domingo, 28 de septiembre de 2008

Manualillos financieros.Las Cajas.

El destripe de los hilos políticos ,que J.Cacho propaga de la Cajona de Madrid, es perfectamente parangonable con cualquier Caja de Ahorros......incluída Cajastur claro.

En torno a Caja Madrid y a otras Cajas

Cajas en el disparadero. Cajas en un brete. Cajas que intentan a la desesperada evitar que les lleve la corriente de la gran tormenta que amenaza nuestro sistema financiero. El viernes, la agencia de calificación Fitch bajó el rating a cinco de ellas, a cuenta de su exposición a la crisis inmobiliaria en curso. Tiempo de contrición, tiempo para purgar los excesos, pero también para aventuras sin sentido como la ocurrida estos días en torno a Caja Madrid. Las maniobras orquestales montadas por los rectores de la Comunidad de Madrid en torno a la Caja madrileña vienen de lejos. Ya hace dos años Ignacio González, vicepresidente de la cosa, contacto con el socialista Antonio Romero, consejero de la entidad, para decirle que bueno, que convenía ir pensando en el relevo del presidente, Miguel Blesa, porque era un hombre que, aunque lo había hecho bien, tenía una concepción demasiado “economicista” del cargo y eso no convenía a la clase política regional...



La misma operación se repitió con la representante del sindicato bancario de CC.OO., María Jesús Paredes, solo que ésta, con menos diplomacia y más espolones que el gallo de Morón, le mandó a tomar viento, si bien con una frase mucho más contundente. En las Cajas, como en la banca, las elites sindicales viven en la gloria: se les respeta, se les escucha, tienen su cuota de representación y son, en definitiva, parte del tinglado que pisa moqueta y toca poder. ¿Hacer añicos tan idílica situación con Blesa, en aras de no sé qué proyecto o personaje nuevo?



Los encontronazos han sido incontables, todos motivados por la negativa de la actual dirección de la Caja a plegarse a los deseos de la Puerta del Sol. Ocurrió con Endesa, donde se pretendió utilizar la entidad para favorecer una supuesta “alternativa española” al servicio del Grupo Acciona. Ocurrió con Iberia, a pesar de que la Caja terminó invirtiendo cuando los estudios pertinentes así lo aconsejaron. Ocurrió con el fútbol. Blesa se enteró una mañana por la prensa de que Caja Madrid iba a financiar la compra de los derechos del fútbol en televisión de los tres equipos madrileños por una porrada de millones, para ser emitidos por Telemadrid. IG se lo había contado el día anterior al ABC. Él lo había decidido así y no era necesario consulta previa con la dirección de la Caja.

-Pero oye, Ignacio, ¿esto lo habéis decidido vosotros por vuestra cuenta, sin encomendaros a nadie?

-Bueno sí, mira, es que el tiempo se nos ha echado encima y eso es muy importante para Telemadrid.

-Ya. Pero digo yo que primero deberías haber consultado conmigo, ¿no?

-Sí, hombre, sí, si te pensaba llamar...



Aquel hubiera sido un negocio ruinoso para Caja Madrid, al margen de las conveniencias políticas de la presidenta y/o de su número dos. Ese es el riesgo, la bomba nuclear con espoleta retardada que supone la presencia de políticos en las entidades de crédito. Y esa es la diferencia que separa a un IG de un Ruiz-Gallardón, porque Albertito llega y, zalamero, coge a Blesa del brazo y le cuenta al oído, oye Miguel, qué te parecería que entrarais en Parque Warner, eso sí, siempre que os salgan los números, claro está, siempre que sea bueno para la Caja, pero ¿por qué no te lo miras...?



IG no entiende ese lenguaje. El duro, roqueño, directo Nacho González no entiende esas galanterías: quiere una cosa y la pide ya, porque estima que la Caja tiene que estar al servicio de la Comunidad, por encima de consideraciones economicistas, y al margen de que una operación pueda o no ser buena para su cuenta de resultados. IG quiere un hombre obediente, que atienda con diligencia los mandados de la Puerta del Sol. Eso es todo. Y ello a pesar de que la Comunidad solo cuenta con tres de los 21 sillones que integran el consejo de administración de la Caja, uno de los cuales ocupa precisamente MB, de modo que la señora Presidenta precisa de alianzas con otras fuerzas representadas en los órganos de gobierno en caso de maniobra o intento de golpe de mano.



Rajoy y Gallardón cierran filas con Blesa


De la mano de su segundo, Esperanza Aguirre se ha metido ahora en un lío morrocotudo, con la ayuda, siempre desinteresada tratándose de Lord Ramírez de la Piscina, del diario El Mundo. En el momento de máxima tensión de los mercados financieros internacionales, cuando las Cajas de Ahorro son miradas con lupa por propios y extraños, el citado diario encendió el lunes 22 la mecha al publicar a todo trapo que MB, de acuerdo con un misterioso informe del que nadie parece dar cuenta y razón, lleva 11 días de más en el cargo...! La reacción de las fuerzas políticas y sindicales presentes en la Caja, por no hablar de partidos y medios de comunicación, ha sido demoledora.



