciencia sobre la realidad que nos aqueja. 
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La «peste» para el planeta NO son los millones de campesinos e indígenas despojados por el agroindustrial y las multinacionales extractivas, tampoco lo somos las y los trabajadores, la clase explotada en un modelo productivo aberrante que succiona nuestras vidas y hasta envenena la comida. La peste es la clase explotadora y su sistema criminal en el que un puñado acumula fortunas sobre la explotación de la clase trabajadora y sobre el saqueo del planeta. La peste es el capitalismo, sistema en el que hasta la salud es concebida como una mera «mercancía», con las catastróficas consecuencias que podemos apreciar en nuestras propias carnes.
La peste es un sistema que promueve (a través de los medios masivos propiedad de grandes capitalistas) el tele-guiado consumo parasitario; un sistema que permite el crimen de la Obsolescencia Programada (envejecimiento prematuro de las cosas programado desde su misma producción, para obligar a comprar otras). La Dictadura del Capital impone la aberración que le sea necesaria para acumular fortunas, así sea convirtiendo al planeta en un basural.
La peste es un sistema en el que los medios de producción están en manos privadas y no en manos colectivas: si estuvieran en manos colectivas seríamos las y los trabajadores los que decidiríamos qué fabricar y cómo hacerlo, y primaría el bien de la colectividad y no el lucro de unos cuantos. Trabajaríamos en mejores condiciones y durante menos tiempo, y nos quedaría tiempo para vivir en plenitud, para estudiar y crecer emocionalmente e intelectualmente, nadie sería excluido de condiciones de vida dignas. La tecnología sería puesta al servicio de nuestra emancipación y no de nuestro sometimiento. La investigación científica se dedicaría a buscar curas para las enfermedades y no a la patraña criminal de la Obsolescencia Programada o al desarrollo de armas. La investigación científica no estaría supeditada a la voluntad de multinacionales, que impiden que salgan a la luz ciertos medicamentos que no estiman «rentables», porque su finalidad es lucrarse sobre el sufrimiento de millones de personas. 
Si los medios de producción estuvieran en manos de la colectividad, la salud, la educación, la vivienda, la cultura, la armonía metabólica con nuestra madre Naturaleza, serían derechos universales efectivos, y no fuentes de lucro para un puñado, no privilegios como lo son, en los hechos, en el capitalismo. Construiríamos (por ejemplo) respiradores artificiales en suficiencia y no armas. Pero en el capitalismo las armas le son indispensables a los Estados burgueses para pertrechar a las fuerzas represivas y así reprimir la protesta social contra tanta injusticia, también le son necesarias a la burguesía para desatar sus guerras imperialistas por codicia. En el capitalismo escasean hospitales, médicos, personal sanitario, insumos, tests, equipos de protección anti-contagio, mientras que abundan fuerzas represivas hyper equipadas para reprimir y someter. Si la clase trabajadora tuviera los medios de producción, ninguna epidemia se llevaría por delante tantísimas vidas, porque decidiríamos que la sanidad es lo prioritario. Pero padecemos un sistema capitalista que todavía nos toca abolir.
El capitalismo depreda a la naturaleza y al ser humano, degradando las relaciones, normalizando la explotación, erosionando la capacidad de empatía al punto de concebir todo como «desechable». La peste es este sistema que promueve racismo, machismo, xenofobia, individualismo, hedonismo y todo paradigma de opresión y sumisión que le es funcional a la burguesía para dividir a la clase explotada y así perpetuar la opresión de la misma. La peste es un sistema basado en la explotación, que banaliza hasta la tortura para que las prácticas que lo sustentan sean percibidas como «normales».
La peste es un sistema que desata guerras imperialistas para que el capitalismo transnacional saquee los recursos de los países invadidos, provocando destrucción, muerte, éxodos poblacionales dantescos… lo que sea para agigantar los bolsillos de un puñado de criminales capitalistas.“El capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros”[1], escribía un señor barbudo que hasta hoy buscan proscribir las burguesías, debido a su lúcida inteligencia puesta al servicio de la emancipación de los pueblos. “El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento en las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: tales son los hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista.”, escribía Marx acerca de la acumulación capitalista originaria [Ibíd.]. Sobre genocidio y despojo, sobre la barbarie de la colonización, fueron acumuladas gigantescas fortunas por la élite aristócrata y burguesa europea, a la vez que fue consolidada la burguesía esclavista en las colonias poblacionales como Estados Unidos. En la actualidad, entre las mayores fortunas del planeta se siguen encontrando los descendientes de los buitres mayúsculos de la Historia colonial, que se juntan a buitres de raigambre más reciente para proseguir el saqueo.
