Mario Draghi ha cogido el hábito de actuar en dos tiempos. Primero apunta y luego dispara. En 2012, el presidente del Banco Central Europeo (BCE) avanzó en agosto su programa de Operaciones Monetarias de Compraventa, más conocido por sus siglas OMT, y lo lanzó definitivamente en septiembre; en 2014, presentó en junio una ronda masiva de operaciones de financiación bancaria a largo plazo, parapetadas bajo las siglas TLTRO, aunque el momento de la ejecución se hizo esperar tres meses, porque ha sido en septiembre cuando se ha llevado a la práctica. Y este mismo mes, el 4 de septiembre, adelantó que en octubre iba a poner en marcha dos programas para comprar deuda privada. Esa fue la primera parte. Ahora toca la segunda, la de concretar cómo llevará a cabo esas adquisiciones y cuánta deuda adquirirá. Esta incógnita es la que resolverá en la reunión de política monetaria que la entidad celebrará este jueves.
Para afrontar este desafío, Draghi intentará ser profeta en su tierra. Jugará en casa, puesto que el cónclave de esta semana tendrá lugar en Nápoles (Italia). Dos veces al año, el BCE celebra su reunión monetaria fuera de su cuartel general de Fráncfort para ofrecer una imagen de proximidad, y esta vez será la ciudad italiana la que acogerá una de esas citas itinerantes.
Y allí, en su país de origen, Draghi intentará imponer al Consejo de Gobierno su posición de que el BCE debe poner más carne monetaria en el asador para intentar reanimar la maltrecha economía europea. Más que nada, porque la entidad afronta la cita en un clima de creciente incertidumbre. El propio Draghi reconoció el pasado lunes, en el Parlamento Europeo, que "la recuperación está perdiendo impulso" en la Eurozona. Aunque él sigue dispuesto a exprimir todos los recursos a su alcance, el presidente del BCE reclamó que las autoridades europeas pongan de su parte para revertir el progresivo enfriamiento de una recuperación que nunca ha terminado de arraigar en la región.
A la espera de que las autoridades reaccionen, Draghi encara este jueves la misión de concretar los dos programas de compras de deuda privada que entrarán en vigor en octubre. Por un lado, el tercer programa de compras de cédulas hipotecarias (CBPP3); y por otro, un programa para adquirir titulizaciones (ABSPP). En la última reunión, la del 4 de septiembre, el presidente del BCE anunció su lanzamiento y emplazó a la cita del 2 de octubre para definirlos con precisión.

Presión tras el primer 'TLTRO'

Ahora llega este momento, y lo hace no solo con la sensación de que la economía se enfría mientras la amenaza deflacionista se calienta, sino con la decepción que dejó la última maniobra realizada por el BCE. El pasado 18 de septiembre, la entidad convocó la primera ronda de financiación bancaria a largo plazo bajo el programa TLTRO. Las previsiones contemplaban que esta operación inyectaría en los bancos entre 100.000 y 150.000 millones de euros, Sin embargo, los bancos solo le pidieron 82.600 millones.
Esta reducida demanda podría obligar ahora al BCE a incrementar el volumen de las adquisiciones en los programas CBPP3 y ABSPP. Sobre todo, porque entre las distintas operaciones del programa TLTRO -la próxima tendrá lugar en diciembre- y los sucesivos programas de compras de deuda privada pretende ampliar el balance del BCE en un billón de euros, hasta ampliarlo a un total de 3 billones de euros. De hecho, este propósito incluso podria empujar a Draghi a proponer al Consejo de la conveniencia de tener que comprar también deuda pública, y no solo privada. 
El mercado ya ha descontado que, tras el decepcionante resultado de la primera ronda del TLTRO, Draghi deberá pisar el acelerador con estas compras de deuda privada. Estas expectativas se reflejan principalmente en la marcha del euro. La moneda europea, que en mayo rozó los 1,40 dólares, ya se cambia por debajo incluso de los 1,27 dólares, con lo que se encuentra en mínimos desde 2012 contra el billete verde.
¿Y los tipos de interés? En este terreno ya no cuenta con margen para actuar. Tras reducirlos al 0,05% en la última cita, el banquero italiano ya comentó que las medidas convencionales habían llegado al límite. El tiempo de la política monetaria convencional ha terminado. Ahora es el momento de la heterodoxia. Y Draghi la dictará en casa.