Davos y Trump


El 26 de enero, el presidente estadounidense Donald Trump pronunció su discurso de apertura de la reunión de la élite global, el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Era muy esperado por los grandes empresarios, financieros y magnates de los medios sociales de alta tecnología, así como otros dirigentes de gobierno. El año pasado en Davos, la estrella del espectáculo fue presidente de China, Xi Jinping que le dijo a su glamurosa audiencia que China está dispuesta a asumir el liderazgo en la lucha por la ‘globalización’ y el libre comercio dado que los EEUU con Trump han dado un paso atrás y vuelto al camino del proteccionismo.
Así Xi, líder autocrático de un Estado de partido único que dirige y controla la economía, se convirtió en el favorito de Davos. ¿Puede Trump llevarse el premio este año?. Después de un año tumultuoso, y a menudo degradante, en el cargo, Trump ha conseguido que el Congreso apruebe enormes recortes de impuestos a las empresas y las personas que beneficiarán a las multinacionales estadounidenses y a los ricos del 1%. Pero no logró revertir Obamacare, esa política limitada de subsidios para seguros de salud privados; aún tiene que construir el ‘muro’ para mantener alejados a los inmigrantes ilegales de México; y no puede hacer mucho para frenar las importaciones de productos chinos que inundan los EEUU.
Si, ha denunciado el acuerdo comercial de la Asociación Transpacífica (TPP) – un acuerdo que, irónicamente, fue diseñado para aislar a China del comercio y la inversión en la región. Y la semana pasada anunció nuevos aranceles para los equipos de energía solar importados de China. Pero eso es todo. Trump quiere renegociar las condiciones de la veterana Asociación de Libre Comercio de América del Norte (TLC) con Canadá y México. Pero poco ha sucedido. Mientras tanto, el TPP ha sido revivido por otros firmantes, Canadá ha alcanzado un nuevo acuerdo de libre comercio con la Unión Europea y Japón está tratando de firmar otro con Europa también.
Así que parece que la globalización (libre comercio e inversión) no está siendo afectada tanto por la política de “América Primero” de Trump hasta ahora. Sin embargo, la globalización y el comercio mundial se han desacelerado considerablemente desde el final de la Gran Recesión. El crecimiento del comercio mundial en la era de la globalización desde mediados de la década de 1980 creció más rápido que el PIB mundial en una relación promedio de alrededor de 2 a 1. Pero desde la Gran Recesión, apenas ha igualado la baja tasa de crecimiento del PIB mundial.
La misma historia con los flujos globales de capital, una característica importante de la era de la globalización.
Los flujos globales de capital (inversión directa, inversiones de cartera y préstamos) se han reducido  como proporción del PIB mundial desde 2007.
El boletín de la UNCTAD Investment Trends Monitor, publicado el lunes, muestra una disminución del 16% en la inversión extranjera directa en todo el mundo entre 2016 y 2017. La IED (inversión extranjera directa) ha caído más de una cuarta parte en lo que la ONU llama “economías desarrolladas”, siendo Estados Unidos y el Reino Unido responsables en buena medida de esa disminución.
Las fusiones y adquisiciones transfronterizas y los proyectos “invernadero” – empresarios que construyen fábricas y otras instalaciones en el extranjero – se redujeron en 2017. El valor de las FyA se redujo en un 23%, a pesar de un aumento del 44% en el valor de la cooperación transfronteriza en las FyA en las economías en desarrollo. El valor de los “proyecto invernadero” se redujo del 32% a $ 573 mil millones, su punto más bajo desde 2003.
El posible fin de la globalización y el ascenso del populismo y otros líderes nacionalistas como Trump en muchos países preocupan de verdad a la elite mundial reunida en Davos.  El columnista del FT Martin Wolf, que ha escrito un libro titulado ¿Por qué funciona la globalización? en 2004 antes de la crisis financiera mundial, cambió de posición ya en 2016. Ahora teme que la globalización se invierta en perjuicio de todos. Y justo antes de Davos, explicó a sus lectores que la misma ‘democracia’ se ve amenazada por el proteccionismo y gobernantes autocráticos nacionalistas, pero admitiendo que la globalización por sí misma no pudo sostener la prosperidad y mejorar la igualdad. Por el contrario, el despliegue descontrolado de capitales especulativos finalmente provocó la mayor crisis financiera desde 1929 y una desigualdad de ingresos y riqueza en las principales economías que ha alcanzado niveles no vistos en 150 años.
Justo antes de Davos, Oxfam ha actualizado su estimación de la desigualdad de la riqueza mundial y ha encontrado que el año pasado se registró el mayor incremento en el número de multimillonarios de la historia, con más de un nuevo multimillonario cada dos días. Este enorme aumento podría haber terminado siete veces con la pobreza extrema mundial. El 82% de toda la riqueza creada el año pasado fue a la parte superior del 1%, y nada a la parte inferior del 50%.
En la actualidad hay 2.043 multimillonarios en dólares en todo el mundo. Nueve de cada 10 son hombres. Los multimillonarios también experimentaron  un enorme aumento de su riqueza. Este aumento hubiera sido suficiente para acabar siete veces con la pobreza extrema. El 82% de todo el crecimiento de la riqueza global en el último año fue a la parte superior del 1%, mientras que la parte inferior del 50% no tuvo ningún aumento. Los nuevos datos de Credit Suisse implican que 42 personas poseen ahora la misma riqueza que 3.700 millones de personas situadas en la parte inferior de esta pirámide.

¡Y hay quién duda del desarrollo desigual y combinado del capitalismo global!
