viernes, 22 de enero de 2010

Riotta desnuda a Internet.

Lo firmo integríto!

El declive de la red: un querido y viejo Internet avanza hacia ‘www.verdad’
22 de Enero de 2010

Gianni Riotta, director de II Sole 24 Ore

Cuando lo conocí en Silicon Valley en los años 90, Jaron Lanier llevaba sus rastas a lo Bob Marley y, en la mano, el guante de la realidad virtual de la que su empresa era pionera. Con su visión y su guante, Jaron cambiaba la pantalla que tenía ante sí y entraba en otra realidad, volando sobre un bosque, batiéndose en duelo con un caballero templario u operando del cerebro a un paciente. Sus simulaciones se convirtieron, después, en videojuegos, programas de entrenamiento para la aviación o sistemas de entrenamiento para ingenieros y médicos.

Hoy, sin embargo, Lanier, el gurú de Internet y de los new media y célebre colaborador de la revista Wired, se encuentra perplejo. Y en su último libro, You are not a gadget: a manifesto, advierte contra la deriva de la web 2.0 con acentos y tonos preocupados, que seguramente harán aplaudir a los viejos profesores que se enorgullecen diciendo aquello de “¿Yo? Yo jamás utilicé un ordenador”.

Los males de la Red

¿Qué pasó para que uno de los líderes de la revolución de Internet denuncie ahora a la web 2010? Lanier lamenta la superficialidad de los contenidos online, que los motores de búsqueda como Google y la enciclopedia Wikipedia, escrita por los propios usuarios, imponen en la Red.

Y es que colocar juntos todos los días, sin selección alguna, los argumentos de los filósofos y las estupideces de cualquier comentarista sentado ante una taza de café templado, o el análisis económico de un premio Nobel junto al desahogo de cualquier internauta, puede ser celebrado por los ingenuos de moda como open source y democracia online.

Pero el peligro de esta dinámica lo resume bien el gurú Lanier: “Los blogs anónimos, con sus inútiles comentarios o las bromas frívolas de tantos vídeos” nos han reducido a todos a hormiguitas contentas por tener la cara en Facebook, las ocurrencias en Twitter y el pasquín firmado Zorro en nuestra página web. En realidad, este caldo de información amorfa corre el riesgo de destruir las ideas, el debate y la crítica.

En los dos principales diarios italianos, Repubblica y Corriere, los vídeos online más vistos hace un par de sábados pasado fueron los de la chica que se zambulle en el lago y se queda sentada porque está congelado, el de la estúpida que hace el tonto y se cae de la cama, el del tiarrón que levanta 150 kilos y se desmaya, el del reportero al que roza un avión y el de una cliente indignada que arremete contra todo lo que pilla en una panadería, porque el pan no le agrada del todo.

El poder todopoderoso de Google y Wikipedia

Y Lanier se lamenta: “En la época de la revolución de Internet, se burlaban de mis colaboradores y de mí porque preveíamos que la web iba a proporcionar libertad de expresión a millones de personas. ‘Estáis locos -nos decían-, a la gente le gusta ver la tele, no sentarse ante un ordenador’. Y llegó la revolución. Pero, cuando llegó, mató la creatividad y la web perdió su dignidad intelectual. Si alguien quiere saber algo, se lo pregunta a Google, que lo remite a Wikipedia. Y ya está. Y, además, la gente termina en las web infumables de los fanáticos, donde escucha sólo lo que refuerza sus ideas”.

La verdad como base de la Red del futuro


¿En qué ha quedado, pues, el debate en la web de 2010? El pionero Lanier, como tantos otros revolucionarios del siglo pasado, se muestra desilusionado y realista. “Obviamente, un coro colectivo no vale para escribir la historia ni podemos confiar la opinión pública a campanarios de exaltados en los blogs. La masa tiene el poder de distorsionar la historia, perjudicando a las minorías, y los insultos de los comentaristas online pervierten el debate y arremeten contra la razón“.

