jueves, 26 de marzo de 2020

Uno más de menos...un crack desconocido...Juan Falcón.

Muere Juan Falcón, el último bohemio

Muere Juan Falcón, el último bohemio

El artista falleció esta mañana en el Hospital Monte Naranco de Oviedo como consecuencia de un cáncer

Gonzalo Díaz-Rubín
GONZALO DÍAZ-RUBÍNOviedo
El artista Juan Falcón ha fallecido esta mañana en el Hospital Monte Naranco de Oviedo como consecuencia de un cáncer, por el que llevaba varias semanas en cuidados paliativos, según ha confirmado su sobrina la galerista y concejala del Grupo Municipal Socialista, Lucía Falcón. Falcón, nacido en Oviedo en 1959, tuvo una carrera atípica, sin mecenas ni calendario de exposiciones y una vida bohemia y libre hasta el final. Capaz de montar taller de pintura en la peluquería de un amigo y de alimentarse de galletas y cervezas; fumador compulsivo, noctámbulo y resiliente, comenzó a pintar en el Orfanato Minero. Su padre, José, falleció en un accidente de mina cuando tenía cinco años y los docentes de la institución animaron la vocación del niño hacia la plástica. Estudió en la Escuela de Artes y Oficios de Oviedo y más tarde estuvo becado en el Centro de Arte San Jaime de Barcelona, gracias a la mediación de Bernardo Sanjurjo o del escultor Fernando Alba.
De allí saltó a París a finales de los setenta. En la capital gala comenzó a trabajar en los talleres de Eduardo Arroyo o Valerio Adami y entró en contacto con la familia de Joan Miró,m a la que siempre agradeció su protección y cuidados durante su estancia francesa. A través del concertista Alain Planes, entró en el mundo de la escenografía, trabajando para Ilie Valea, en el vestuario y el montaje de 'Il mondo de la Luna' de Monteverdi.
Regresó a España en 1983 y se asentó en Bárzana (Quirós) de donde era oriunda la familia. Una etapa de prolífico trabajo escultórico, con ocasionales colaboraciones con otros artistas asturianos. Entre 1990 y 1993, el artista realizó varios carteles para distintas campañas del Gobierno del Principado, que le encargó también la escultura que marca el comienzo de la Senda del Oso, en Santo Adriano de Tuñón. Se la pagaron «de puta madre. Cuatro o cinco millones, ya no me acuerdo», confesó a Diego Medrano en una entrevista a este diario, en la que se confesaba «escultor antes que pintor».
Al escritor y amigo le confesaba lo mucho que le tiraban los bares, que «la bohemia es pasar frío. Y en mi caso, oye, calentarme el culo como pueda». También que añoraba París y que tenía «una relación de amor y odio con Oviedo, pero algún día me marcharé para no volver».

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