viernes, 27 de enero de 2017

Méjico con razón, se planta...

Donald Trump ha arruinado la relación con su vecino del sur y socio comercial en 24 horas. El presidente de MéxicoEnrique Peña Nieto, anunció ayer que suspendía la reunión en Washington con su homólogo estadounidense para negociar el Tratado de Libre Comercio (NAFTA), prevista para el próximo martes. La grave crisis diplomática se desató después de que Trump firmase el miércoles la orden de construir el muro en la frontera y asegurase ayer en Twitter que cancelaría el encuentro si México no aceptaba pagarlo. Tres horas después, Peña Nieto anunciaba una decisión, apoyada ampliamente por un pueblo mexicano harto de los continuos insultos del nuevo inquilino de la Casa Blanca.
Nunca en las últimas décadas las relaciones entre EEUU y México habían atravesado un momento tan crítico. El no de Peña Nieto evidencia un cambio de postura del líder mexicano, quien, pese a todo, ha intentado mantener una buena relación con Trump para conseguir una renegociación favorable del NAFTA, piedra angular de los casi 500.000 millones de dólares que arroja la balanza comercial entre EEUU y México, según datos oficiales. México dirige el 75% de sus exportaciones hacia Estados Unidos, mientras que el vecino del sur es el segundo destino de las exportaciones estadounidenses (16%), solo después de Canadá (18%) y por delante de China.

Ante el órdago de Trump, Peña Nieto solo podía cancelar la reunión. La valoración del presidente mexicano está bajo mínimos, consecuencia, en parte, de la actitud negociadora que hasta el momento ha mantenido con Trump, a quien invitó a México en verano, desatando las críticas de la oposición y la sociedad. Su negativa ahora a reunirse con su homólogo estadounidense abre una profunda brecha diplomática entre dos países emplazados a renegociar un multimillonario tratado de libre comercio.
La guerra que mantienen ambos dirigentes a cuenta de quién pagará el muro fronterizo amenaza con distanciar a los dos países en unas negociaciones en las que EEUU y México tienen intereses enfrentados: Peña Nieto quiere lograr una renegociación favorable del NAFTA, Trump desea dinamitarlo y el tercer miembro, Canadá, por el momento, no sabe, no contesta. Desde que arrancó el NAFTA en 1994, el comercio bilateral entre ambos países ha aumentado un 500%. Sin embargo, como Trump ha denunciado reiteradamente, EEUU registra cada año un déficit comercial con México que actualmente se sitúa en unos 60.000 millones de dólares, según datos de los primeros 11 meses de 2016.
La eliminación del tratado supondría un durísimo golpe para México, dada su enorme dependencia comercial de Estados Unidos. No obstante, también las empresas estadounidenses acusarían el fin del NAFTA: anualmente, exportan alrededor de 200.000 millones de dólares al país vecino. A ello habría que sumar las inversiones en curso de firmas norteamericanas en territorio mexicano.
Entre los productos 'estrella' de las exportaciones mexicanas, destacan los automóviles, origen de esta guerra comercial y una industria en la que todas las grandes firmas han apostado fuerte por México. El sector automotriz se encuentra en el ojo del huracán de Trump.

Radiografía de una retirada empresarial

México será muy pronto la nueva capital automotriz de EEUU”. Este era uno de los titulares con los que la prensa local celebraba en 2014 la llegada al país de los fabricantes. Pero la fiesta se acabó con la victoria de Trump y sus amenazas a las empresas estadounidenses que produzcan en México. Ford fue la primera compañía en reaccionar: canceló en los primeros días del año una inversión de 1.600 millonesde dólares para construir una nueva planta en México —actualmente tiene cuatro—. Pronto la siguió General Motors, que trasladará una pequeña parte de la producción de una de sus seis plantas en México a sus fábricas en EEUU. Otro duro golpe para una industria que representa en torno a un 7% del PIB mexicano y cerca del 30% de sus exportaciones globales, de las que un tercio van destinadas a la primera potencia mundial.
México parece un tablero de Risk en versión automovilística. Hay más de 20 plantas distribuidas por todo el territorio, que llegaron atraídas por una mano de obra barata y la posibilidad de exportar a América del Norte sin ningún coste arancelario. Durante las últimas dos décadas, las grandes firmas del sector han ido desplegando sus posiciones a lo largo del tablero, y en particular en la zona del Bajío, en el centro del país.
Parece complicado que esas plantas ya establecidas sean desmanteladas y trasladadas a EEUU para ceder al proteccionismo de Trump. “Es muy difícil que algo así ocurra de golpe”, indica a este diario Manuel Valencia, profesor del Tecnológico de Monterrey, ya que son inversiones significativas y planeadas a largo plazo por estas empresas. Volkswagen lleva en Puebla desde 1964 y Ford llegó al país en 1925.
Sin embargo, sí es más probable que las inversiones proyectadas —como en el caso de Ford— sean canceladas y destinadas a plantas de EEUU. “Es muy factible que suceda”, señala Valeria Moy, economista del ITAM, una escuela de negocios. “Trump es impredecible. Imagínate que levanta el muro, dinamita el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA) e impone a los fabricantes un impuesto altísimo por exportar desde México. ¿Qué piensas que haría BMW en ese caso?”, añade.