No sabría resumir mejor que Lanier la preocupación y la desilusión que también yo siento. De ahí que intentase sostener parecidas tesis, hace un año, en una serie de conferencias sobre el periodismo en el Auditorio de Roma. Tras haber creído -y creyendo- en la potencia social, cultural, económica y creativa de la Red, y tras haber cantado durante mucho tiempo sus loas a colegas y amigos (en el Corriere, Paolo Mieli bromeaba: ‘Gianni, nos vemos cuando quieras, pero no me hables más de Internet’), es justo que hoy me plantee el siguiente dilema: ¿cómo es posible aportar jerarquía de valores (el bien es mejor que el mal), autoridad de tesis (el Nobel Amartya Sen sabe más sobre la crisis asiática que el anónimo comentarista de su blog) y limpieza en la discusión (las páginas que tachan, tanto en Italia como en EEUU, a los que no están de acuerdo con ellos como “traidores y “vendidos” no son información)?

Información vs opinión

La Red es y seguirá siendo nuestro futuro. Nuestros hijos razonarán en la Red. La información de la opinión pública crítica pasará cada vez más del papel a la Red. Por lo tanto, no debemos -como advierte Jaron Lanier- permitir a los trols que la manchen con sus basuras, al tiempo que tenemos que empeñarnos en garantizar la información, la cultura y la excelencia frente a la homogenización y el anonimato. Google como agregado industrial del saber y Wikipedia como agregador voluntario del saber; es decir, una empresa en busca de máximos beneficios y un grupo de voluntarios no pueden seguir mezclando diamantes y trozos de vidrio.

El que sigue el debate sobre Wikipedia -véase el Financial Times del 2 de enero con la investigación de Richard Waters- sabe la importancia que reviste este reequilibrio: “Es muy complicado controlar la calidad de Wikipedia, sometida a intereses ocultos que pueden hacer correcciones según sus propios puntos de vista e intereses”.

Andrew Lih, de la University of Southern California, nos advierte en su ensayo The Wikipedia Revolution: “Mi angustia es que poco a poco la verdad desaparezca sin que nadie se dé cuenta”.

De ahí que, en nombre de un igualitarismo que rezuma ideología y colocando en el mismo plano a expertos y sabidillos, observadores ecuánimes y fascistas que braman, Wikipedia corre el riesgo de pasar de una invención genial a una plaza abarrotada (y los que hayan visto algún artículo de la enciclopedia online cambiado y vuelto a cambiar por fans y ultras saben bien de lo que estoy hablando).

Urgen pilares fundamentales para la información online

La tarea no es fácil, pero sí urgente. Hay que imponer en la Red los cánones de serenidad, autoridad, vivacidad, compromiso, buena voluntad, debate y crítica, que son desde siempre la marca de la libertad, de la honradez y de la razón. Sin perder riqueza, espontaneidad e igualdad. Por haber propuesto esta discusión, a Lanier ya le han hecho pedazos en la Red y ya le han tachado de reaccionario, traidor, snob, fracasado o carroza (lo mismo me pasó a mí, cuando se publicó mi conferencia del Auditorio de Roma). ¡Absurdo!

En una entrevista de un dominical, el escritor Francesco Piccolo cuenta que su amigo Niccoló Ammaniti, igual de joven que él, lo llamó horrorizado por los insultos que le dedican online. Y él le replica: la primera regla es no leer nunca los comentarios anónimos de los blogs.

Hay que imponer en la Red los valores de la razón, de la sabiduría y de la buena voluntad. En Wikipedia son conscientes del problema. De hecho, el gran Craig Newmark, fundador de Craiglist, imperio de los anuncios publicitarios online y consejero de la Fundación Wikipedia, concluye: “Necesitamos que los expertos equilibren a los ciudadanos, y viceversa”.

La Red 2010 tiene que convertirse en esa ciudad igualitaria, donde los expertos y la información de calidad hablen a los ciudadanos y éstos hagan sentir su propia voz sin rencores ni locuras anónimas. Y por lo que a los comentarios-basura de las páginas-basura se refiere, ya anticipo los insultos que le van a dedicar a este artículo: “Un artículo impuesto por el KGB, la CIA y la Banda Bassotti para ocultar a los ideólogos del asesinato de Kennedy, escondidos en el Vaticano y en el Crazy Horse…”

Publicado en Gianni Riotta, Tecnologías: I+D+i | 0 comentarios

No hay comentarios: