Rafael Reig-Cangas de Onis 56
CULTURA
Rafael Reig: «Volvemos al despotismo ilustrado: todo sin el pueblo»
El autor ajusta cuentas con la Transición en «Todo está perdonado», premio Tusquets
ANTONIO ASTORGA / MADRID
Día 12/03/2011
El escritor Rafael Reig, ayer en Madrid
«Yo creo que nada está perdonado, aunque el discurso oficial es que todo está perdonado. Yo no soy muy partidario del perdón. Escribo por envidia. El resentimiento social es sano, es una fuerza creativa. No creo mucho en la paz social ni en la concordia. Hay que poner en movimiento esa energía del rencor, la que emana tras haber estado doblegado ahí abajo, para crear algo nuevo». Rafael Reig —«novelista tolerable», dice—, ensayista, crítico, columnista de ABC Cultural, profesor, publica «Todo está perdonado» (premio Tusquets), una fábula de intriga y humor sobre la Transición —qu él llama «Transacción»— española. La novela surgió por una carta que recibió de un tipo que había estado en la final de la Eurocopa de 1964, en los veinticinco años de paz (victoria de España sobre la URSS, gol de Marcelino) y que, con motivo del triunfo patrio de nuevo sobre Rusia en la Eurocopa de 2008, le proponía una peregrina y descabellada idea: «¡Aprovechando el furor patriótico, reconquistemos Gibraltar!». El fútbol nace así como la sinfonía de una obra en cuatro movimientos.
Rafael Reig quería superar y rebosar su «Sangre a borbotones»: «Yo entonces contestaba las cartas y creo que le puse verde, encima. Somos muy injustos». La novela reflexiona sobre los límites de la democracia. Reig se pregunta si la democracia es una eucaristía sin presencia real: «No hay realmente ninguna presencia real del pueblo en la democracia, ni de su carne y su sangre; nadie quiere esa presencia real, y menos las izquierdas. Se conforman con una liturgia vacía. No se quiere esa presencia porque se piensa que el pueblo es sucio, está maleducado, da mucho la lata, es violento, tiene mucho rencor... Es una democracia muy limitada con una Inmaculada y Santa Transición». Sobre la memoria histórica, considera que «habría que restituir el patrimonio que rapiñó el franquismo, no los huesos del poeta». La Transición, dicen, fue «modélica». «Para mí fue modélica —responde Reig— en el sentido de que fue una gran operación de la CIA. Como madrileño adoptivo, me resulta imposible creer que se pueda matar a un presidente de Gobierno, a cien metros de la Embajada norteamericana, sin que la CIA esté implicada. Kissinger estaba el día anterior en Madrid, como cuento en la novela. Por pura lógica sospecho que eso convenía a la CIA. Carrero Blanco era el obstáculo que había que eliminar para facilitar una socialdemocracia, como luego Adolfo Suárez se convirtió en obstáculo. Fue el único presidente que se negó a la OTAN».
Hemeroteca de ABC
«Esta burguesía de izquierdas no nos puede contar nada», insiste el autor. ¿Cree que la izquierda se está cavando su fosa? «En España ya casi no existe. ¿Por izquierda no entenderá usted el PSOE? Aquí hay dos partidos de derecha que son el PSOE y el PP. Nadie ve especial diferencia. Hay muy pocas opciones de izquierdas, por eso creo que tiene un gran futuro». Reig es de los niños que se comían antes las patatas que el filete: «La gente renunció a cambiar el mundo por vivir bien. De eso somos hijos los de los 60. Nuestros padres perdieron la memoria a cambio de un plato de lentejas».
Rafael Reig buceó por la Hemeroteca de ABC: «La bendije, ¡y esto no es por hacer la pelota! Miraba las crónicas de fútbol, las peticiones de mano, las esquelas... El sabor de una época. Un siglo entero día a día. Podía saber si llovió o no el día de la final de la Eurocopa del 64. Hay gente que me está esperando con un palo, yo también he repartido estopa». Reig salda una cuenta pendiente con sus fantasmagorías. Hay caníbales en las esquinas esperando hacer sangre a borbotones de él. Sería imperdonable.
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