En la actualidad existe un gran optimismo en la élite de Davos en 2018 en el sentido de que el capitalismo mundial se está finalmente recuperando de la Gran Recesión de 2008-9 y la consiguiente Larga Depresión. Por primera vez desde la década del 2000, todas las grandes economías están creciendo de forma simultánea. El capitalismo nunca ha estado globalmente más sincronizado. Pero también eso tiene su otra cara. El capitalismo es más propenso a las crisis simultáneas internacionales.
El riesgo es que si los EE.UU. entran en recesión arrastre al resto. Y eso podría suceder durante el próximo año o así por el aumento del coste de la deuda internacional en la medida en que la Reserva Federal de Estados Unidos y otros bancos centrales llevan a cabo sus subidas de tipos anunciadas (en el gráfico – cuando la línea azul de la Fed sitúa la tasa de política por encima de la línea de negro de los rendimientos del Tesoro de Estados Unidos suele anunciar una recesión por lo general.
Davos es el centro de debate de los líderes y seguidores del capital global y de la globalización (de la libre circulación del capital multinacional y del comercio sin restricciones nacionales). La globalización es parte del proyecto neoliberal para maximizar las ganancias, aunque este objetivo es disfrazado por la teoría económica convencional como el mecanismo creador del crecimiento y los ingresos para todos. La élite de Davos es consciente de que esta propaganda ha sido denunciada por la evidencia de la pobreza y la desigualdad. Pero lo que es peor, el líder de la mayor potencia capitalista es sinónimo de proteccionismo y nacionalismo – al menos en su discurso.
Así, un orador tras otro, desde el presidente del la India Modi hasta el presidente francés Macron, han expresado su apoyo al libre comercio, al tiempo que han ‘reconocido’ la necesidad de ‘hacer algo’ acerca de la desigualdad (y el cambio climático – otra pesadilla Trump). “Si nos comprometemos a hacer más justa nuestra actual globalización … podemos converger y construir una nueva globalización”, aseguró Macron. Por lo tanto, él tema de Davos 2018 fue frenar la  ‘fragmentación’ y apoyar una globalización ‘justa’.
Entonces, ¿cual fue el mensaje de Trump a la élite de Davos? Bueno, que quiere “poner en primer lugar a los Estados Unidos, pero no a los Estados Unidos solamente”. En otras palabras, que pretende priorizar el crecimiento del peso de EE.UU. en el comercio, la inversión y su poder militar y obligar a los demás a aceptarlo. Esa es la posición clásica de la potencia imperialista dominante: no hay cambios.
La administración Trump tiene como objetivo conseguir una ‘mejor trato’ en el comercio con Asia (China) y Europa. Y también debilitar el dólar para que las exportaciones de Estados Unidos sean más competitivas. El secretario del Tesoro estadounidense, Steven Mnuchin se ha paseado por Davos diciendo que “un dólar más débil suavizará el crecimiento de la economía” … porque “obviamente, un dólar más débil es bueno para nosotros, ya que tiene que ver  con el comercio y las oportunidades”. Lo que no fue bien recibido por el presidente del BCE Mario Draghi, en su conferencia de prensa de ayer, que señaló que había un consenso internacional de que los países “no deben utilizar los tipos de cambio con fines competitivos”.
“Ni siquiera me gusta usar la palabra ‘proteccionismo’. . . Nosotros no usamos esa palabra”, dijo Mnuchin. “No se trata de proteccionismo. Se trata de comercio recíproco libre y justo. Cualquier persona que quiera comerciar con nosotros en términos de reciprocidad es bienvenido a hacerlo”.  Y en el mismo espíritu, Wilbur Ross, secretario de Comercio de Estados Unidos, ha estado hablando sobre el fin de la Organización Mundial de Comercio y / o echar fuera a China. “Es un sistema antiguo, con algunas décadas de antigüedad. El mundo ha cambiado, las economías han cambiado. El orden jerárquico de los países ha cambiado (es decir, lo que significa que los EE.UU. no podían salirse con la suya – MR). Todo ha cambiado. La OMC realmente no ha modificado su papel. Es necesario ponerla al día, en el mejor de los casos (es decir, los EE.UU. tienen que dirigirla – MR)”.
Las políticas comerciales proteccionistas y las devaluaciones competitivas son medicamentos nacionalistas para la debilidad económica y la recesión doméstica. Pero sólo funcionan (e incluso así solo por un tiempo limitado), siempre y cuando los demás no hagan lo mismo. En la crisis asiática de 1998, Malasia no obedeció al FMI y optó por las políticas nacionalistas y funcionó solo porque todas las otras economías asiáticas hicieron lo que se les dijo. Pero en la década de 1930, cuando los EE.UU. impuso aranceles, otros países siguieron el ejemplo y así agravaron la depresión.
El punto es que no ha sido la ‘competencia desleal’ en el comercio mundial lo que ha causado la destrucción de empleo en las industrias en los Estados Unidos desde el 1970, sino la decisión del capital estadounidense de invertir en tecnología para reemplazar mano de obra y deslocalizar sus fábricas y unidades de producción al extranjero para utilizar mano de obra más barata. La globalización fue la reacción a la crisis global de la rentabilidad en los años 1970 (como la anterior oleada de la globalización a finales del siglo XIX). Era parte de la agenda neoliberal para aumentar la tasa de explotación y, por lo tanto, la rentabilidad.  Pero no duró mucho.
La reunión de la elite mundial en Davos teme que Trump y otros nacionalistas echen a perder la fiesta e incluso acaben con la democracia. Pero Trump llegó a la presidencia como resultado de los fracasos del capital global, representado por Davos. Como indica el discurso de Trump en Davos, en la medida en que se estancan el comercio y las finanzas, la rivalidad imperialista crece. Y serán los trabajadores una vez más quienes lo van a pagar.