lunes, 30 de enero de 2017

El Toro y la Leyenda....

Federer tumba a Nadal y gana el Open de Australia en un partido para la historia

 
El reloj se paró. La cápsula del tiempo apareció. Y un suizo, el mejor tenista de la historia, que llevaba más de cuatro años buscando una última oportunidad para coronarse, que tenía la moral comida por un manacorense, resurgió de sus cenizas y se redimió en todos los sentidos posibles: Roger Federer es campeón del Open de Australia tras vencer en la final a Rafael Nadal en un maratoniano partido (no podía ser menos 6-4 3-6 6-1 3-6 6-3) para cambiar el destino y colocar su hazaña en 18 Grand Slams.
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Federer rompió todas las barreras, todos los hándicaps que le penalizaban en los enfrentamientos con Nadal y, apoyado en un revés dañino como pocas veces se recuerda contra el manacorense, superó un partido que dominó en su mayor parte e hizo suyo en la estrategia. Mucho se hablaba en la previa de lo que podría ocurrir, del favoritismo de Nadal. El propio Carlos Moyá, ahora entrenador de su paisano, aseguraba que ganaría quien consiguiera imponer su estilo. No le faltaba razón. El encuentro fue una montaña rusa de intensidad donde Federer volaba a ritmo de derechas ganadoras y restos de revés mortales mientras Nadal, dubitativo con el saque y más lento de piernas de lo habitual, se limitaba a aguantar el chaparrón intentando hacer el menor número de errores posibles.
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Así fue la crónica de los primeros cuatro sets. Cuando Federer apretaba el acelerador, arrasaba a Nadal. Cuando desenfocaba su juego y disparaba los errores, el español estaba ahí para empatar el partido.
Y entonces llegamos a un quinto set que tuvo de todo y que merece un capítulo aparte. Nadal subió el nivel y comenzó a dominar los peloteos con su derecha de hace años. Así, cobró ventaja con un break arriba. Pocos pensábamos que se le iba a escapar el partido, pero Federer estaba dispuesto a romper todos los esquemas, como el de su debilidad frente a los puntos importantes. Pensábamos también que Nadal conseguiría una vez más sobreponerse a las adversidades más complicadas, a los puntos de break en contra (salvó 9 en el quinto set, incluido un 0-40) pero el partido entró en una ebullición fantástica y el suizo se sacó de la manga golpes imposibles cuando más lo necesitaba (nadie olvidará el octavo juego de la última manga), doblando el servicio de Nadal dos veces de manera consecutiva para posteriormente sacar y llevarse el título en un episodio con intriga final propio de un culebrón: dos bolas de rotura salvadas y varias peticiones de ojo de halcón, que terminaron despertando las lágrimas de emoción del suizo.
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“Ha sido impresionante. No creo que ninguno de los dos pensáramos hace 5 meses que fuéramos a jugar a la final. He trabajado muy duro para ello. Rafa, gracias por todo lo que estás haciendo, el tenis te necesita y espero que sigas llegando a lo más alto durante muchos años”, confesaba Federer en la ceremonia, ya más relajado, mientras miraba agradecido a su némesis durante años a la vez que se quitaba un peso de encima enorme.
El camino, no en vano, ha sido muy duro para el suizo. Tras intentarlo una y otra vez, tras perder tres finales de Grand Slam consecutivas frente a Novak Djokovic, tras hacer un parón por primera vez en su carrera por culpa de una lesión, las dudas puestas sobre su raqueta eran constantes. Pero a las leyendas, y a las rivalidades históricas, como se ha comprobado con Nadal y con Federer, nunca hay que darlas por acabadas, porque siempre te sorprenden. Disfrutemos, porque algún día los echaremos de menos. Mucho.

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