miércoles, 24 de agosto de 2016

El Reino Unido según Owen Jones....

La gente está demasiado endeudada y la solución es el sindicalismo

Los salarios han experimentado la mayor caída en Reino Unido desde la época victoriana. La negociación colectiva puede ayudar a recuperarlos, por el bien de los trabajadores y de la economía en general.

Pasar noches en vela mirando al techo mientras las preocupaciones bailan de forma obsesiva sobre la mente. Suspirar profundamente antes de abrir la factura del gas. Renunciar a un plato caliente para que tus hijos no tengan que hacerlo. Vivir con deudas puede ser agotador y emocionalmente exasperante, y es la realidad diaria de demasiadas personas.
Según un nuevo informe de la federación de sindicatos TUC, 3,2 millones de familias británicas gastan más de un cuarto de sus ingresos totales en devolver préstamos no asegurados (es decir, sin incluir las hipotecas). Para 1,6 millones de familias con endeudamiento extremo, la radiografía es aún más desalentadora: más del 40% de sus ingresos van a sus acreedores.
Esta es la experiencia que viven los británicos en situación de pobreza laboral, los que sacan adelante el país con su trabajo duro y les premian con pobreza e inseguridad. Los trabajadores del país han sufrido la mayor caída de salarios desde que la reina Victoria estaba en el trono.
Entre 2007 y 2015, los sueldos reales se redujeron en un sobrecogedor 10,4%, la peor caída en cualquier país avanzado con la salvedad de Grecia. Una deuda cada vez mayor es el precio que han pagado muchos trabajadores británicos por el catastrófico fracaso económico de George Osborne y sus colegas, entre quienes estaba quien ahora es la primera ministra del país.
¿Cuál es la cura? El gobierno apuntará sin duda a un aumento del salario mínimo, pero se espera que las modificaciones de los impuestos y las prestaciones sociales dejen a muchos trabajadores peor en cualquier caso en los próximos años. La implantación de un auténtico sueldo de subsistencia –en lugar de un salario mínimo rebautizado como algo que no es– ayudaría, y es de agradecer que los dos candidatos a liderar el Partido Laborista estén comprometidos en ello. Pero es necesario defender que los trabajadores se unan para garantizar una mejora de los salarios: sindicalismo, en otras palabras.
Aun durante los años del boom económico, los salarios estaban estancados o incluso en declive para millones de empleados británicos. ¿Cuáles fueron las consecuencias? Para empezar, se gastaron más miles de millones de libras de dinero público en subsidios para quienes ya tienen un trabajo para compensar esa caída. Pero en los años previos a la crisis, muchos trabajadores se endeudaron más para mantener una calidad de vida que se les escapaba.
Eso no es bueno para los trabajadores, ni tampoco para la economía. Pero fue en un momento en el que muchas empresas estaban presentando grandes beneficios. No estaban compartiendo la riqueza con la fuerza laboral que la creaba en primer lugar. ¿Y por qué deberían? Con un sindicalismo tan abatido por las leyes punitivas y el declive industrial, apenas recibían presiones para hacerlo.
En los países nórdicos, que los trabajadores estén afiliados a un sindicato es la norma. Más calidad de vida y más igualdad de la que tenemos en Reino Unido son dos de las consecuencias. Jeremy Corbyn –que con casi total seguridad será reelegido como líder laborista el próximo mes– ha desvelado propuestas como la negociación colectiva obligatoria para las empresas que tengan más de 250 empleados. Una perspectiva así ayudaría a elevar los salarios de los trabajadores, no solo por su propio bien, sino también en beneficio de la economía británica.
Pero la defensa del sindicalismo no se puede dejar solo en manos de los políticos: tenemos que enarbolarla todos nosotros. Hay que hacerla en un lenguaje que resuene en los oídos de los millones de trabajadores no afiliados, y especialmente en los de los más jóvenes, a quienes la propia idea de sindicalismo les parece culturalmente ajena. La deuda de las familias es una plaga en el Reino Unido moderno, y el sindicalismo es una de sus curas.

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