The Project S. Apocalipsis no llegó con la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, pero la retórica de la ira divina seguramente lo hizo. En lugar de adoptar el relajante o alza cadencias de Washington, Lincoln, Franklin Roosevelt, Kennedy o Reagan, de Trump discurso inaugural "carnicería" invoca "pueblo de Dios", y el "público justo." Sonaba menos como Andrew Jackson, 1830 presidente populista de Estados Unidos a la que sus seguidores lo comparan, que el teólogo puritano Jonathan Edwards predicar su sermón aterradora " pecadores en las manos de un Dios enojado ."
Para Trump, por supuesto, los "pecadores" no son los adúlteros y las ruedas locas Parson Edwards tenía en mente. Son las empresas, los opositores internos y líderes extranjeros que han rechazado "Estados Unidos primero". Son, en definitiva, el "establecimiento", muchos de los cuales estaba en la congregación. Ya que cuatro de cinco predecesores vivos de Trump - Jimmy Carter, Bill Clinton, George W. Bush, y Barack Obama - miraban, él definió su legado como uno de avaricia sin paliativos, auto-negociación, y la corrupción por una elite arraigada Washington que tenía empobrecidas los estadounidenses comunes y trajeron los EE.UU. al borde de la ruina.
Esto no era una mera continuación de la retórica de campaña incendiaria de Trump. Inmediatamente comenzó evisceración herencia política de sus predecesores. Su primera orden ejecutiva apuntó a la Ley del Cuidado de Obama, amenazando con dejar 18 millones de estadounidenses sin seguro de salud dentro de un año (y posiblemente causando estragos en muchos de sus propios votantes - véase el gráfico). En los siguientes días, firmó órdenes para retirar los EE.UU. de la Asociación Trans-Pacífico (TPP); reactivar los proyectos de oleoductos se detuvieron por Obama; construir un muro en la frontera con México; y recortar los fondos para la planificación familiar en los países en desarrollo. También se trasladó a impulsar una fuerza de expulsión para reunir a los inmigrantes indocumentados, y se ha debatido la posibilidad de revivir sitios secretos de detención y la tortura de sospechosos de terrorismo. Incluso ha propuesto revertir los esfuerzos para combatir el SIDA en África (una iniciativa de George W. Bush) de Estados Unidos.
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