viernes, 19 de septiembre de 2008

De momento...control total.

Las duras experiencias acumuladas en apenas una semana, servirán al menos de un periodo de lectura minuciosa.

Conversaciones y predicciones sobre el final del túnel. Recuerdo el CDS.

Martin Saballs

Ayer por la tarde tuve la oportunidad de moderar a dos directivos de Barclays en una conferencia. Intenté averiguar de primera mano qué ocurre. Los de Barclays sacan pecho porque acaban de comprar las migajas americanas de los hermanos Lehman, qepd. Pero no fueron optimistas, ni siquiera realistas. Avisaron de que los tiempos que vienen son durisimos y que las empresas y/o particulares que quieran créditos ya pueden empezar a hacer cola. Conseguir un euro prestado en los próximos años será más duro que volar a Marte.


Saqué en claro (es un decir) lo siguiente:

1. Vamos a entrar en un periodo de extraordinario celo controlador. Tanto por parte de las instituciones financieras consigo mismo, que asumen el mea culpa por la laxitud de su comportamiento, como por el regulador. Atención a lo que depare el desarrollo del sistema de control bancario que define Basilea-II.

2. Si la crisis de 1929 supuso la ruptura de la vieja banca con la aparición de la ley Glass Steagall, que separaba banca comercial y de inversión, esta crisis supondrá el fin de aquellos bancos que sólo realizan banca de inversión, que la asumirá la banca comercial. El fin de Lehman, la desaparición de Merrill en manos de BoA y los interrogantes sobre Goldman y Morgan Stanley son un ejemplo. Los ciclos se repiten.

3. Nadie es capaz de realizar ningún tipo de recomendación sobre qué ocurrirá. El nivel de incertidumbre que se vive es total. Frente a un auditorio de unas doscientas personas, los dos ejecutivos de Barclays se dedicaron a apostar a cuánto estará el precio del petróleo a fin de año (uno decía por debajo de 100 $ barril; otro, por encima), el tipo de cambio euro/dólar; etcétera. Esto es una timba.

4. Pero allí donde existen menores esperanzas es sobre cuándo ocurrirá la recuperación. El auditorio estaba formado por empresarios del sector de las centrales de compra. Pregunté cuántos esperaban que las ventas en la Navidad de 2009 serían mejores que en la Navidad de 2008. Sólo se alzaron cinco brazos. Luego, en los corrillos posteriores, sólo se espera la recuperación para el segundo semestre de 2010.

Paciencia y a ver cuál es la próxima pieza del dominó que cae.

Lo publiqué el 30 de abril en una columna de este periódico (piensen en AIG):

El Credit Default Swap (CDS) es un ejemplo de las dificultades para controlar el universo financiero. Se trata de un instrumento derivado (utilizado a modo de seguro) que sirve para protegerse del riesgo de que un deudor no pague la deuda. Los contratos se realizan de forma privada entre vendedor y comprador y pueden revenderse. El CDS no está controlado y ya se especula sobre si su mercado (suma 37,5 billones de euros) será la siguiente ficha de dominó que caerá del sistema. Encajar la posición de cada una de estas complejas fichas, como el CDS, y los riesgos que subyacen al usarlas, es la principal causa de temor de organismos internacionales y entes reguladores. Estos, juntamente con los responsables de la gran banca mundial, quieren delinear el futuro que debe gobernar las finanzas tras la crisis actual.
Poco se sabe hasta el momento de las conclusiones que se adoptarán, salvo por lo que respecta a dos necesidades: mejorar los niveles de capital que debe tener un banco y ampliar los niveles de regulación y supervisión. ¿Cómo se implementarán? El instrumento de referencia que parece más lógico son los acuerdos del BIS (Bank for International Settlements) respecto la implicación global, sin excepciones e incluso mejorada y ampliada, del sistema de regulación conocido como Basilea-II. A la espera de que empiecen a desgranarse estas iniciativas, las grandes entidades financieras mundiales ya han iniciado una ola de captación de recursos, ya sea vía ampliaciones de capital o de emisiones de deuda apalancada. Si algo no falta en este mundo es liquidez escondida a la espera de comprar valores a buen precio. Desde el capital dormido en manos de las grandes sociedades de capital riesgo hasta los fondos soberanos de los países asiáticos y del Oriente Medio. Ninguno de estos inversores permitirá el hundimiento de una de las grandes marcas financieras mundiales si puede evitarlo. Son salvavidas oportunos en el panorama presente y futuro.

Independientemente de lo que ocurra, el nuevo panorama sí aportará nuevas formas de medición del riesgo y del trato con el cliente en el día a día de las operaciones bancarias. Es lo que Juan María Nin, director general de La Caixa, define como "encapsular el riesgo". Lo ocurrido estos años servirá para que las entidades financieras tengan una mayor información estadística sobre quién es quién, lo que les permitirá definir más acertadamente el valor de sus clientes. Uno de los objetivos (¿o peligros?) que podrían tener los reguladores es obligar a las entidades financieras a seguir un mismo mapa crediticio. A más de un banco esta posibilidad le pone los pelos de punta ya que podría perjudicar gravemente la competencia, dando poco margen a la diferenciación de ofertas de productos. Claro que la situación no ha sido la misma en Estados Unidos, donde la laxitud de las leyes en la concesión de hipotecas ha sido la causa principal del crash financiero, que en Europa Continental, donde los modelos de riesgo son más conservadores. La duda es cuál será el ajuste de estos modelos cuando la crisis remita.

Sea cuál sea la regulación, la relación con las entidades financieras ya no será la misma. La restricción de liquidez en el mercado y la estrechez de crédito ha generado una nueva cultura de riesgo, con primas más altas y mayor prudencia, que se mantendrá bastantes años. ¿Hasta cuándo? Hasta la próxima crisis. Dejen paso al CDS.

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