viernes, 30 de septiembre de 2016

Juliana al habla...



Supongamos que el próximo lunes el Rey tuviese previsto iniciar una ronda de consultas con los líderes políticos para explorar las posibilidades de una nueva sesión de investidura antes de que se agote el plazo, el 31 de octubre. No será el lunes, pero no podrá tardar mucho. Celebradas las elecciones en el País Vasco y Galicia, el jefe del Estado deberá llamar a los representantes de los partidos para examinar las posibilidades de acuerdo, antes de que España se deslice hacia unas delirantes terceras elecciones. ¿A quién convocaría el Rey en representación del PSOE?
El artículo 99.1 de la Constitución dice lo siguiente: “El Rey, previa consulta con los representantes designados por los grupos políticos con representación parlamentaria, y a través del presidente del Congreso, propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”. ¿Quién sería, a fecha de hoy, el representante del PSOE?
Según la facción atrincherada en la calle Ferraz de Madrid todo sigue como estaba y la única novedad consiste en la dimisión de 17 miembros de la ejecutiva, cuyos nombres y fotografías han sido inmediatamente borrados de la web oficial del partido, al estilo soviético. Ya no existen. El secretario general, sostienen los oficialistas, sigue siendo Pedro Sánchez, puesto que las dimisiones no suponen la extinción de su mandato.
Según la facción crítica, Sánchez ha dejado de ser secretario general, porque así lo determinan los estatutos del partido. “La autoridad ahora soy yo”, declaró ayer Virginia López, secretaria general del PSOE de Sevilla y presidenta del comité federal, en la puerta de Ferraz. Una patética escena que perseguirá al Partido Socialista durante años. “La autoridad ahora soy yo”. Lenguaje golpista.
Si Sánchez ya no es secretario general, ni candidato a la presidencia ¿a quién debería llamar el Rey a consultas?
La comisión de garantías podría decir algo al respecto, pero está bloqueada. Tres de sus integrantes son afines al sector crítico y otros dos simpatizan con el secretario general impugnado. La presidenta del tribunal del partido, Isabel Celaá, catedrática de lengua inglesa en Bilbao, está con Sánchez y no piensa convocar la comisión. Los tres vocales “críticos” se reunirán hoy por su cuenta y muy probablemente emitirán un dictamen que dará por extinguida la autoridad del secretario general. Ese dictamen será rechazado por la facción de Sánchez. Un paso más hacia la ruptura. Los cismas tienen dinámica propia. A partir de un cierto momento es muy difícil detenerlos. ¿Tiene vuelta atrás el cisma del PSOE?
Seguimos con la imaginada ronda de consultas del jefe del Estado. Puesto que la comisión de garantías está rota, la decisión del Monarca de llamar a Sánchez u a otra persona adquiría un carácter arbitral. Y la última cosa que querrá hacer Felipe VI en estos momentos es inmiscuirse en la crisis del primer partido de la oposición. Por tanto, no puede haber ronda de consultas antes de que se aclare quiénes son los legítimos representantes del Partido Socialista. El PSOE es hoy un camión atravesado en la vía de la investidura, después de nueve meses de increíble bloqueo político. La crisis del PSOE es, por tanto, crisis de Estado. Y lo es por partida doble: por su fuerte peso en el sistema político español y por la evidente obturación del mecanismo constitucional. Recordemos que el PSOE fue reflotado en 1974 para estabilizar y encauzar el posfranquismo.
Sánchez es el principal responsable de esa situación, al tomar la decisión el pasado lunes de unificar el calendario de la pugna interna en el partido –primarias para el 23 de octubre– con los plazos para la investidura. Sánchez y su grupo querían parapetarse en el calendario constitucional para impedir el asalto de los adversarios. Y los adversarios han procedido al asalto, después de que Felipe González lanzase una bengala como orden de ataque.
Sánchez se ha entregado al aventurismo. Sus oponentes son escénicamente patéticos.

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