domingo, 9 de octubre de 2016

Precarización y calidad en el nuevo modelo del trabajo....

 
En periodos en los que la tasa de paro es elevada, la principal aspiración es conservar el empleo, lo que implica que se acepten condiciones de trabajo que no son siempre satisfactorias, ya sea en forma de salarios bajos, horarios extendidos o medios escasos.
Conseguir un trabajo decente se convierte en una aspiración común en tiempos de incertidumbre, y las instituciones, conscientes de que los empleos precarios son perjudiciales para los trabajadores y la productividad abogan por mejorar esta situación. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha establecido que la promoción del trabajo decente para todos es uno de los objetivos de desarrollo sostenible adoptado por 193 países en las Naciones Unidas en 2015, pero sus intenciones no se ven ratificadas por la realidad.

Además, como ocurre habitualmente con los conceptos, es mucho más fácil establecerlos que dotarlos de contenido y materializarlos. El estudioWhat makes for decent work?, realizado por Oxfam y la Universidad del Oeste de Escocia en colaboración con la Universidad de Warwick, ha intentado definir qué es el “trabajo decente” analizando su significado para 1.500 personas empleadas en sectores con bajos salarios, como la asistencia social, la hostelería o la limpieza. La investigación se realizó en Escocia entre octubre de 2015 y febrero de 2016.
Cinco factores clave
Los resultados reflejan el elevado grado de consenso en lo que se refiere a la definición del concepto. De los 26 factores identificados como importantes para el trabajo decente, hubo cinco que los entrevistados señalaron especialmente.
El primero de ellos es recibir un salario que sea suficiente para cubrir necesidades básicas, como la alimentación, la vivienda y los gastos derivados (calefacción, luz, agua, etc.) pero también para poder participar en la sociedad, afirmación que se refiere a disponer de los ingresos necesarios para poder comer ocasionalmente fuera de casa o ahorrar para cuando los tiempos sean peores. Una de las trabajadoras preguntadas para el estudio lo definía así: “Puedo pagar mis gastos, pero de pronto tienes que comprar el abono transporte y ya no te llega. Mi prima cumple 40 años a finales de este mes, y para mí es un problema, porque es un gasto extra que no sé cómo voy a poder cubrir”.
La seguridad es el segundo aspecto más valorado a la hora de definir un trabajo decente. Los empleos en los que la relación laboral se establece a través de contratos diarios sucesivamente renovados, o que requieren trabajadores discontinuos, más frecuentes desde la crisis, provocan que el descontento entre los empleados sea cada vez mayor. El tercero, ligado con el anterior, es la aspiración de contar con vacaciones pagadas y con bajas por enfermedad. “En mi anterior empleo nunca me pagaban las vacaciones. El contrato que tenía permitía que me llamaran para trabajar solo cuando les hacía falta, con lo que no tenía vacaciones”, explica una madre soltera entrevistada para el estudio. Una empleada en un call centerdescribe algo similar: “Llevo trabajando tres días de Navidad seguidos. Siempre éramos las mismas personas las elegidas para estar en el puesto de trabajo esos días”.
Entornos agradables
El cuarto aspecto que más se va- lora es que el entorno laboral sea seguro y que no resulte tóxico. No se trata solo de que existan medidas suficientes de protección si el empleo incluye riesgos físicos, sino que se tienen muy en cuenta los aspectos psicosociales. Las experiencias negativas de los trabajadores entrevistados respecto de empleos en los que la gente salía llorando por el trato recibido o por las malas condiciones de trabajo eran frecuentes: “La semana pasada hubo tormentas, había goteras en el techo y el agua caía en los ordenadores, lo que nos podía haber generado un grave problema. Lo que hicieron fue simplemente desenchufarlos y poner un cubo para recoger el agua”.
La última de las preferencias subraya la necesidad de sentirse apoyados por la empresa, lo cual incluye aspectos como que el jefe sea agradecido cuando se realiza un buen trabajo, que comprenda sus necesidades personales, tanto en el puesto de trabajo como en la vida privada, que emane respeto, que sepa reconocer el esfuerzo y que sepa comunicar lo que precisa. Pero esto no es frecuente: “A veces ha ocurrido que después de hacer mi jornada, voy a casa un par de horas y regreso para trabajar otras tres porque no hay suficiente personal. Y nadie ha apreciado eso. Estaría bien que alguien se acercase y diera las gracias”.
Exigencias razonables
Los resultados del estudio, que se conformó a través de entrevistas, encuestas y de grupos de discusión, muestra cómo algunas claves se repiten con demasiada frecuencia. Cuando se aspira a un trabajo decente es porque no se tiene, y muchas de las personas que participaron en la investigación carecían de él. Ninguno de los factores que priorizaron los encuestados en sus respuestas, avisa el estudio, constituye una exigencia excesiva, sino que todos ellos entran dentro de lo razonable. Y esto es algo, concluye, que debería cambiarse. La seguridad, los objetivos y las recompensas que genera el trabajo es algo que se ha cambiado en las últimas dé- cadas, pero no siempre a mejor.

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