José María Bermúdez de Castro
“Con el Homo sapiens surgió la conciencia religiosa”( 14/05/2010 )
El complejo de la evolución de Burgos vive estos días una gran actividad por la inminente inauguración de su museo. Uno de sus pilares, el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana, la dirige José María Bermúdez de Castro, codirector de Atapuerca, que acaba de publicar La evolución del talento (Debate).
“La vida en el Pleistoceno es una historia de supervivencia, de la lucha diaria por conseguir alimentos, evitar a los predadores y defenderse de las agresiones del clima”. ¿Les suena? Las palabras de José María Bermúdez de Castro (Madrid, 1952) sobre Atapuerca aún podrían valer -salvando las lógicas distancias- para las preocupaciones del ser humano contemporáneo. También costumbres como la territorialidad, la organización jerárquica, el sexo, el estrés y la violencia. “Estos rasgos -señala Bermúdez de Castro- están disimulados por la cultura y las buenas costumbres' pero en situaciones extremas aparecen en todo su esplendor. El estrés es un rasgo biológico necesario para la supervivencia”.
-Ha escrito en el La evolución del talento que “la presunta superioridad del ser humano frente a las demás especies del planeta ha sido pulverizada por la ciencia”. ¿Puede colarse en esta afirmación alguna teoría que vea al hombre como especial o mejor dentro de su entorno?
-No. Ninguna teoría científica moderna contempla al ser humano como especial, superior, mejor o cualquier otro calificativo similar en su comparación con los demás seres vivos del planeta. Esa presunta superioridad, de la que se habla en el libro, se ha gestado en la mente de los seres humanos desde que tenemos constancia histórica. No fue difícil caer en la tentación de considerarnos superiores por el hecho de ser una especie muy inteligente, que ha desarrollado su cultura hasta niveles nunca alcanzados por ningún otro ser vivo. Antes de que sentaran las bases de la ciencia moderna en los siglos XIX y XX, los eruditos y sabios de todos los ámbitos del saber, incluida por supuesto la religión, han tenido como cierta la superioridad del ser humano frente a las demás especies del planeta.
-¿Qué papel ha jugado la cultura en los cambios adaptativos?
-Bueno, la cultura empieza a jugar un papel en nuestra evolución hace unos dos millones de años. Tiempo suficiente como para que sus efectos sean muy evidentes. El progreso en la tecnología de fabricación de utensilios fue un proceso lentísimo durante milenios, pero está claro que cualquier pequeña mejora pudo haber producido un valor añadido a los grupos humanos que la poseyeran. Puesto que de lo que se trata en evolución es de conseguir dejar tus genes para las siguientes generaciones, la tecnología pudo facilitar ese efecto biológico a los grupos innovadores. En la actualidad aquellos grupos que desean permanecer con una cultura asimilable al neolítico lo pasan bastante mal debido al proceso arrollador de la tecnología del siglo XXI. La pérdida de la variabilidad genética de algunos pueblos de la Tierra supone en sí misma una evolución del genoma de la especie.
Cultura y tecnología, pues, han pasado por la historia del hombre tan unidas que a veces es imposible separar un concepto del otro. Así lo pone de manifiesto el codirector del yacimiento de Atapuerca, para quien estas dos palabras no se pueden disociar. Por eso, llegado a este punto, la conclusión es muy clara: “La tecnología es una forma más de cultura”.
Asombrosa creatividad
-¿Y el arte? Llega a afirmar que es “la quintaesencia de la cultura”, “la expresión más extraordinaria”.
-El arte es otra forma de expresión de la cultura, cuya aparición en la escena de la evolución humana es muy reciente. Aunque fueran ciertas las evidencias incipientes de arte hace más de 100.000 años, el arte se generaliza con nuestra especie, en una época muy próxima a la actualidad. Desde hace unos 40.000 años el cerebro de las poblaciones de Homo sapiens ha sido capaz de una creatividad asombrosa en todas aquellas expresiones artísticas de la cultura. El arte es una profesión genérica de la que viven muchas personas, pero la necesidad de expresión de los verdaderos artistas está muy por encima de lo que esperan conseguir a cambio de su trabajo (dinero, fama o reconocimiento). El arte es así una necesidad vital del ser humano, que surge de una mente de capacidades extraordinarias.
-¿Es la autoconsciencia la creadora del bien y del mal?
-Sobre esto tengo que insistirle sobre la asombrosa capacidad de la mente humana. Cada individuo construye en la mente su propio mundo a través de los años y en particular durante el desarrollo. A su vez, existe un mundo común que es propio de la especie y una forma de entender el mundo que es propia de cada cultura. Es muy probable que Homo sapiens tuviera una consciencia suficientemente desarrollada hace unos 100.000 años, antes de su definitiva expansión por todo el planeta, como para haber ideado conceptos del bien y el mal y la espiritualidad. A partir de esto, todas las poblaciones han desarrollado estos conceptos y la espiritualidad ha desembocado en multitud de religiones diferentes, como una forma más de su acervo cultural.
-¿Era común a todos los linajes de homínidos?
-Desde luego, los neandertales desarrollaron una cierta espiritualidad, a juzgar por los enterramientos intencionados. Quizá sus antecesores en la Europa del Pleistoceno Medio, hace medio millón de años, también habían llegado a un nivel elevado de autoconsciencia. Sin embargo, en otras especies anteriores o contemporáneas no existen evidencias arqueológicas que permitan afirmar la existencia de pensamientos relacionados con la espiritualidad. Pero esto es sólo ausencia de evidencia y no la prueba de la falta de autoconsciencia en estas especies.
-¿Hubiera sobrevivido el Homo sapiens sin la socialización, sin el “cerebro colectivo”?
-Antes de nada, es importante aclarar que la sociabilidad es un rasgo muy notable de nuestra especie, como lo es en otras muchas especies de primates. En el caso de las especies del género Homo (y en particular en el último millón de años) esta sociabilidad ha alcanzado un alto grado, debido sobre todo a la prolongación de la infancia y la necesidad del cuidado social de los niños y a la cooperación en la forma de conseguir alimentos (caza y recolección). Si no se hubiera ideado la cultura neolítica, que propició el crecimiento demográfico, ahora seguiríamos siendo excelentes cazadores y recolectores, tan sociales como hace un millón de años. El “cerebro colectivo” es muy reciente y no es responsable de la supervivencia de la especie, sino de su fabuloso progreso tecnológico en los últimos siglos.
Evidencias arqueológicas
-¿Cuál es el gran hallazgo de Atapuerca en lo que se refiere a “talento” humano?
-El talento, entendido como la capacidad y aptitud pragmática de la inteligencia, se manifiesta de muchas maneras en las evidencias arqueológicas de Atapuerca o de yacimientos contemporáneos. Pero así como seríamos capaces de elegir al mejor talento musical del siglo XVIII, por poner un ejemplo, en Atapuerca solo podemos constatar el talento general en la forma de tallar las herramientas, controlar el territorio y obtener los recursos del medio. No se ha encontrado una forma original o innovadora de tallar, o algo similar que nos hable de un talento especial de aquellas poblaciones. Siempre hay un primer yacimiento en el que se encuentra alguna evidencia arqueológica novedosa, pero esto no es una prueba de que la idea original fuera de los humanos que estuvieron en aquel momento y en aquel lugar.
Javier LÓPEZ REJAS
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