¿Qué fabricantes invierten en México?

En México, se terminan de ensamblar más de 3,2 millones de vehículos al año —de los que más del 40% de sus piezas son importadas—, una cifra que ha situado al país entre los 10 mayores fabricantes de coches del mundo. Según estima el economista Eddie Villegas, profesor de la Universidad Iberoamericana, en los últimos cinco años esta industria ha atraído entre 8.200 y 10.000 millones de dólares de inversión. Para hacernos una idea, es más o menos lo que costó construir el AVE a Barcelona —que rondó los 9.000 millones de euros con sobrecostes—. Actualmente, hay cuatro inversiones programadas para el periodo 2017-2019, que suman en total casi 2.500 millones de dólares.
Entre las inversiones mencionadas, el nuevo presidente de EEUU ha amenazado directamente a Toyota y a BMW. “Si BMW quiere construir una fábrica en México y vender los coches a EEUU sin pagar un impuesto del 35%, que se vaya olvidando”, dijo en una entrevista con el diario 'Bild'. “Construid una planta en EEUU o pagad un gran impuesto fronterizo”, advirtió en otro tuit dedicado a los ejecutivos de Toyota.
Las compañías japonesas y alemanas tienen mayor capacidad para presionar a Trump que las estadounidenses, según los académicos. "Pese a sus amenazas, Alemania y Japón tienen mucha inversión en EEUU que podrían retirar y, además, estas empresas poseen una cuota de mercado enorme en el país”, opina Villegas al analizar un poder de negociación que, lamenta, no tiene México.
En ese sentido, las inversiones de Ford siguen siendo las más vulnerables a las presiones del presidente, porque la firma se arriesga a ser víctima de una campaña de desprestigio por estar invirtiendo en México y no en Estados Unidos. Además, la presión constante de un posible impuesto fronterizo a la importación de vehículos puede provocar que algunos de los fabricantes imiten a General Motors y trasladen gradualmente algunas de sus líneas de producción a territorio estadounidense.
El contexto de incertidumbre probablemente también desmotivará la llegada de nuevas inversiones al país hasta que se aclaren las reglas del juego. “Al parecer, todas las automotrices terminarán cediendo ante las presiones de Trump en mayor o menor medida”, indica Valencia, el economista del Tecnológico de Monterrey.
Una piñata que representa a Donald Trump durante una protesta ante un concesionario de Ford, en Ciudad de México. (Reuters)
Una piñata que representa a Donald Trump durante una protesta ante un concesionario de Ford, en Ciudad de México. (Reuters)

¿Y dónde queda el NAFTA?

El NAFTA es una pieza clave para cualquier inversor en México, porque sin el tratado jamás se hubiera producido un desarrollo automovilístico tan potente. Pero ¿podría Trump imponer un impuesto del 35% a todos los vehículos importados? Semejante barrera iría en contra de lo estipulado en el NAFTA, según el cual las empresas son libres de comerciar desde Alaska hasta la península del Yucatán sin costes arancelarios. No obstante, el presidente de EEUU está determinado a presionar a Canadá y México hasta renegociar el acuerdo y obtener condiciones más 'favorables'.
No es legal [el impuesto del 35%], no puede hacerlo”, afirma Valeria Moy, especializada en comercio internacional, que asegura que una tasa del 35% iría no solo en contra del NAFTA, sino también de la propia Organización Mundial de Comercio (OMC), organismo que establece las normas por las que se rige el comercio internacional y al que pertenecen ambos países.
"Todos ganaron con el NAFTA, el único que perderá en una renegociación será el consumidor"Para poder imponer su famoso impuesto, lo primero que Trump debe hacer es abandonar del tratado, en el que hay una cláusula que permite a los firmantes retirarse de manera unilateral en un plazo de seis meses desde que se invoca. “El proceso es mucho más fácil que el del Brexit”, explica Moy, dado que en este caso el Ejecutivo no necesita acudir al Congreso para salirse del tratado, a diferencia de lo que sucede en la relación Reino Unido-Unión Europea.
Todos los economistas consultados para este artículo coinciden en que se producirá una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Hasta que se firmó en 1994, las tres naciones habían mantenido negociaciones durante cerca de dos años, un periodo de tiempo que se espera sea similar en este caso. “Todos ganaron con el NAFTA, el único que perderá en una renegociación será el consumidor”, asegura Villegas. “Será muy importante definir qué es un producto hecho en México”, señala Valencia en referencia a que los coches fabricados en el país llevan gran cantidad de materias primas importadas.
Trump ya ocupa el Despacho Oval. Ahora toca seguir de cerca sus primeros 100 días de gobierno para comprobar qué medidas —de todas las que ha prometido— llevará a cabo en el corto plazo. Muchos creen que esos 100 días no bastarán para superar la incertidumbre. “Creo que no vamos a necesitar solo 100 días para recuperar la calma, sino cuatro años. O mejor dicho: nos quedan 1.460 días de inestabilidad”, sentencia Moy.

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