lunes, 25 de noviembre de 2019

Imprecindible atacar el tema...

Cuando la ciudad es el obstáculo

Byron Álvarez y Gregorio del Campo empujan con dificultad y mucho esfuerzo sus sillas de ruedas por el acceso en rampa al HUCA. / MARIO ROJAS
Byron Álvarez y Gregorio del Campo empujan con dificultad y mucho esfuerzo sus sillas de ruedas por el acceso en rampa al HUCA. / MARIO ROJAS

Los cajeros, la cuesta del HUCA o los bordillos rotos son infranqueables en silla de ruedas | Los barrios de El Cristo, Montecerrao, La Tenderina y el entorno del HUCA registran el mayor número de barreras arquitectónicas

CECILIA PÉREZOVIEDO.

Gregorio del Campo y Byron Álvarez nunca se habían fijado en las alturas de los bordillos, en las alcantarillas de las aceras, en los desniveles de los pasos de peatones ni si quiera en los excrementos de los perros cuyos dueños no recogen. Todo cambió cuando sus vidas también se transformaron. A Gregorio del Campo un conductor bajo los efectos del alcohol y las drogas le atropelló mientras leía el periódico en Vegalencia, Soto de Ribera. Ocurrió hace tres años. Los mismos que lleva postrado en una silla de ruedas. A Byron Álvarez Fernández un accidente laboral cuando contaba con 29 años le dejó parapléjico. Ahora tiene 33 y su visión de cómo están diseñadas las ciudades ha cambiado por completo. También la de Gregorio del Campo.
Los dos son socios de Aspaym Asturias, la asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos. En Oviedo, agrupa a 301 miembros.
Cuando se les pregunta si la capital asturiana es accesible su respuesta es contundente: «Para mí, no», contesta Gregorio del Campo. Lo argumenta con un ejemplo a pie de calle, justo al lado de la sede de Aspaym, ubicada en la calle Roma en las inmediaciones del Hospital Universitario Central de Asturias. «La cuesta que tenemos nada más salir del local tiene un bordillo malísimo». Lo es por su altura y su mal estado. Un obstáculo para las sillas de ruedas que, en muchas ocasiones y para evitar su vuelco, sus usuarios evitan con el consiguiente rodeo para localizar otro punto en el que cruzar la calle con seguridad.
Byron Álvarez suaviza «un poco» la visión de su compañero. «Oviedo es accesible dependiendo de con qué ciudad la compares. Gijón está mucho mejor adaptada para las personas con movilidad reducida», expone.
Las zonas de El Cristo, sobre todo el entorno universitario, Montecerrao y La Tenderina son los puntos calientes en cuanto a barreras arquitectónicas en la ciudad, explica Mónica Palacios, coordinadora del área de Accesibilidad en Aspaym. Un dato relevante es que «zonas que se presuponen accesibles no lo son». Desde la asociación ponen el acento en el acceso al Hospital Universitario Central de Asturias. «Las personas que acuden a nuestro centro y luego tienen que ir al HUCA a rehabilitación, si van en sus sillas de ruedas se encuentran con una pendiente continua que cuesta mucho subir». El desnivel en cuestión se sitúa en el acceso al centro hospitalario que llega a consultas externas. EL COMERCIO ha sido testigo, con este reportaje, del esfuerzo que tienen que realizar para desplazarse con sus sillas manuales por este punto concreto. Las ruedas delanteras de la silla de Gregorio del Campo, por ejemplo, llegan a perder contacto con el firme de la acera, se levantan. A lo que hay que sumar el esfuerzo de brazos para poder desplazarse. «En un itinerario peatonal la pendiente no debe de superar el 6%. Si lo supera ya no es accesible», concreta Mónica Palacios.
En este punto hay un camino alternativo para librar la pendiente pero «no es operativo», señalan desde Aspaym. «Se encuentra en zig zag y además no hay bordillo de seguridad». De todo esto, Gregorio del Campo asegura que antes del atropello «ni me fijaba ni siquiera me daba cuenta de la existencia de sillas de ruedas. Ahora, las veo por todas partes».
Los bordillos y sus desniveles son otro de los obstáculos a los que los usuarios deben hacer frente. «Desde Aspaym demandamos coherencia a la hora de hacer los itinerarios. Poco sirve una acera bien hecha si luego no se puede subir o bajar porque el bordillo no cumple con la normativa», denuncia Mónica Palacios.
Otro elemento que obstaculiza a los usuarios de sillas de ruedas son los relieves en el suelo que indican la proximidad de un cruce de acera. Están diseñados para las personas invidentes pero su relieve es muy pronunciado. «Se podría hacer más bajo, a la ONCE le valdría, pero desconocemos por qué se han diseñado así», señalan desde el área de Accesibilidad de Aspaym.
La falta de mantenimiento es otro problema añadido. Alcantarillas con rebordes, baldosas sueltas o rotas, lastran la movilidad de las personas en sillas de ruedas. «Una alcantarilla que no esté nivelada es causa de tropiezo si vas con muleta pero si vas en silla de ruedas y no puedes sortearla porque la acera es estrecha, por ejemplo, tienes que darte la vuelta o acabar circulando por la carretera».

Las plazas de aparcamiento

El municipio cuenta con 650 plazas de aparcamiento reservadas a las personas con movilidad reducida. No hay queja acerca de la cifra, pero sí de su mal uso. «No se respetan las plazas reservadas para nosotros», denuncia Gregorio del Campo. «Con la excusa de que 'solo dejo un momentín ahí el coche', les vale. Pero ese momentín hace que yo me tenga que ir a buscar aparcamiento en otra zona».
Bayron Álvarez clama contra la mala utilización de las tarjetas de aparcamiento para personas con movilidad reducida. «Se debería controlar más quien las utiliza y quién es el titular real de las mismas porque muchos aprovechan la tarjeta de un familiar minusválido para aparcar ellos sin serlo», lamenta.
Acceder a los comercios, restaurantes o cafeterías es otra lucha para las personas que se manejan en silla de ruedas. Escalones a la entrada y salida o puertas estrechas dificultan el acceso a personas con movilidad reducida a algo tan cotidiano, por ejemplo, como sacar dinero o comprar el pan, se convierte en una carrera de obstáculos. «Hay una realidad y es que para el pequeño comercio es una gran carga económica adaptar sus locales. Las ayudas, a día de hoy, solo se destinan a portales y edificios pero no a comercios ni hostelería», razona Mónica Palacios. La norma solo obliga a los locales que superen los 100 metros cuadrados que deben de ser accesibles tanto en sus accesos como en las prestaciones que desempeñen, explican desde Aspaym. Barreras con las que los usuarios de sillas de ruedas «aprender a vivir con ellas».

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