jueves, 17 de agosto de 2017

No esperarían aplausos!

El fichaje de Trevín por Asla agranda la brecha entre los partidos de la izquierda

Antonio Trevín, el día que anunció su renuncia al escaño.
Antonio Trevín, el día que anunció su renuncia al escaño. / M. ROJAS

Podemos censura su paso a una empresa que recibió subvenciones de gobiernos del PSOE, mientras IU no ve un caso de puertas giratorias

A. SUÁREZ / L. MAYORDOMO OVIEDO.
Pocas señales de concordia se aprecian entre los partidos de la izquierda asturiana con vistas a impulsar ese acuerdo que todos dicen desear pero que, de momento, no cuaja. Predomina la discrepancia incluso en cuestiones como el fichaje del socialista Antonio Trevín, hasta ahora diputado en el Congreso, por la empresa Asturiana de Laminados (Asla). Un caso claro de «puerta giratoria» agravada por el hecho de que la empresa en cuestión recibiera ayudas y subvenciones de gobiernos del PSOE, en opinión de Podemos. Y un asunto privado que no se puede comparar con otros episodios que se han dado en el ámbito nacional y que sí son directamente criticables, en opinión de Izquierda Unida.
La divergencia sobre el abandono de Trevín de la primera línea de la actividad política y su salto al sector privado bien podría ser un roce menor si no fuera porque es el enésimo entre ambas fuerzas y porque el diálogo abierto para tratar de propiciar un giro a la izquierda del PSOE asturiano parece estancado. De las dos ofertas que IU ha realizado a Podemos para acercar posturas, la formación morada solo ha respondido a una y ha sido para ponerle pegas. En el seno de Izquierda Unida cala la sensación de que en la otra orilla hay pocas ganas de negociar y pactar y muchas de seguir compitiendo con los socialistas por la hegemonía de la izquierda en la región. Y se lee el durísimo ataque a Trevín como un paso más en esa rivalidad.
El diputado de Podemos Enrique López sembró todo tipo de dudas sobre el futuro de Trevín. Habló de «tráfico de influencias» y de «conexión entre intereses políticos y empresariales». Señaló que su incorporación responde a un intento de que actúe como «conseguidor» utilizando la agenda de contactos que ha logrado en sus años en la vida pública. Y, sin poner en duda la legalidad pero sí la estética de la operación, censuró que un diputado socialista salte a una empresa que ha recibido 19,7 millones de euros en ayudas y 2,2 millones en préstamos de gobiernos del PSOE. Un «pago de favores» sobre el que urgió a posicionarse a los dos aspirantes a liderar el partido en Asturias, Adrián Barbón y José María Pérez.
Mucho menos beligerante fue el análisis del portavoz de IU, Gaspar Llamazares, que situó la decisión en la esfera privada y que aunque admitió que puede ser algo más o menos estético, no apreció ningún indicio de 'puerta giratoria'. «No es lo mismo que los ex presidentes que dejaron lo público, que tenían sustento público y que se fueron a empresas sobre las que habían decidido», anotó. En la coalición son muchos los que creen que Podemos usa este asunto para redoblar sus ataques al PSOE

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