Tanto Rajoy como Gallardón han cerrado filas en torno a Blesa, dejando en evidencia a Aguirre, a quien este episodio hace daño, resta crédito, porque no hacía ni 24 horas que la señora Presidenta de la Comunidad había clausurado el Congreso del PP madrileño con un canto a la unidad de la derecha. ¿Es que nadie, en su entorno más próximo, es capaz de advertirle del riesgo que, en términos electorales, entraña este tipo de escándalos para el PP? Cabría el consejo del caballero don Quijote a su fiel escudero: “Advertid, hermano Sancho, que esta aventura y las a ésta semejantes no son aventuras de ínsulas, sino de encrucijadas, en las cuales no se gana otra cosa que sacar rota la cabeza y una oreja menos”.



Tan sonora, tan estrepitosa ha sido la reacción general contra la maniobra de desestabilización de la Caja, que en la propia Puerta del Sol se han asustado:

-¡Oye, oye, que esto tenemos que pararlo...!

De modo que los paracaidistas que esta semana se inmolaron frente a las murallas de Caja Madrid han iniciado discreta retreta, lo cual no significa que vayan a desistir de su empeño. Volverán. Lo harán cuando se inicie el proceso electoral en la primavera de 2009. Y antes se dedicarán a calentar el ambiente con noticias dirigidas a horadar el prestigio de unos cuantos, y cerrar las vías que puedan llevar a MB a presentarse por un tercer mandato. Dicen que a partir del lunes podrían empezar los fuegos artificiales.



Episodio lamentable, en suma, aunque poca cosa, apenas un plácido atardecer otoñal, comparado con la gran tormenta financiera que se nos viene encima, a pie de calle, en la Gran Vía española, que no en la Quinta Avenida, llena la rúa de rumores a cual más esperpéntico que podría resumirse en uno solo: ¿Y usted cree que mi dinero está seguro en tal sitio? ¿Piensa que debería sacarlo y esconderlo en el colchón? Mientras Zapatero se da un garbeo por Nueva York componiendo la imagen del paleto encantado de haberse conocido, el Gobierno continua haciendo el don Tancredo con la crisis, la española (“ya sabes que al jefe no le gustan las malas noticias”, que dice Miguel Sebastián), la nuestra, la que parece inevitable como resultado de la combinación de crash inmobiliario, endeudamiento de empresas y familias, y restricción del crédito, una trilogía que de forma inapelable terminará afectando a una parte sustancial del sistema financiero español.



¿Un plan de rescate para bancos y cajas españoles?



Nuestra cruz es ese rosario de operaciones corporativas financiadas con deuda, y esos cientos de miles de hipotecas concedidas a gentes que en condiciones normales no lo hubieran sido por falta de solvencia. Nada menos que 303.000 millones de euros, según el propio Banco de España, en el renglón “crédito promotor y operaciones inmobiliarias”. Una cantidad que va a ser casi imposible refinanciar con los mercados de crédito cerrados a cal y canto, y una situación ante la que la piel de toro preferimos esconder la cabeza cual avestruces, carente nuestra clase dirigente del coraje necesario para coger ese toro por los cuernos y ver cómo se le puede poner freno al problema o al menos reconducirlo para que sea lo menos dañino posible.



Y es que son muchos los españoles que en voz baja empiezan a preguntarse estos días si el Gobierno, en lugar de seguir diciendo tonterías (“tenemos el mejor sistema financiero del mundo”), no debería poner en marcha un plan especial de salvamento y socorrismo, nuestro bailout plan a la manera del lanzado en USA por el trío Bush, Paulson, Bernanke y momentáneamente encallado en el Congreso. Sería el momento de poner a trabajar en la misma dirección a todas las fuerzas, todos los resortes, todo el impulso de que sean capaces de desarrollar al unísono poder político, poder económico y sociedad civil.



Es verdad que no tenemos un J. Pierpont Morgan, aquel banquero bigotudo que al frente de la institución del mismo nombre fue capaz de liderar (“This is the place to stop the trouble”) un consorcio de bancos que salvó a Estados Unidos del crash bancario en el otoño de 1.907, más de un siglo nos contempla, pero tenemos a Emilio Botín, un tipo que ha progresado cantidad y al que no reconocería ni su padre (“es que no sabes ni fumarte un puro...”), convertido hoy en uno de los banqueros de referencia. En realidad tenemos dos grandes bancos saneados, capaces de actuar como ancla de ese bailout plan hispano, y tenemos un Banco de España con un margen de maniobra superior al de la Reserva Federal. El problema es que el señor Fernández Ordoñez, de profesión gobernador, ese hombre tan activo a la hora de combatir la energía nuclear (es el ideólogo de Zapatero en el tema), está desaparecido en esta crisis, agobiado por la dimensión del huracán, como si callando pudiera hacer que escampara.



Es difícil que cerrando el pico y dándole hilo a la cometa, en el mejor estilo ZP, logremos salir del trance, porque hay entidades muy tocadas y esto apenas ha echado a andar. Seguramente antes de hablar de un gran plan de rescate, con dinero contante y sonante, habría que empezar desde el caserón de Cibeles por favorecer un proceso de saneamiento y fusión de aquellas entidades en situación más comprometida. Complicado, cierto y muy delicado, porque cualquier movimiento público de la autoridad pondría en evidencia a los afectados, con el riesgo de pánico consiguiente, pero tal vez sea peor la inacción, el quieto parao y aquí no se mueve nadie. Bien pudiera ser que el Gobierno y Banco de España estuvieran perdiendo un tiempo precioso del que tal vez pronto ya no dispongan. Y mientras tanto, una pregunta recorre España: ¿usted cree que mi dinero está seguro en tal sitio?

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