El capitalismo transnacional prosigue hoy el saqueo de África, Asia y América Latina, causando genocidios y ecocidios, empobreciendo a millones de personas… Luego crea fortalezas en torno al botín saqueado por las metrópolis capitalistas (como la Unión Europea o Estados Unidos): el imperialismo quiere succionar las riquezas, pero rechaza a las personas desposeídas por su rapiña, forzándolas a trayectos migratorios de espanto y a padecer esclavitud moderna si logran llegar. Mujeres y hombres originarios de la periferia capitalista son arrinconados, por causa de unas leyes de inmigración que vulneran los derechos humanos, a padecer las peores explotaciones en los países del centro capitalista, como trabajar a destajo en el agro industrial en condiciones laborales y de vivienda infrahumanas, o como verse abocadas (en el caso de las mujeres) a la explotación aberrante que es la prostitución. Es el saqueo de los cuerpos humanos, concatenado al saqueo capitalista de los territorios. Es el funcionamiento de un sistema criminal heredero de una Historia colonial y cuyo presente es la continuidad sangrante de un sistema de clases, en el que un puñado de multimillonarios agigantan sus fortunas en base a la explotación de la clase trabajadora y al saqueo de la naturaleza.
La peste son los bancos y organismos usureros que cobran eternas deudas espurias a decenas de países; tan espurias como son las aberrantes “deudas” para “compensarle” a los colonizadores las “pérdidas” de sus colonias [2]. La peste son las multinacionales que envenenan ríos y destruyen ecosistemas, que se apropian fuentes de agua y cometen genocidio contra los pueblos (como las multinacionales BHP Billiton, Glencore y Anglo American que están exterminando al pueblo Wayú en Colombia… Por dar un ejemplo de miles). La peste son esas transnacionales que arrasan selvas y hacen estallar montañas enteras, transformando en muerte los verdes valles de decenas de países.
Es superficial y poco analítico declarar “la peste somos todos los humanos”, sin hacer distinciones de clases sociales, sin evidenciar la responsabilidad sistémica de la depredación de la naturaleza, sin identificar como responsables mayúsculas a las multinacionales que ordenan el arrasamiento de poblaciones enteras mediante masacres atroces con la finalidad de saquear los recursos (masacres que perpetran las herramientas militares y paramilitares de Estados funcionales al saqueo capitalista); es poco analítico no ponderar el carácter inducido (por la propaganda constante) del delirante comportamiento sobre-consumista. Es cegato, o malintencionado, no discernir siquiera cuestiones geopolíticas… y sin embargo las cifras hablan: si todos los habitantes del planeta consumieran como un estadounidense promedio, se necesitarían 5 planetas Tierra [3]. Entre Estados Unidos y la Unión Europea consumen el 50% de los recursos del planeta, pese a que tan solo representan el 12% de la población mundial [4]. Se observa nítidamente que el sobreconsumo de los recursos por parte de una minoría afecta a todo el planeta.Estados Unidos, Europa, Australia y Japón encabezan las regiones que mayor impacto ecológico (por habitante) le causan al planeta, debido al frenético consumismo al que es teledirigida su población. El consumo compulsivo pretende inútilmente ser “compensatorio” del vacío y las frustraciones que el mismo sistema genera. Andrew Collier expresaba: «Observar a la gente en una sociedad capitalista y concluir que la naturaleza humana es egoísta, es como observar a la gente en una fábrica donde la polución está destruyendo sus pulmones y concluir que la naturaleza humana es toser». Vemos cómo los niveles de alienación y degradación del ser humano, inherentes al sistema socio-económico depredador bajo el que vive, son cada vez más brutales. Asimismo, es cada día más brutal la depredación de los ecosistemas (y lo es pese a los paños de agua tibia que supuestamente pretenden evitarla, sin cuestionar al sistema de raíz). La depredación de la Naturaleza, la desaparición de ecosistemas y especies e incluso la proliferación a nivel pandémico de enfermedades zoonóticas son inherentes a la lógica y modelo productivo del capitalismo. 
“La producción capitalista distorsiona la interacción metabólica entre el ser humano y la tierra”[5]. La “fractura metabólica” causada por este sistema, entre la madre naturaleza y sus hijos humanos, es aberrante: “El hecho de que la vida física y espiritual del ser humano dependa de la naturaleza no significa otra cosa sino que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el humano es una parte de ella.” escribía Marx. Y enfatizaba: «El capitalismo tiende a destruir sus dos fuentes de riqueza: la naturaleza y el ser humano»[6].
No, la «peste» no somos «los humanos», así en abstracto y sin analizar las relaciones de producción, la geopolítica y la existencia de clases sociales en este sistema. Ese tipo de planteamientos que meten en un mismo saco a opresores y oprimidos, solamente buscan perpetuar esta barbarie. Frente al ecofascismo que promueve la burguesía, con sus teorías eugenésicas, su línea de «todos-los-seres-humanos-somos-malos» que pretende borrar las responsabilidades concretas de la clase opresora, con sus personajes hyper-mediatizados financiados por grandes multinacionales depredadoras, los pueblos alzamos la ecología que hemos alzado siempre (muchas veces incluso sin siquiera etiquetarla como tal): la ecología con conciencia de clase, la de Berta Cáceres y Chico Méndes, la de tantos militantes por la naturaleza y la justicia social, siempre en lucha contra la depredación capitalista… la de los miles que han sido asesinados por la herramienta sicarial de las transnacionales y de los miles y miles que siguen en primera línea de lucha.
Desde la clase explotada, alzando la consciencia de clase y el amor a la Tierra, somos naturaleza en lucha para tumbar a la clase explotadora y su sistema criminal.
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Blog de la autora:
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NOTAS:
[1] Marx, El Capital, Capítulo XXIV, Acumulación Originaria
La Banque mondiale est directement impliquée dans certaines dettes coloniales, puisqu’au cours des années 1950 et 60, elle a octroyé des prêts aux puissances coloniales pour des projets permettant aux métropoles de maximiser leur exploitation de leurs colonies. Les dettes contractées auprès de la Banque par les autorités belges, anglaises et françaises pour leurs colonies ont ensuite été transférées aux pays qui accédaient à leur indépendance sans leur consentement”.
[3] Estados Unidos consumen el 30 % de los recursos mundiales, a pesar de que representan solo el 5 % de la población mundial. www.chicagotribune.com/hoyla-diadelatierra-los-10-paises-que-generan-mas-basura-en-el-mundo-20190422-story.html
5 % de la población mundial, los estadounidenses, producen tres veces más desechos que los chinos y siete más que los etíopes.www.lavozdegalicia.es/noticia/mercados/2019/09/29/humanidad-devora-tierra/0003_201909SM29P2991.htm
[4] La huella ecológica de la UE es equivalente a 2,8 planetas Tierra. La Unión Europea utiliza el 20% de los recursos naturales mundiales, pese a que demográficamente sólo representa el 7% de la población global. WWF y Global Footprint Network, informe “Vivir por encima de los límites de la naturaleza en el mundo” www.awsassets.wwf.es/downloads/wwf_overshoot_europa_esp_.pdf
[5] Concepto de la “fractura metabólica” de Marx, central para una crítica integral al capitalismo: (La producción capitalista) distorsiona la interacción metabólica entre el ser humano y la tierra. (…) La propiedad de la tierra a gran escala reduce la población agrícola a un mínimo constantemente decreciente, confrontado con un constante crecimiento de la población industrial conglomerada; de esta manera, produce las condiciones que provocan una fractura en el proceso interdependiente entre el metabolismo social y el natural.”. Para Marx: El hecho de que la vida física y espiritual del ser humano dependa de la naturaleza no significa otra cosa sino que la naturaleza se relaciona consigo misma, ya que el humano es una parte de ella.” (Marx, Manuscritos Económico-filosóficos, 1844): https://n9.cl/6s8d
[6] La industria a gran escala y la agricultura industrial van de la mano. Si ellas están originariamente distinguidas por el hecho de que la primera deja residuos y arruina a la fuerza de trabajo, y así la potencia natural del ser humano; mientras que la segunda hace lo mismo a la fuerza natural del suelo, ellas terminan vinculándose dado que el sistema industrial aplicado a la agricultura acaba por debilitar a los trabajadores, mientras que la industria provee a la agricultura con los medios para el agotamiento del suelo” (Marx). “Todo progreso de la agricultura capitalista no es solo un progreso en el arte de esquilmar al obrero, sino a la vez en el arte de esquilmar el suelo; todo avance en el acrecentamiento de la fertilidad de un periodo dado, es un avance en el agotamiento de las fuentes duraderas de esa fertilidad […] La producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la combinación del proceso social de producción socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el humano” (Marx, primer tomo de “El Capital”)

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